'The Mandalorian' es lo mejor que le ha pasado a 'Star Wars'
Era necesario olvidarse del azúcar de Disney y de todo lo que vino después del 'Episodio VI - El retorno del Jedi'.
The Mandalorian es lo que necesitaban los fans de Star Wars para reconciliarse con la saga. Es lo mejor que les ha podido pasar tras 20 años de continúa decepción. La primera llegó en 1999 con el estreno de Episodio I y el mazazo lo recibieron en 2012 cuando Disney compró Lucasfilm. Llegó la magia, la edulcorización, lo políticamente correcto y el final de la carga adulta de las tres primeras películas de la saga. Bienvenida, desilusión.
El acierto del productor Jon Favreau es haberse olvidado de los 36 años transcurridos entre la tercera película, El retorno de Jedi, de 1983 y el 12 de noviembre de 2019, cuando se estrenó la primera temporada de la serie. Al fin y al cabo, cualquier fan de Star Wars tiene claro que si has visto las tres primeras cintas lo has visto todo, y si hay que salvar alguna posterior se quedan con Rogue One (2016), que no deja de ser un spin-off.
“Ha recuperado la esencia, la iconografía de entonces y los personajes terciarios, ni siquiera los secundarios, de los inicios de la saga”, apunta como el gran acierto el filólogo y periodista David Felipe Arranz, autor del libro Indios, vaqueros y princesas galácticas. Los rebeldes del cine. “Jon Favreau ha jugado con inteligencia porque se ha centrado en los cazarrecompensas de El Imperio contraataca, que fueron un regalo para los seguidores despertando mucho entusiasmo y que George Lucas no había llegado a explotar”, añade.
De ahí sale el Mandaloriano, una versión de Boba Fett, el cazarrecompensas que más gustó a los fans y de cuyo éxito supo aprovecharse la industria del merchandising de entonces. Pensó en hacerlo también Disney cuando anunció su spin-off que decidió cancelar en 2018. Favreau hizo de la necesidad virtud. Vio la expctación generada, cogió la semilla ya sembrada por Lucas, la regó y ahora se dedica a recolectar los frutos.
El protagonismo de los otros
Es el juego de la nostalgia bien hecho. Darle protagonismo a quienes estaban ahí desde el principio pero nadie los explotó.
A ese regreso de Boba Fett, o más bien de su esencia, hay que sumar la recuperación de otros personajes magnéticos de los 70 y poco explotados. Arranz cita a los jawas, los moradores de arenas y los ugnaught, a los que todavía les quedaba mucho por decir.
Algo parecido ocurrió con Ahsoka Tano en el quinto episodio de la segunda temporada. Más que nostalgia se jugó la baza de la sorpresa. El director Dave Filoni, que firma el capítulo, puso a Rosario Dawson en la piel de este personaje que no había aparecido en ninguna de las películas o precuelas, pero con papel protagonista en las series animadas Star Wars: The Clone Wars (2008) y Star Wars Rebels (2015). La reacción al verla fue unánime.
El caso de Baby Yoda es diferente. No vuelve el personaje pero Grogu (ya se le puede llamar por su nombre) conecta directamente con el maestro jedi, que para Eduardo Segura, profesor de filología en la Universidad de Granada y experto en Star Wars, es sin duda uno de los personajes más queridos de este universo. “Es un guiño al clásico y a su sabiduría, y devuelve la idea de que alguien muy pequeño puede albergar grandes poderes”, apunta sobre este nuevo fenómeno del merchandising. Los niños de antes querían el muñeco de Boba Fett, los de ahora quieren al de Baby Yoda.
“Es la cuota Disney que hay que pagar”, difiere Arranz, para el que la presencia de Baby Yoda es más bien anecdótica.
En esa cuota Disney, en el juego de lo políticamente correcto, se sostiene la polémica del tercer capítulo de esta segunda temporada. Phil Szostak, jefe creativo de Lucasfilm, tuvo que pedir disculpas a los fans de la serie que habían puesto el grito en el cielo por ver a Grogu comer los huevos sin fecundar de Frog Lady. Lo vieron como una especie de atentado contra una especie en peligro de extinción.
