Un 'clásico' marcado por 8 minutos en el Bernabéu
Cómo la victoria del City de Guardiola ha condicionado un duelo al que ni Real Madrid ni Barcelona llegan en su mejor momento.
Era el mejor de los tiempos en Madrid y era el peor de los tiempos en Barcelona. Y, sin embargo, en apenas 8 minutos contra el Manchester City, el invierno de la desesperación se trasladó de la ciudad condal a la capital.
Es la historia de dos ciudades cuyos equipos de fútbol viven en una urgencia tal, que las crisis vuelan en puente aéreo de un día para otro.
El Barça, que vivía inmerso en un caos institucional que llevó a su afición a pedir la dimisión del presidente, llega al clásico en el Bernabéu como si nada hubiera pasado. Ironías de la vida, todo gracias a un equipo entrenado por Guardiola.
Mientras tanto, el Madrid casi se ha despedido de su competición fetiche, la Champions League, tras la derrota en octavos por 1-2 ante el Manchester City. Para colmo, en los últimos dos partidos ha cedido cinco puntos al eterno rival en Liga, que se antoja la única competición por la que luchará hasta final de temporada.
Y aunque el partido de este domingo no decidirá nada, puede dejar muy tocado al equipo local. Con 39 puntos en juego, el Barcelona aventaja al Madrid en dos puntos. Si gana en el Bernabéu, aumentará esa distancia a cinco. Pero lleva cuatro derrotas en la jornada 26. El año pasado, a estas alturas, los culés tenían cinco puntos más, ya que había perdido dos partidos menos.
Si gana, el Madrid puede salir reforzado y líder, con apenas un punto de ventaja sobre su máximo rival. Pero su trayectoria deja muchas dudas, quizás muchas más que la del Barcelona.
200 millones, diez goles
Los de Zidane tienen un verdadero problema de cara a la portería. Los datos son demoledores. La temporada pasada el equipo blanco acabó con 63 goles a favor, 27 menos que los blaugrana. La marcha de Cristiano Ronaldo supuso una auténtica losa en el ataque madridista, ya que un año antes había terminado la competición con 94 goles a favor. Echen cuentas.
Ante tamaña sequía goleadora, el club se puso manos a la obra y buscó en el mercado.
En el mes de junio anuncia la contratación del delantero belga del Chelsea Eden Hazard por 100 millones de euros. De momento, su fichaje ha sido una total ruina. Se ha pasado casi toda la temporada lesionado, apenas ha jugado 15 partidos y ha marcado sólo un tanto. Tampoco jugará el clásico.
Ese mes también se anunció el fichaje del delantero serbio de 21 años Luka Jovic, procedente del Eintracht de Frankfurt alemán, por la friolera de 60 millones de euros. Lleva dos goles en 24 partidos.
También presentó a Rodrygo, un chico brasileño fichado del Santos por 45 millones de euros en 2018. Jugó el primera año en el Castilla, filial del Madrid, y debutó esta temporada con el primer equipo. Lleva tan sólo dos goles en 12 partidos de Liga. Siete en el total de la temporada.
Benzema es el único que tira del ataque madridista, con sus 13 goles en Liga, 18 en la temporada. El siguiente es Sergio Ramos, un defensa, con 7 goles.
El resto es un cuadro. Bale está más fuera que dentro y sólo ha marcado tres goles en 18 partidos. Mariano, otro de los delanteros del equipo, apenas ha jugado dos partidos en toda la temporada. Asensio está lesionado de gravedad desde julio y todavía no se sabe cuándo regresará.
Pese a todo esto, el equipo de Zidane estaba, hasta la derrota contra el City, mucho mejor que el año pasado. Ha ganado un título, la Supercopa de España, y le está peleando la Liga al Barça, algo que la temporada pasada era toda una quimera.
Un año convulso
Si no llega a ser por el declive madridista, el Barcelona habría llegado a este Clásico con más urgencias que su rival. En plena crisis institucional y futbolística, ganaba partidos pero el club era un caos: inmerso en la polémica de las redes sociales y con un enfrentamiento abierto entre su director deportivo, Eric Abidal, y la gran estrella del equipo, Leo Messi.
El conjunto catalán vive la temporada más convulsa de los últimos años. Con el recuerdo de las nefastas derrotas en Champions de los dos últimos años ante la Roma y el Liverpool, el entrenador Ernesto Valverde comenzaba la temporada muy cuestionado.
Pese a haber ganado dos ligas y una Copa del Rey, la derrota en cuartos de final de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid le costó el banquillo.
El club ya había sondeado a Xavi Hernández, que rechazó hacerse cargo de la plantilla, y buscó un perfil cruyffista.
Quique Setién fue el elegido. En diez partidos ha logrado siete victorias, dos derrotas y un empate, el 1-1 del pasado miércoles ante el Nápoles en octavos de la Champions.
Su estilo, jugando desde atrás y abusando de la posesión, no termina de convencer. El equipo, pese a ir líder en la Liga, no demuestra la contundencia de otras temporadas. Pero tiene a Messi.
A esto se suma que algunos jugadores se han revuelto contra la directiva, como hizo Busquets tras el partido de Champions, cuando criticó la planificación deportiva.
El rendimiento de los fichajes y las lesiones tampoco han ayudado. Dembelé, uno de los fichajes más caros de la historia del club, ha encadenado numerosas lesiones musculares desde su llegada al equipo. La última le ha hecho decir adiós a la temporada. Tampoco Luis Suárez volverá a jugar este año por una lesión en el menisco de su rodilla derecha.
Por suerte para el Barça, el rendimiento de Griezmann, fichado este año, ha ido de menos a más y apunta a ser la mayor amenaza para el Madrid en el Bernabéu con permiso del de siempre.
Porque, seamos claros: el clásico será o no será si lo decide Leo Messi, el único capaz de marcar la diferencia en un partido lleno de incógnitas.