'Corona Zombies' en las grandes ciudades
Se han despertado del letargo y atacan...
Comenzaban a confinarse las ciudades de los diferentes países, cuando Charles Band, el director y productor en la célebre casa Full Moon, espabilado cual Roger Corman, anunciaba el lanzamiento de Corona Zombies, la desvergonzada película que unía la actual pandemia con el mundo de los muertos vivientes e infectados cinematográficos. ¿Cómo consigue Band ese producto tan rápido? Pues muy sencillo, rueda varias secuencias en una casa con dos actores, en un día, y lo complementa, en un noventa por ciento del invento, con material de stock de películas antiguas. Redobla, cambiando los diálogos, metraje de un par de películas, principalmente de una coproducción española de hace décadas, Apocalipsis caníbal/Virus, dirigida al alimón por Claudio Fragasso y Bruno Mattei, con la participación del inolvidable Víctor Israel, y rodada en Barcelona. Una de aquellas películas de explotación del fenómeno zombie, en la línea de criaturas demandando “Cerebroooo, cerebrooooo…”.
En Apocalipsis caníbal, ambientada en Papúa Nueva Guinea, el escape en una central de investigaciones químicas, provocaba la muerte y posterior resurrección de los humanos como zombies, infecciosos y caníbales. Salvando las distancias de detalles de ficción, algo así como lo que determinadas teorías de la “creación” del covid-19, achacan a algún laboratorio de China, por cierto. Pues bien, la central nuclear de esta película no es otra cosa que la de Besòs, y mientras una actual clínica de la Parte Alta de Barcelona hace de consulado de los Estados Unidos, las zonas boscosas de Vallvidrera y Las Planas servían de decorado para situar la selva, barracones misioneros y pueblo indígena incluido. No es la primera vez que Barcelona sirve de decorado para el cine de terror, ya que antes de que la Niña Medeiros de REC hiciese de las suyas en la Rambla de Catalunya, el mismísimo Christopher Lee se paseó por el Parque Güell transmutado en Fu-Manchú, y por el propio Salón del Tinell como el Conde Drácula, en ambos papeles para Jesús Franco. Nosotros mismos rodamos Wax en Barcelona con el gran Jack Taylor, película por cierto distribuida en USA por Charles Band con su Full Moon.
Los diálogos de Apocalipsis caníbal se transforman para adecuarse a la realidad del covid-19 en Corona Zombies, la distancia social, el lavarse las manos, o la lucha por el papel higiénico. Cuando se rodó, aún Trump no había propuesto inyectarse desinfectante, si no, fijo que lo habrían incluido. Si no fuera por lo dramático de la situación, hasta tendría gracia.
Parece una broma macabra que Corona Zombies utilice para ilustrar la pandemia una película rodada en la España de hace cuarenta años. Por cierto, que mientras en Barcelona se rodaba esos años Apocalipsis caníbal, en Madrid se hacía lo propio con La invasión de los zombies atómicos. Madrid y Barcelona, asediadas por una extraña pandemia, con su conflictividad social, más o menos como ahora, la realidad supera la ficción.
Ya en la realidad española actual, si miramos hacia las poblaciones pequeñas, parece que la cosa está más tranquila. Mientras, con cerca de 29.000 fallecidos por el covid-19, en las grandes ciudades, los “Corona Zombies” han tomado las calles. Si hace unas semanas en el barrio de Malasaña salían unos cuantos a bailar en las calles, sin mantener distancia social, celebrando no se qué “libertad”, otros tantos se manifiestan en las grandes ciudades estos días, también sin guardar las medidas de seguridad, en pro de esa “libertad”, viviéndolo como una fiesta, con banderas españolas incluidas, más o menos constitucionales, incluidos escudos con aves rapaces de una o más cabezas. Resultado: varios periodistas agredidos. Los “Corona Zombies” se han despertado del letargo y atacan.
En las películas de zombies e infectados, estas criaturas tienen marchas más o menos rápidas. Mientras en la mítica La noche de los muertos vivientes de George Romero, caminan más despacio, en la producida por mi querido Enrique López Lavigne, la estupenda 28 semanas después, iban más veloces. Más o menos como ahora, los que hacen cola para pedir bolsas de comida, lo hacen ralentizados, como queriendo evitarlo, mientras los manifestantes en pro de la “libertad”, pasan veloces en sus descapotables.
Volviendo a lo estrictamente cinematográfico, el paso a la fase I de desescalada en todo el territorio del Estado, hace que se pueda volver a los rodajes audiovisuales, pero pinta que lo vamos a hacer un poco como zombies tambaleantes, acomodándonos a la “nueva normalidad”, uno de los términos más terroríficos de la historia, y a las muy necesarias, pero sin duda incómodas, medidas de precaución. Lo mismo ocurre con la exhibición, que se prepara para el despertar, así como los festivales. En clave de cine de géneros, Ángel Sala anunciaba que, aún con medidas, mantienen el festival de Sitges en sus fechas, festival de festivales que muchos ansiamos cual caníbales.
Mientras, prudencia en los espacios públicos, en las calles, en las playas, y a adaptarnos a la “nueva normalidad”. Como decía mi abuela, “lo importante es tener salud, y tener cabeza”. Y añado yo, que para no acabar siendo “Corona Zombies”. “Cerebroooo, cerebrooooo…”