La OTAN se refunda en Madrid
La Alianza Atlántica celebra en España su cumbre más determinante, la que debe dar un giro a sus 73 años de historia y aclarar qué debe ser y dónde debe estar.
Refundarse o morir. A la OTAN no le queda otra. Por eso la Cumbre de Madrid que comienza este miércoles debe ser una sacudida desde los cimientos, un cambio de piel. No basta un lavado de cara ni un poco de maquillaje, sino que se hace insoslayable un giro a la altura de los acontecimientos, o sea, de las amenazas. Tantas, tan variadas, que están modificando el mundo que conocemos a pasos agigantados.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha evidenciado que el cambio, en realidad, no debía ser para hoy, sino para ayer. El 24 de febrero teníamos una OTAN moribunda, dividida, sin objetivos claros, a ojos de todos, pero la guerra le ha hecho ver, al fin, que por ese camino su supervivencia peligraba. Vladimir Putin, sin quererlo, le ha insuflado un ánimo nuevo, recordando los objetivos para los que fue creada y los valores que la sustentan. A sus 73 años, tiene que aclarar de nuevo qué debe ser y dónde debe estar. Sabe una cosa: no podrá avanzar si no hay unidad, y eso será lo que trate también de exhibir estos días, que van todos a una.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte nació para contener a la Unión Soviética y proteger a las democracias de Europa Occidental del comunismo. Acabada la Guerra Fría y tras la desaparición de su gemelo al otro lado, el Pacto de Varsovia, afrontó nuevos desafíos. El más importante en estos años ha sido su misión en Afganistán, pero en agosto del año pasado todo acabó en desastre, con las potencias internacionales escapando de Kabul y los talibanes llegando, de nuevo, al poder. Era el fin de una época. Los socios lo tenían claro. Ya se hablaba de “muerte cerebral”, de la necesidad de que cada socio tuviera sus propias apuestas... pero no se pasaba de las palabras a los hechos. Entonces, llegó lo imposible, lo impensable: Ucrania y la guerra en el corazón de Europa.
La Cumbre española iba a ser en homenaje a los 40 años de adhesión a la Alianza que cumple nuestro país. Cuando se anunció, hace un año, se esperaba casi de transición. La gracia estaba en ver quién iba a sustituir al actual secretario general, Jens Stoltenberg. Hoy el noruego no suelta el cargo, porque hace cuatro meses Rusia comenzó su “operación militar especial” rusa y hay que actuar. Toca adoptar una la estrategia que al menos le permita andar con seguridad hasta 2030.
Blindar el este
En esta cita de dos días, a la que acuden 40 líderes mundiales (los 30 de la OTAN más los europeos que no son de la Alianza e invitados del Indo-Pacífico, África y Oriente Medio) y 5.000 asistentes, se espera ante todo reforzar el este europeo, en apoyo a Ucrania y como medida de disuasión y defensa ante el expansionismo ruso. Es un escenario de “disuasión” y “defensa colectiva” sin precedentes desde la Guerra Fría. El compromiso adelantado el lunes por Stoltenberg es el de multiplicar de 40.000 a más de 300.000 los efectivos en alta disponibilidad ante Moscú, que ahora se considerará “la mayor amenaza” para la seguridad del espacio OTAN.
“Nuestra cumbre en Madrid esta semana será transformadora”, aseguró Stoltenberg en su comparecencia-marco de cara a la cumbre. Es
Una de las principales decisiones que tomarán los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, explicó, será la de “transformar” la Fuerza de Respuesta y aumentar el número de fuerzas de alta disponibilidad hasta superar ampliamente los 300.000 efectivos”.
Esa Fuerza de Respuesta de la OTAN es “una fuerza multinacional altamente preparada y tecnológicamente avanzada formada por componentes terrestres, aéreos, marítimos y de Fuerzas de Operaciones Especiales que la Alianza”, indica la Alianza, que se puede desplegar rápidamente allí donde se necesite y cuenta hoy con 40.000 efectivos aproximadamente.
