Alemania deja atrás a Merkel en unas elecciones con el socialdemócrata Scholz como favorito
60,4 millones de ciudadanos están llamados a votar para pasar página y lo que auguran las encuestas es una forzosa alianza, posiblemente a tres, para llegar a la cancillería.
Alemania dice adiós a 16 años de mandato de Angela Merkel y cuesta hacerse a la idea. La política más importante de lo que llevamos de siglo deja un hueco muy complicado de llenar y para su relevo no hay nadie que, a día de hoy, prometa tener su talla. La canciller no fue mayorías absolutas y justo eso la forzó a afanarse en llegar a acuerdos y pactos, uno de sus principales legados. A ello estarán abocados también sus sucesores porque, aunque las encuestas hablan de cambio, nadie podrá gobernar en solitario y habrá que echar mano del diálogo. Habrá que ver el empuje y aguante de los nuevos.
El país se juega en la nueva legislatura salir de la crisis de la pandemia, impulsar el crecimiento económico, hacer frente a la emergencia climática, mejorar la justicia social y reducir las desigualdades, que han sido los grandes temas de campaña, pero lo que pase en el Bundestag es esencia también para la Unión Europea. Alemania es el país más poblado de la Unión (83 millones de habitantes), es su locomotora económica y quien sigue tirando del carro para los grandes consensos comunitarios y la defensa de los valores fundacionales de la alianza.
Por primera en 72 años, entre los aspirantes no se encuentra la persona que ocupa la Cancillería. A las urnas se llega con el socialdemócrata Olaf Scholz (SPD) en cabeza de las encuestas, con entre un 25 y 26% de los votos, seguido de los conservadores de Armin Laschet (CDU, el partido de Merkel, que concurre con su aliado bávaro, la Unión Socialcristiana o CSU), que lograrían del 20 a 21% de los votos, y Los Verdes de Annalena Baerbock, que se quedarían del 16 al 17%. El Partido Liberal (FDP) obtendría entre el 11 y el 12 %, lo mismo que la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), mientras que La Izquierda oscila entre el 6 y el 7%, poco por encima del mínimo del 5% necesario para formar grupo parlamentario.
No es un giro de la derecha a la izquierda: durante los últimos cuatro años, Alemania ha estado gobernada por una supercoalición de socialdemócratas y conservadores, algo que si bien es impensable en España en Berlín sonó a acuerdo de estado y necesidad. Ese pacto no tiene visos de reeditarse y los ciudadanos, mientras, apuestan por el socialista, que no es ni carismático ni lanzado y, por eso, es el que más se parece a Merkel. Lo que se busca es continuidad.
Los sondeos llevan meses dando bandazos y, de hecho, en esta última semana de campaña se han recortado las distancias entre el SPC y la CDU, por lo que todas las opciones están abiertas. En primavera, la confirmación de Baerbock como candidata hizo que la formación ecologista, por primera vez, encabezase las preferencias de voto. Unos cuantos escándalos bajaron su popularidad. En verano, quien subió fue Laschet, segundo plato en un partido que tuvo una crisis de liderazgo y a quien no le iban a dar el papel de suceder a Merkel pero se lo dieron. También metió la pata, bajaron sus números y, mientras, Scholz fue paso a paso, sin muchos errores, ascendiendo.
Las posibles coaliciones, un baile de color
Lo que queda claro es que los 709 diputados del Bundestag estarán muy repartidos, tanto como fraccionado el voto. Ya casi es imposible un bipartito (salvo el que sumen SPD y CDU, que han dicho que no están dispuestos a reeditar), así que la cosa va de tripartitos en adelante.
Jugando con los colores de cada formación, se habla de coaliciones semáforo, Kenia, Jamaica, Alemania, un tripartito de izquierdas, la gran coalición actual... Con los números en la mano, serían viables:
- 🚦Coalición semáforo: una suma de socialdemócratas, verdes y liberales.
- 🇰🇪 Coalición Kenia: con la CDU, el SPD y Los Verdes.
- 🇩🇪 Coalición Alemania: unidos la CDU, el SPD y los liberales.
- 🚩 Coalición de la izquierda (o rojo-morado-verde): alianza entre el SPD, Los Verdes y La Izquierda.
Entre las cábalas también están las más improbables, la Coalición Jamaica de la CDU, Los Verdes y los liberales, y las bipartidistas: rojo y verde con socialdemócratas y ecologistas, o negra y verde, con CDU y ecologistas. Quedan descartadas (de palabra, luego el pragmatismo de los días puede hacerlo cambiar todo) la alianza actual, SPD+CDU, izquierda sumada a derecha.
