Cristina Gallach: "En la Cumbre de Madrid hay dos palabras clave: acción y ambición"
La Alta Comisionada para la Agenda 2030 defiende que hay margen para revertir el cambio climático, pero es "una batalla existencial y el momento de darla es ahora”
Cristina Gallach (Sant Quirze de Besora, Barcelona, 1960) es una mujer esencial en la organización de la Cumbre del Clima de Madrid que se celebra la semana entrante. Desde julio de 2018, con la llegada del PSOE a La Moncloa, es la Alta Comisionada para la Agenda 2030, la encargada de coordinar que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se cumplan en nuestro país. Durante su carrera en la ONU, la UE y la OTAN han pasado por sus manos problemas de enorme gravedad, y por eso sabe poner en contexto la amenaza climática con realismo puro: “estamos ante una batalla existencial y el momento de darla es ahora”.
¿Para qué puede servir la COP 25, qué podemos esperar de esta cumbre?
Consideramos que es muy importante por dos razones. Primero, porque con la oferta de que se celebrase en Madrid, en España, en vez de en Santiago de Chile, que es donde estaba prevista, mostramos al mundo una solidaridad y un apoyo que va más allá de nuestros amigos chilenos. Es decir que estamos a favor de una agenda internacional clara de lucha contra el cambio climático, que es clave en estos momentos. En segundo lugar, esperamos que de Madrid salga un movimiento hacia una mayor concreción de la lucha contra esa emergencia y una mayor movilización. En la Cumbre de Madrid hay dos palabras clave: acción y ambición. El año que viene, en la siguiente cumbre, en Glasgow, deberán de presentarse las propuestas por parte de todos los países sobre esta ambición adicional, porque si no, no llegamos al compromiso de mantener el calentamiento por debajo de los 1,5 grados, que se adquirió con los Acuerdos de París en 2015. Este proceso de declaración de ambición adicional sin ninguna duda se iniciará en Madrid.
¿Hay todavía margen de maniobra, podemos hacer algo para revertir realmente la situación del planeta?
Sin ninguna duda. Es verdad que cada vez hay menos tiempo, por eso la década de 2020 a 2030 es fundamental para reforzar esa lucha y, por tanto, poder cumplir con nuestro principal objetivo, que es el mantenimiento del planeta y esos límites de calentamiento global de los que nos hemos dotado en París. No es fácil, pero estamos a tiempo, aunque este tiempo se está agotando, de ahí la importancia de esta década, no es una cuestión de agoreros. Estos compromisos adicionales que hay que estructurar en el año que viene son fundamentales, hablo de compromisos específicos y adicionales, de acción, firmes, que todos deberemos de cumplir.
A un año de que efectivamente se haga balance oficial del ilusionante e histórico acuerdo de París, ¿se va cumpliendo lo acordado?
No, claramente. No sólo no estamos cumpliendo sino que además, aunque lo hiciéramos, no sería suficiente frente al problema. Incluso con los compromisos adoptados entonces no llegamos a rebajar el calentamiento como necesitamos, a todo lo que tenemos que hacer. De ahí la importancia de estos compromisos adicionales de que le hablo. Estamos además en un momento en el que debemos relacionar todo lo que es la lucha contra el cambio climático, el pilar verde clásico de agua, biodiversidad, etcétera, con el pilar de las personas, el de la inclusión y el bienestar. Son aspectos fundamentales de la agenda internacional, la llamada 2030. Las dos sumadas nos dan el camino hacia este mundo sostenible medioambientalmente y desde el punto de vista de otras personas, que ansiamos y necesitamos.
Usted siempre relaciona clima con desarrollo humano, cuando lo habitual es hablar de lo verde en su compartimento estanco, como dice, con los animales, los recursos, el aire... ¿Por qué es tan importante unirlo todo?
Los tenemos que entremezclar porque son dos caras de la misma agenda. Esa agenda es la inclusión, la sostenibilidad, que le dejemos a las nuevas generaciones un espacio para vivir y un modo de vida que sea adecuado a sus ambiciones, en el que puedan desarrollarse en bienestar y en paz. Las dos agendas están íntimamente unidas. De hecho, los objetivos de desarrollo sostenible unen por primera vez estas dos agendas de desarrollo inclusivo, que es como lo llamamos. El cambio climático produce por la contaminación muertes, desasosiego en los agricultores, cambios en nuestros hábitos cotidianos… y si luchamos contra esta emergencia tendremos una movilidad mejor, una alimentación más sostenible y segura. Es un todo, todo está entrelazado, el bienestar humano y la lucha contra el cambio climático. Debemos por eso mantener unidas ambas materias y ser conscientes de que, si trabajamos a favor de una, eso impacta en la otra de una manera positiva.