Los números del despliegue y refuerzo parecen claros, y en la cumbre hay que organizar cómo se ponen sobre el tablero, cómo se organizan y se coordinan y cómo se reparten los esfuerzos. La OTAN prevé tener más equipos preposicionados y reservas de suministros militares, el despliegue de más capacidades -como la defensa aérea-, el refuerzo del mando y control y unos planes de defensa mejorados, con fuerzas “preasignadas” para defender a determinados aliados, indicó el secretario en su comparecencia.
La Alianza también se hará más fuerte en el reste pasando de tener batallones a brigadas. Esto quiere decir que donde ahora hay entre 1.000 y 1.600 efectivos, tras la cumbre habrá el doble. No sólo es una cuestión de botas sobre el terreno, sino de lo que llevan esos uniformados: mejor armamento, más sofisticado y con más autonomía. No obstante, el secretario general avisó de que este incremento no será uniforme en todos los países del oriente de la Alianza, y que dependerá de las “necesidades” del territorio y el momento.
Y, aún así, este despliegue sigue siendo insuficiente para países como los bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), los estados UE y OTAN más próximos a Rusia y más amenazados por el ansia de Putin, que reclamarán en la cita madrileña que haya divisiones al mando de generales, con 15.000 integrantes cada una. La visión es muy distinta cuantos menos kilómetros te separen del Kremlin o del alcance de sus misiles.
La guerra iniciada hace ochos en Ucrania con la autoproclamación de independencia de las repúblicas prorrusas del Donbás (Donetsk y Lugansk) y la anexión por parte de Rusia de Crimea, hizo que la Alianza Atlántica decidiese instalar cuatro batallones multinacionales en Polonia y los países bálticos. El despliegue fue firme desde 2017 y ahora en la zona se cuenta con 40.000 soldados, 130 aviones de combate y 140 buques de guerra, tras el refuerzo del último trimestre en Rumanía, Bulgaria, Hungría y Eslovaquia, a causa de la nueva agresión rusa. Estados Unidos también ha pasado de tener 70.000 uniformados en la región a 100.000.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, intervendrá por videoconferencia en la primera jornada de la cumbre, un discurso que se prevé duro, y podrá escuchar por boca de los Aliados los detalles del paquete integral de ayuda a su país que se prepara, en paralelo al aumento de fuerzas. La idea es que Kiev pueda defenderse mejor de la agresión rusa y mejorar sus comunicaciones, además de contar con sistemas antidrones y combustible. “A largo plazo, ayudaremos a Ucrania a pasar de los equipos militares de la era soviética a los modernos de la OTAN”, apuntó Stoltenberg.
Ucrania no es miembro de la OTAN y Zelenski, desde los inicios de la guerra, asumió que no podrá serlo al menos en un tiempo. Justo Putin usaba la posibilidad de que se agregara a los Aliados como uno de los motivos supuestos de su invasión. Un discurso que pronto quedó en nada.
No hay amenaza mayor
Rusia no está declarado como un país amenazador para la OTAN, porque el texto que ahora mismo rige, acordado en Lisboa en 2010, la cita como “socio estratégico”. Ahora ya no lo será más. En el marco estratégico ahora mismo en vigor, que será cambiado por el nuevo Concepto de Madrid, con Rusia se mantenían los contactos y la colaboración. Por ejemplo, ahí estaban el Acta Fundacional OTAN-Rusia o el Consejo OTAN-Rusia, textos y entes de encuentro que se intentaron activar a principios de año en un intento de dialogar y evitar el ataque a Ucrania y que se mostraron inservibles. La nueva etiqueta de “amenaza” supone evidenciar las distancias con el Kremlin y poner las espadas en alto, aunque sea en un sentido “no ofensivo”, como explican fuentes del Cuartel General de la OTAN en Bruselas.
