¿Cómo va a ser la vida con coronavirus para siempre?
Algunos investigadores mantienen la esperanza de erradicarlo, pero la mayoría de los epidemiólogos sostienen que convivirá con nosotros como la gripe.
Durante 18 meses, gente de todo el mundo ha soñado con el final de la pandemia, algo que muchos ya vislumbran gracias a las vacunas. Luego surgió la variante Delta, que atacó especialmente a las personas no vacunadas, y la situación se volvió a recrudecer. Muchos países han superado hace poco sus récords de contagios y países enteros han advertido de que se están quedando sin camas de hospital. La luz al final del túnel, una vez más, se aleja.
Entonces, ¿cómo vamos a salir de esta crisis? ¿Estamos condenados a vivir un incesante vaivén de olas y nuevas variantes?
Esto es lo que especulan los expertos sobre cómo será la vida en el futuro con un coronavirus endémico.
“No deberíamos descartar la posibilidad de erradicar el coronavirus”, defiende un grupo de investigadores en un estudio reciente, publicado en la revista especializada British Medical Journal Global Health, que ha generado muchos titulares por su mensaje de esperanza.
Los investigadores dicen que todavía es posible reducir a cero los casos mundiales y mantenerlos ahí hasta que no sean necesarias más precauciones ni intervenciones. Sin embargo, hasta la fecha, la OMS solo ha declarado erradicada una enfermedad humana: la viruela.
Basándose en un sistema de puntuación desarrollado para medir la erradicabilidad, los autores del estudio señalan que sería más difícil erradicar el coronavirus que la viruela, pero mucho más sencillo que la polio, de la que ya han desaparecido dos tipos de tres (la última variante todavía vive en Afganistán y Pakistán).
Los investigadores, que insisten en que su estudio es un “análisis muy preliminar”, señalan que las principales dificultades a la hora de erradicar el coronavirus son conseguir un suficiente porcentaje de vacunación y mantener las vacunas actualizadas a medida que el virus evoluciona.
Son obstáculos inmensos, pero los investigadores sostienen que es demasiado pronto para tirar la toalla. Están pidiendo a los Gobiernos y a la OMS que inviertan más tiempo en, al menos, analizar la viabilidad y la conveniencia de erradicar el coronavirus (entendiendo conveniencia como un balance entre el coste y las potenciales ventajas), sobre todo aprovechando que existe un “interés global sin precedentes” en conseguir que este virus desaparezca.
La mayoría de los expertos llevan meses advirtiendo de que lo más probable es que el coronavirus se convierta en una enfermedad endémica al estilo de la gripe, pero que se sabría mucho más llegado el otoño.
Pues bien, el otoño está a la vuelta de la esquina y el panorama no es del todo positivo. En España más del 67% de la población ya tiene la pauta completa de la vacuna, pero todavía quedan países con una tasa de vacunación inferior al 1%. Se sice que la variante Delta es tan contagiosa como la varicela.
Teniendo en cuenta todo esto, la gran mayoría de los epidemiólogos se han hecho a la idea de que “a estas alturas, con lo contagiosa que es la variante Delta y lo prevalente que sigue siendo el coronavirus, la inmunidad de rebaño ya no es posible”, lamenta Iahn Gonsenhauser, jefe de calidad y seguridad de los pacientes en la Universidad Estatal de Ohio. “Sería necesario alcanzar un porcentaje de inmunización tan alto que probablemente no es posible lograr ni mantener”.
Gonsenhauser no quiere ser muy tajante, ya que respeta la opinión de los otros expertos que piensan que el coronavirus sí podría desaparecer si llega un momento en el que todos estén vacunados o hayan superado la enfermedad y hayan generado cierto nivel de inmunidad.
“Si el virus sigue volviéndose más contagioso, es posible que alcance un punto en el que cave su propia tumba al contagiar a toda la población sin vacunar y nos deje con un porcentaje ínfimo de población todavía susceptible de participar en la replicación del virus”, admite Gonsenhauser.