En la cumbre hay que ver los compromisos reales de los Gobiernos pero, ¿qué hay de la ciudadanía o de la empresa? ¿Cala realmente la llamada global a a responsabilidad?
No hay la menor duda de ello. En el último año ha habido grandes movilizaciones populares, sobre todo la de los jóvenes, que están abanderando en este momento la sensibilización y la exigencia a los Gobiernos y al sector económico sobre los avances de lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad y la inclusión. La sociedad está desempeñando ahora un papel fundamental. En el sector económico, en los 18 meses que llevo en el cargo, me ha quedado clarísimo que son más conscientes cada vez de que si quieren empresas que perduren hacia siguientes generaciones, si quieren dejar negocios a sus socios o familiares, tendrán que ser sostenibles o no serán. Esta percepción es clara. No hay la menor duda de que el trabajo de explicación, de comunicación, de comprensión y movilización está calando. Cada vez más las palabras “sostenibilidad humana” y “sostenibilidad del planeta” forman parte de nuestro ideario y son un recuerdo de que tenemos que esforzarnos todos. Es uno de los cambios fundamentales en los últimos meses y así lo hemos ido trasladando a socios, a la UE, de una manera en la que España no estaba activa y ahora cada vez lo está más, incluso liderando el nuevo impulso.
Hablando de jóvenes, ¿cómo valora la figura de la joven activista Greta Thunberg, admirada y denostada casi a partes iguales?
El papel que ha desempeñado esta joven ha sido determinante en esa concienciación de la que hablamos. Ha expresado, con su naturalidad más clara, un estado de ánimo que ella tiene y que otros muchos tienen, y que nos debe de conducir a la acción. Que nos lo diga ella, de la manera en que lo hace, nos tiene que hacer reflexionar. Ha levantado la conciencia de muchísimas personas y lo que tenemos que hacer es, desde los poderes públicos, adecuar nuestros procesos legislativos y marcos de acción para que se vayan cumpliendo nuestros propios compromisos y trabajemos de manera que las siguientes generaciones reciban un planeta habitable, en condiciones, en lo medio ambiental y en lo humano. Eso es lo que ella pide, que es la base. El trabajo que Greta ha hecho desde que puso en marcha sus Viernes por el Futuro nos ha llevado a que ahora tengamos las Madres por el Futuro, los Profesores por el Futuro… todo tipo de actores sociales peleando. Es algo en lo que ella ha jugado un papel fundamental que hay que aplaudir.
Aunque a estas alturas deberíamos obviarlos... ¿un mensaje para los negacionistas del cambio climático?
Sencillamente, hay que decirles que están situados fuera del gran consenso mundial, fuera de la ciencia. Cada vez más las evidencias científicas son más extraordinariamente serias, nos dan más detalles de lo que ocurre, de lo real. Quererse situar fuera de esta evidencia es no comprender nada del mundo actual y hacer un servicio muy negativo a las próximas generaciones.
Cumbre aparte, usted se dedica al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de la ONU. ¿Cómo ayudan en concreto en la lucha contra el cambio climático?
Ayudan muchísimo. Los 17 objetivos de la Agenda 2030 son, por un lado, una visión de conjunto pero, también, un plan de acción. Entre ellos hay muchos totalmente relacionados con el planeta, el agua, la energía, la biodiversidad, el hambre… y otros más relacionados con las personas, como la educación, la salud, el trabajo digno… La interrelación es la que nos encamina y nos indica cómo ir cumpliendo con los desafíos. El cambio climático es una pieza clave. Si lo abordamos, le vamos haciendo frente a otras muchas cosas, a través de políticas de movilidad distintas, de procesos de consumo y producción más sostenibles, más respetuosos, de más inversión en innovación para transformar nuestra vida cotidiana, para tener un entorno mejor. Apoyando este objetivo ambiental vamos cumpliendo con todos los demás objetivos.