En el documento que será la hoja de ruta de la organización al menos para la próxima década se buscará dar “una nueva realidad de seguridad” a lo que Rusia supone y que supondrá “un cambio fundamental en la disuasión y la defensa” de la Alianza. “Nos guiará en una era de competencia estratégica”, dijo, y confió en que el nuevo Concepto Estratégico “deje claro que los aliados consideran a Rusia como la amenaza más importante y directa para nuestra seguridad”, insiste Stoltenberg.
Según fuentes de la OTAN, se buscará “adecuar las directrices políticas y militares al nuevo contexto estratégico, tras una década de cambios”, que incluye no sólo lo que hoy vemos cada día en los titulares, sino conflictos y debates que arrancaron hace años y tienen consecuencias y recorrido hasta hoy, de Crimea a la guerra en Libia, pasando por la salida de Afganistán en agosto pasado, los efectos del Brexit en la defensa o las discrepancias entre EEUU y la UE sobre la necesidad o no de que Europa tenga más autonomía -como dice su nueva Brújula Estratégica.
El Concepto Estratégico de Madrid, debe “orientar” sobre cuestiones clave para la Alianza, como reforzar el vínculo transatlántico, que estaba tocado tras los tiempos de Trump y la salida de Londres de la Unión, “adecuar la disuasión” en puntos clave del planeta y aclarar “la defensa a las nuevas amenazas”, en resumen, fijar un dibujo de prioridades, posicionamientos y medios para que nada perturbe la seguridad.
El texto que salga el jueves de esta cumbre no sólo hablará de Rusia. Obviamente esa amenaza asusta al este de la OTAN, pero no se puede olvidar que EEUU tiene especial empeño en prevenir lo que pueda hacer China. El documento de 2010 no incluía al gigante asiático y el de 2022 hablará de él como un “desafío estratégico y sistémico”, un escalón por debajo de la catalogación rusa. Mejor no subir más y no provocar, piensan en la Alianza. Mejor dar un toque de atención.
Washington entiende que en Asia se juega el futuro y hay asesores de Biden informando a la prensa de su país de que la crisis europea puede cerrarse en un plazo medio, pero la del Indo-Pacífico no, que esa será la gran pugna del siglo. Por eso presiona para que a la OTAN le importe tanto como a la Casa Blanca, por eso están invitados los Gobiernos de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. La importante presencia china en las economías europeas confiere a los aliados de la UE una mirada menos hostil que la de EEUU, de antemano.
El famoso 2%
Para hacer frente a todo lo anterior, Stoltenberg ha dejado claro hay que “invertir más”. Y eso significa dedicar el 2% del PIB de cada país miembro a Defensa. Es el famoso 2% que llevan años pidiendo los más poderosos, como EEUU, pero al que no se comprometían países como España, por varios motivos: desde que suponía un pico demasiado grande de sus economías locales, sin amenazas que lo justificaran, a que se podía ser determinante con otra cosa que no fueran los euros, como los participantes en misiones.
La OTAN ha publicado esta semana nuevas cifras sobre el gasto en Defensa de los suyos, que muestran que 2022 será “el octavo año consecutivo de aumentos en los aliados europeos y Canadá”. Actualmente, nueve aliados han alcanzado o superan ya el objetivo de invertir el 2% de su PIB en defensa, marcado para 2024, mientras que 19 tienen “planes claros” para lograrlo entonces y, otros cinco, han expresado “compromisos concretos” para llegar a ello a partir de entonces. España ya ha prometido que llegará a ese dinero, aunque ahora está en el 1,03% del PIB, una apuesta del presidente Pedro Sánchez que ha generado un importante roce son Unidas Podemos, socia del PSOE en el Gobierno. Stoltenberg tiene un aviso para navegantes: “El 2% se considera cada vez más un suelo, no un techo”. Para quien aún siga con el debate de si subir o no subir... Eso también entra en la apuesta “decisiva y transformadora” que supone esta cumbre.