Y en todas estas cábalas no aparece nunca la ultraderecha porque los partidos políticos alemanes le tienen hecho un cordón sanitario que no se rompe (ha habido sólo una excepción y costó cara a quienes dieron el paso) y no se pacta con ellos en ninguna administración. Aunque sea la tercera fuerza del parlamento y primera en la oposición.
A vueltas con la izquierda
Durante la campaña ha sido importante la pelea, no ya por los números, sino por la ideología de fondo. Desde la derecha se ha alentado el miedo a que la izquierda se una y dé un giro a la conservadora y estable Alemania. El carácter de Scholz, que no sólo era vicencanciller con Merkel sino también ministro de Finanzas, respetado en Europa por no inclinarse a la izquierda precisamente y del ala menos progresista de su propia formación, no parece llevar a extremos, pero los escaños salen o no salen.
Por eso, ni Scholz ni Baerbock -que sería la otra interesada en la alianza- han descartado sumar con La Izquierda; sí reconocen que hay muchas diferencias entre ellos, sobre todo en política exterior y de seguridad, que harían difícil el pacto. La Izquierda no quiere estar en la OTAN ni participar en misiones internacionales, por ejemplo. De ahí que la preferencia no ocultada por estos dos candidatos sea la de firmar con los liberales. Su líder, Christian Lindner, rompió hace cuatro años las negociaciones para una alianza con la CDU y Los Verdes. A lo mejor ahora le va bien con el bloque encabezado por Scholz. Antecedentes hay de todos los colores, en todas las regiones alemanas.
¿Seguimos o cambiamos?
Aunque Scholz ni Baerbock aparezcan emparentados en todos lados, porque se ven como aliados imprescindibles uno para el otro y porque se han tirado los tejos en los debates televisados -que el socialdemócrata ha ganado por amplia mayoría-, ambos han tratado de desmarcarse uno de la otra y otra del uno durante la campaña. Y Laschet, en medio.
La CDU se ha querido mostrar como la defensora de Merkel y su herencia, el continuismo en manos de un hombre querido por la canciller, por más que no fuera su favorito. Sin riesgos, aunque un poco menos en el centro, como demostraban sus mensajes sobre inmigración, también buscando la diferenciación. El SPD también ha sacado pecho de la era Merkel, porque sin ellos como muleta no habría existido, y de las semejanzas de su candidato con la mandataria saliente. Más al centro que a la izquierda, con unas gotas más de progresismo.
Quien sí ha defendido la necesidad de renovación ha sido la formación verde, que ofrece “cambio real”, aunque las encuestas dicen que los alemanes siguen viendo a su partido como una estupenda llave de Gobierno y aliado de los grandes, pero no como partido de Gobierno. Un lastre.
Las apuestas
Entre los temas que han centrado la campaña electoral figuran la salida de la crisis derivada de la pandemia, los impuestos, el clima, la jubilación, la digitalización, la política exterior y la seguridad interna, con diferencias sustanciales entre partidos, informa EFE.
Mientras conservadores y socialdemócratas se comprometen a una “neutralidad climática” en Alemania para 2045 y los liberales a más tardar en 2050, los verdes y La Izquierda quieren agilizar este proceso; las vías para alcanzar este objetivo también difieren.
En materia de política fiscal, tras la pandemia y las inundaciones de julio que han golpeado la economía alemana, socialdemócratas, verdes y La Izquierda apuestan por aumentar las cargas a los más acaudalados, mientras conservadores y liberales descartan subir impuestos e incluso contemplan bajarlos.
Y en política exterior y de defensa, conservadores, liberales, socialdemócratas y verdes defienden las relaciones e instituciones existentes, mientras La Izquierda quiere un cambio de paradigma, un cambio hacia una Europa más solidaria y la disolución o la salida de Alemania de la OTAN.
Lejos queda el debate encarnizado por la inmigración de las últimas elecciones, cuando aún estaba muy reciente la crisis de los refugiados de 2015.
Este domingo se sabrán porcentajes de apoyo, pero quedará mucho para saber quién será el próximo o la próxima canciller. Los analistas auguran largas semanas de negociaciones y que Merkel tendrá que estirar su mandato hasta al menos navidades. Dejará un país diverso. El reto, de nuevo, será su capacidad para poner a muchos diferentes de acuerdo. Si los nuevos han aprendido su lección, no será tan difícil: pragmatismo, por encima de todo. 60,4 millones de alemanes tienen la última palabra.