¿Cómo está afrontando el Gobierno estos objetivos?
A nivel global, ha tomado la Agenda 2030 como el marco de acción. Nuestras políticas públicas en temas de igualdad de género y social, de empleo, de medio ambiente, de transición energética o educación, todas están encaminadas a ir cumpliendo con cada uno de los objetivos. Ya nos hemos puesto a trabajar incluso en que los Presupuestos del Estado reflejen de manera clara en qué objetivos se está incidiendo y se remarca en los que estamos más faltos de cumplimiento. Este es un mensaje a dar a la comunidad internacional, la ambición del Gobierno de España de cumplir con los objetivos para que tengan un impacto en nuestra población y también a nivel internacional.
¿Y en el caso de la emergencia climática?
España está plenamente comprometida en la lucha contra el cambio climático, en emprender una transición ecológica y energética que nos lleve a una descarbonización de nuestra economía. Ha suscrito un compromiso de ser neutral en carbono en 2050, y ha empujado a la UE a que haga lo mismo. Ahora lideramos un modelo de transición ecológica que debe ser justo. Sabemos que tendrá impactos económicos y sociales, y que es imprescindible que quede claro que nadie se va a quedar atrás, para que no sólo sea aceptada, sino liderada por todos, la propia ciudadanía, el sector económico y los ministerios correspondientes. La idea de transición justa la hemos introducido con gran vigor en el marco de las Naciones Unidas y todos los planes que España va suscribiendo van en esa dirección, porque nuestro objetivo es que en todo caso salgamos de esta transición todos mucho mejor de lo que estamos en este momento.
Hay un indicador que dice que España está en el puesto 25 del mundo en cumplimiento de estos objetivos de la ONU, pero que hoy por hoy no cumple con ninguno de los 17. ¿Es así?
Ese dato procede de un ránking que ha sido establecido por una prestigiosísima red internacional, la Red para el Desarrollo Sostenible, que dirige el profesor Jeffrey Sachs. Es muy prestigioso, en él participan muchísimas universidades, hay que tenerlo muy en cuenta y nos ayudan mucho los datos que dan cada año, pero hay que puntualizar que no son datos ni escalas oficiales. Entre otras cosas, porque el Gobierno de España y el resto de administraciones todavía no han podido producir exactamente en función de los indicadores que van evaluando nuestro posicionamiento.
Pero estaremos mejor en unas cosas y peor en otras...
Claro. Lo que sí sabemos es que hay indicadores objetivos en los que vamos mejor que en otros. Por ejemplo, vamos bien en salud y bienestar, en longevidad, en el sistema de protección social, muy alto. Luego tenemos unos índices muy buenos en todo lo que se refiere a alimentación, a dieta, a riqueza de producción agrícola, pero en el sistema educativo tenemos un problema con lo que son los jóvenes que dejan los estudios pronto, con a FP o con el déficit de inversión. Tenemos mecanismos de vigilancia de todos los temas relacionados con igualdad muy potentes, tenemos una ley de igualdad fantástica, de la que sentirnos orgullosos, pero somos conscientes de que tenemos muchos problemas de violencia de género. Y aunque tenemos un porcentaje de diputadas en el parlamento mayor que la media europea, en los grandes foros de las empresas los directivos generalmente son hombres, no mujeres. Tenemos un problema de desigualdad social, muy grande, con índices de pobreza infantil desorbitados, a niveles de los peores países en esa materia en la UE, igual que tenemos problemas medioambientales serios, porque somos muy vulnerables al cambio climático...
Pese a todo, en los últimos meses hemos trabajado mucho en igualdad, con el salario mínimo, en justicia social con el bono eléctrico, en transición con la producción y consumo de renovables, en los aspectos de trabajo digno… Sabemos cuáles son nuestros puntos más fuertes, y los más débiles, está muy identificado dónde debemos de actuar, lo que no significa que ya cumplamos. Podemos decir claramente que lamentablemente ningún país del mundo cumple, ni los más ricos. La agenda nos ayuda a encaminar las políticas públicas y a movilizar al sector social ,sobre todo el económico, los empresarios, para que diseñen, moldeen y trabajen en sus respectivos negocios de manera que progresivamente estén más acordes con todos los objetivos de esta agenda.