Los aliados tienen previsto, además, aprobar en esta cita un fondo de innovación de 1.000 millones de euros para invertir en tecnologías emergentes de doble uso y pactarán reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de la Alianza. Es la cuantía más concreta que se ha dado, porque todo el despliegue anterior está por definir.
Los nuevos aspirantes
Madrid puede ser, también, el lugar donde la OTAN gane dos nuevos socios, Finlandia y Suecia. La crisis ucraniana ha hecho saltar por los aires su neutralidad de siglos, un referente mundial, y ambas naciones han dado el paso de comprometerse con la Alianza. Ante las amenazas de Putin, las dos han estado ya presentes en las reuniones de la organización desde que la invasión arrancó, el 24 de febrero pasado, pero a nivel de oyentes.
El deseo de la OTAN hubiera sido que su adhesión hubiera estado pactada desde antes de la cita española, pero ha habido atranque en las negociaciones con Turquía, un socio que se ha opuesto hasta ahora a la entrada de los aspirantes. Si un sólo aliado dice no se rompe la unanimidad requerida por el Tratado de Washington (artículo 10) y no hay acuerdo. Lo que no gustaba a Ankara son relaciones de ambos estados con el independentismo kurdo, principalmente con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), pero también con los movimientos armados kurdos en Siria, a los que Turquía combate desde hace años. Criticaba que rechazan sus demandas de extradición de miembros de “organizaciones terroristas”, como las llama, pero que ni Helsinki ni Estocolmo califican como tales.
Sin embargo, a última hora, el presidente de Turquía, la primera ministra de Suecia y el presidente de Finlandia han firmado un acuerdo a tres bandas en virtud del cual Ankara levanta su veto a la adhesión de Helsinki y Estocolmo a la Alianza Atlántica. El pacto llega tras la reunión que han mantenido en Madrid, a cuatro con la participación del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la víspera de la cumbre, como recoge Europa Press.
¿Sería un fracaso irse de Madrid sin esta incorporación? No, dice el secretario general, porque los procesos son lentos, por más que se esté forzando la máquina por culpa de las urgencias ucranianas. Puede ser que lleve unas semanas más, o puede que encalle.
Georgia también estará presente. El país que esperaba con ansia tener protagonismo y hablar con tiempo de su adhesión ha quedado en un segundo plano. No obstante, que ya ha dicho que aguarda una respuesta “digna” en este encuentro sobre sus aspiraciones.
España no sólo está de cumpleaños en la OTAN y no sólo es la anfitriona contemplativa. El Gobierno también quiere que se hable de sus intereses más cercanos en esta cumbre, y eso se llama flanco sur. Sánchez desea medidas concretas para esa amenaza en el Concepto Estratégico de la Alianza Atlántica, que pasan por una mirada de “360 grados”, esto es, que no sólo mire a Rusia o a China, sino a África. El Sahel está en su diana
Sus ministros han puesto ejemplos concretos sobre lo que se debe tratar: el uso político” del suministro energético, el terrorismo yihadista radical o los ciberataques o los flujos migratorios irregulares.
No obstante, no está claro si habrá sólo debate, un apoyo genérico o detalles concretos. Habitualmente, la OTAN ha dicho que no va a actuar directamente en el flanco sur salvo que las poblaciones o territorios de los aliados estén en peligro. Además, cuenta con reticencias pasadas, como la de Turquía en Libia. Es más posible que apoye las acciones particulares de sus miembros -vienen a la cabeza Irak o Siria-.
Londres también quiere que se preste atención al flanco sur del bloque, al norte de África y el Sahel, lo cual es un importante apoyo para las autoridades españolas.
Debate de calado, que se sumará al de una mayor autonomía estratégica para la Unión Europea, por ejemplo, que abandera el francés Emmanuel Macron, o la expansión de las guerras híbridas, la colaboración con países no socios como Jordania o Mauritania, presentes en Ifema...
La cumbre promete. El mundo espera respuestas. Y unidad.