Pero, personalmente, Gonsenhauser no cree que sea un escenario problable ni cree que la variante Delta vaya a contagiar a un porcentaje tan alto de la población como para llegar a ese punto. Además, alcanzar ese escenario supondría un enorme coste humano: miles de muertos por el camino y una presión hospitalaria aún mayor.
Aunque la mayoría de los expertos en enfermedades infecciosas coinciden en que el coronavirus no va a desaparecer, también piensan que al final podremos volver a la normalidad.
“Creo que la variante Delta ha llegado para quedarse. No la vamos a vencer, solo la vamos a hacer retroceder”, explica John Bradley, director médico de la división de enfermedades infecciosas del Hospital Infantil Rady de San Diego.
Al final, Bradley cree que la covid-19 será muy parecida a la gripe: va a seguir circulando por todo el mundo y la población necesitará vacunas periódicas. Para bien o para mal, la gente lo aceptará como una parte más de su vida.
“La gente empezará a pensar: ’Bueno, parece que la variante Delta no es tan peligrosa”, vaticina Bradley. Algo parecido sucede con la gripe, que provocó 6300 muertes en España en la temporada 2018-2019 y 3900 muertes en la temporada 2019-2020, según el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España.
Peter Chin-Hong, catedrático de Enfermedades Infecciosas en la Universidad de California, también piensa que llegaremos a un “nuevo equilibrio” con “brotes regionales”.
“Yo pienso que el coronavirus va a permanecer entre nosotros de manera indefinida, pero eso no significa que no podamos vivir en paz”, aclara. Será necesario un enfoque “multidimensional” para salir de esta situación, con medicamentos preventivos para las personas más vulnerables y mejores tratamientos para quienes enfermen.
Algo en lo que coinciden los tres expertos entrevistados para este artículo es que el factor más importante para superar esta crisis es lo rápido que seamos capaces de vacunar a todo el mundo.
“La vacunación es nuestra vía de escape”, afirma Gonsenhauser. “Con el aumento de la tasa de vacunación vendrá un descenso de la prevalencia en la comunidad, un descenso en la transmisión y una vuelta a la normalidad”.
La perspectiva de vivir con el coronavirus de forma indefinida suena poco halagüeña, pero los expertos mantienen que hay motivos para la esperanza, tanto ahora como en el futuro.
Chin-Hong, por ejemplo, señala que la mascarilla, por muy controvertida que siga siendo, se ha convertido en un aspecto tan del día a día que nos ayudará a adaptarnos a otras enfermedades en el futuro. Los niños en particular, que llevan un porcentaje importante de sus vidas conviviendo con las mascarillas y afrontando alteraciones importantes en su rutina, probablemente se adaptarán antes que nadie a las amenazas de salud pública en el futuro.
“Ahora mismo los adultos solo estamos discutiendo y peleándonos los unos con los otros, pero los niños están siendo muy flexibles y resilientes”, explica. “Cuando crezcan, serán los líderes de nuestra sociedad y tendrán un paradigma muy distinto sobre cómo actuar en este mundo”.
Redondeando este mensaje de esperanza, Bradley insta a la gente a reflexionar sobre cómo la comunidad científica ha conseguido sobreponerse en este año y medio a un desafío sin precedentes.
“Es un virus nuevo. De vez en cuando descubrimos virus nuevos; es parte de la vida. Es la Madre Naturaleza”, comenta. “Me gustaría que la gente se sintiera orgullosa de todo el trabajo que ha hecho la comunidad científica con este nuevo virus: lo ha secuenciado, ha descubierto cómo funciona y ha desarrollado vacunas y tratamientos. Ha sido algo milagroso”.
Los expertos todavía están aprendiendo sobre el coronavirus. La información de este artículo es la que se conoce en el momento de la publicación, pero los datos y las recomendaciones pueden cambiar conforme avancen las investigaciones.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.