Siete consejos para aprender a decir ‘no’ y dejar de contentar a todos
Decir siempre 'sí' cuando en realidad preferirías decir 'no' te acaba pasando factura.
Cuando ese amigo te envía un mensaje de última hora pidiéndote que vayas a buscarlo al aeropuerto, dejas lo que estás haciendo y te montas en el coche. Cuando tu cuñado te pide que le ayudes con la mudanza, lo haces aunque lleves una semana con el lumbar fastidiado. Cuando tu compañero de piso te propone ir a tomar algo, accedes sin pensártelo, aunque preferirías quedarte en casa viendo Netflix.
Si estos escenarios te resultan familiares, probablemente seas una persona demasiado complaciente.
Las personas complacientes buscan la aprobación y validación de los demás y hacen más de lo que les gustaría para mantener a todo el mundo contento, a costa de su propia salud mental.
Las tendencias complacientes suelen aparecer durante la infancia. El psicólogo Scott Rower explica que esta clase de comportamiento es más común entre personas que han crecido en entornos disfuncionales en los que ha habido abusos o traumas.
“Pero la mayoría de las personas lo hacemos de forma inconsciente sin darnos cuenta de que es una estrategia adaptativa de la que abusamos”, expone Rower. “Complacer a otros y ser vistos como buenas personas proporciona la seguridad y la tranquilidad que necesitamos para sentirnos a salvo y valiosos”.
Por otro lado, decir no tiene su riesgo porque la otra persona podría enfadarse. Para una persona complaciente, el enfado o la desaprobación de otra persona es algo más que una incomodidad.
“Se percibe como una amenaza que debe ser abortada a toda costa”, sostiene Aziz Gazipura, autor de la obra Not Nice: Stop People Pleasing, Staying Silent, & Feeling Guilty. “La forma más directa de evitar el problema es simplemente decir que sí en vez de negarte. Esta táctica funciona a corto plazo, pero produce consecuencias negativas a largo plazo”.
De hecho, decir siempre sí cuando en realidad preferirías decir no te acaba pasando factura en forma de cansancio, ansiedad y enfado.
“Tenemos una energía física y emocional limitada”, explica la psicóloga social Susan Newman, autora de The Book of No: 365 Ways to Say it and Mean it ― and Stop People-Pleasing Forever. “Al acceder a demasiados favores te arriesgas a estresarte y a sufrir ansiedad. Si intentas abarcar más de lo que puedes quizás acabes pagando tu enfado con una persona que no lo merece”.
“En los casos más extremos de personas complacientes, demasiados síes pueden desembocar en depresión e incluso dañar su salud física de formas inesperadas: jaquecas, insomnio, pérdida de cabello...”, advierte Newman.
Descubre los consejos de los expertos para aprender a decir no cuando te lo pide el cuerpo.
Piensa en el motivo que hay detrás de cada sí. Plantéate si lo estás haciendo porque quieres y puedes o porque te sientes obligado.
“¿Estás aceptando porque te da miedo negarte?”, pregunta Rower. ”¿O llevas un tiempo deseando decir sí porque piensas que, de este modo, la otra persona hará algo por ti sin que tengas que pedírselo?”.
Aprender a hacer caso a tu mente es el primer paso para cambiar una conducta.
A menudo, el mayor obstáculo para decir no no es que la otra persona sea tu superior o un buen amigo, sino la falsa creencia de que decir no equivale a ser una persona mala y egoísta.
“Las personas complacientes tienen miedo de hacer daño a los demás, pero lo cierto es que decir no a algo que no quieres hacer es bueno para tu salud, además de un derecho humano”.
Para acostumbrarte a la idea, Gazipura recomienda repetir un mantra varias veces al día: “Puedo decir no cuando quiera”.
Gazipura compara el proceso de aprender a decir no con el entrenamiento físico. Cuanto más lo hagas, más fácil te resultará las siguientes veces. La primera vez que vas al gimnasio no empiezas con las mancuernas más grandes, sino con las pequeñas, y vas aumentando el peso poco a poco a medida que te haces más fuerte.
“Busca un par de oportunidades esta semana para decir no a dos cosas”, propone Gazipura. Por ejemplo, cuando te insistan para hacerte la tarjeta de cliente de una tienda o cuando te pregunten en el restaurante si quieres que te abran una botella de vino cara.
“Igual que pasa con el gimnasio, las primeras semanas serán las más difíciles, pero en cuanto te des cuenta de que no pasa nada malo por decir no, habrás llegado a otro nivel de libertad”.
Piensa qué personas de tu vida (familiares, amigos o compañeros de trabajo) son las que más cosas te piden y no te devuelven los favores.
“Ordena tus prioridades y decide para qué personas estás dispuesto a estar así de disponible”, recomienda Newman.
Una vez que hayas determinado qué relaciones merecen ese tiempo y energía, pon límites sobre lo que estás dispuesto a hacer y lo que no.
“Tenerlo pensado de antemano facilita las cosas cuando tienes que negarte a hacer algo y así recuperas el control de tu propia vida”, sostiene Newman.
Probablemente tengas la costumbre de decir sí sin pensártelo demasiado, sea lo que sea. A partir de ahora, tómate un segundo para pensar y responde algo como: “Tengo que consultar mi agenta antes, ya hablaremos”.
Antes de acceder, estás en tu derecho de pedir más detalles: ”¿Cuánto tiempo crees que tardaré?” o ”¿Quién más nos ayudará con la mudanza?”.
Y recuerda que siempre puedes negociar para poner tus condiciones, no tiene por qué ser o todo o nada.
“Simplifica la tarea o asume un papel más pequeño”, propone Newman.
Las personas complacientes a menudo cometen el error de pensar que tienen que dar una explicación exhaustiva de por qué no pueden hacer algo, pero, en estos casos, lo mejor es responder de forma educada, breve y firme.
Gazipura pone el siguiente ejemplo si unos amigos te proponen ir a tomar algo: “Gracias por pensar en mí, pero hoy no voy a poder. Pasadlo bien vosotros”.
Si tuviste una primera cita y la otra persona quiere una segunda cita pero tú no, puedes decirle: “Me gustó conocerte la otra noche, pero creo que esto no va a funcionar. Te deseo lo mejor”.
Las personas complacientes tienen miedo de que la otra persona se enfade si dicen que no pueden hacerle un favor. En realidad, eso casi nunca sucede.
“La clave para dejar de quedar bien con todo el mundo es entender que la otra persona no te va a coger manía si le explicas que no puedes hacerle un favor”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.