“La serie funcionaría igual sin él. Los fans responderían igual si, en lugar de proteger a este personaje, el Mandaloriano tuviese que mantener a salvo a R2-D2, C-3PO o BB-8”, asegura.
Regreso al oeste
Si los personajes nostálgicos venden, las referencias también y Jon Favreau lo ha sabido ver. Su mérito no es haber inventado nada, sino detectar lo que tenía que explotar. Recupera personajes y recrea escenas de las tres clásicas, que al final son homenajes al spaguetti western y al cine de Akira Kurosawa, referencias ambas para George Lucas.
“Siempre fue reacio a reconocer las influencias de sus obras, pero sí ha dicho que bebe del cine del oeste y de las películas de samuráis”, explica Segura.
En The Mandalorian está también la esencia que Lucas copió Sergio Leone. El tempo narrativo es del director italiano, la lentitud de los duelos, la forma de mirarse. El Mandaloriano es un pistolero como los del italiano. Incluso la forma en que el protagonista de la serie coloca su capa recuerda a Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo.
“Pero no son referencias al cine del oeste ni al de Kurosawa, lo que hace Favreau es subrayar los hallazgos de Lucas”, insiste Arranz, quien recuerda que Lucas creó en los 70 el género de los western galácticos o películas de samuráis en el espacio. Él marcó el camino a títulos posteriores como Atmósfera cero (1981) o Los siete magníficos del espacio (1980).
El tiro bajo de cámara y los escenarios son herencia de George Lucas. The Mandalorian lleva de nuevo a Tattoine, el desértico planeta en que vive Luke Skywalker, interpretado por Mark Hamill. “Y siempre hay una escena del Mandaloriano cabalgando por el desierto”, añade Segura, que ve en el personaje al clásico protagonista de las películas del oeste.
“Es un hombre en búsqueda constante. Busca su rostro, su identidad, busca su esencia de vivir, de su historia”, dice sobre el personaje que esconde constantemente su cara. “Esa búsqueda es la esencia del western. No es pegar tiros”.
Esta escena ya la he visto
La sorpresa del episodio 5 de la quinta temporada no fue sólo la aparición de Ahsoka Tano sino también el homenaje del director Dave Filoni a la película Yojimbo (1961) de Kurosawa, que en su día inspiró a Lucas. Poco tardaron los espectadores en verlo y hacer montajes como éstos.
Cada capítulo es una comparación, una vuelta a los 70. También pasó en el quinto episodio de la primera temporada con la vuelta al puerto espacial de Mos Eisley.
La famosa cantina del Episodio IV aparece escondida en los títulos de crédito en forma de ilustración para retomar una de las eternas polémicas del universo Star Wars: ¿quién disparó primero en el duelo? ¿Han Solo o el cazarrecompensas Greedo?
Ese dibujo y todos los escondidos en los títulos de crédito son otro regalo que The Mandalorian hace a los fans de la trilogía. No son escenas postcréditos, la mayoría son ilustraciones de las vistas en el capítulo previo.
“En realidad es un regalo para la generación de los 70. Son un homenaje a los storyboards que hicieron en la saga original”, añade Arranz celebrando el acierto plástico de la serie.
El reto es continuar
La temporada primera fue un éxito por sorprendente, la segunda lo está siendo aún más, pero ahora llega el reto: renovar una tercera y mantenerse a ese nivel.
No es fácil, insiste Arranz. “Pasada la sorpresa inicial me ha dejado de interesar. Es un spin-off gracioso pero nada que ver con lo que despertaba la trilogía original con sus grandes guiones”, asegura para recordar que el guion de El imperio contraataca y El último Jedi es de Lawrence Kasdan, del que dice es “uno de los mejores guionistas de la segunda mitad del siglo XX”.
Añade otro nombre: Leigh Brackett, guionista de El imperio contraataca y uno de los ases escondidos en la manga de George Lucas. Para crear su segundo western espacial, el director fichó a la autora del guión de uno de los western más famosos de la historia: Río bravo.