Cinco cartas de amor de escritores que dejan a Emilia Pardo Bazán casi como una mojigata
Entre los escritos pornográficos de Joyce y el delicado erotismo de Neruda.
Finalmente no ha sido como muchos creían. Las “fogosas” cartas de amor que se intercambiaron Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós no fueron destruidas por Carmen Polo ni en el incendio que se produjo en el Pazo de Meirás en 1978.
Según Guillermo Blázquez, un librero perteneciente a la Asociación Cuesta de Moyano, esas cartas entre la escritora gallega y el novelista canario las tiene un coleccionista privado.
En ellas, según Blázquez, Galdós responde a los pasionales escritos que le enviaba Pardo Bazán en los que le llegaba a hacer calientes confesiones como “estoy deseando volver a verte para comerte los pechos”.
Un escándalo, sin duda, para la época... Claro que ellos no son los únicos escritores que han convertido sus misivas de amor en auténticos relatos eróticos, dando rienda suelta a sus más sensuales deseos, peticiones y recuerdos.
El escritor Arthur Miller conoció a Brenda Venus ya en el ocaso de su vida y mantuvieron una especial relación de mentor y musa, que avivó aún más los instintos eróticos del autor de Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio.
El libro Querida, querida Brenda: Las cartas de amor de Henry Miller a Brenda Venus recopila las 1.500 misivas que el escritor intercambió con la sensual actriz.
Esta es una de ellas:
Esta carta que James Joyce envíó a Nora Barnacle, la que fue su única esposa y con la que tuvo dos hijos, está fechada el 2 de diciembre de 1909, cuando la pareja llevaba cinco años de relación.
No, no es para nada una declaración romántica de amor; se trata más bien de un escrito con un tono pornográfico. Y esta es sólo una de las misivas que han ido saliendo a la luz entre ellos:
El escritor francés Gustave Flaubert mantuvo un apasionado romance con la poetisa Louise Colet a la que escribió bellas cartas de amor, en las que no olvidaba las referencias a los placeres más carnales. Además, parece que el autor de Madame Bovary se tenía en alta estima como amante.
Matilde Urrutia fue el gran amor de Pablo Neruda. La historia entre ellos ha quedado recogida en la obra Cartas inéditas, escritos íntimos donde el poeta chileno deja fluir su loco enamoramiento y su pasión por Urrutia, aunque sea sutil y delicado en la expresión de sus instintos más carnales.
Las cartas que Virginia Woolf intercambió con la poetisa Vita Sackville-West son todo un desafío a la sociedad de esa época y un bonito relato erótico entre dos mujeres de principios del siglo XX.
La escritora británica, además de vivir esa historia con desasosiego y desesperación, también la vivió con mucho deseo y, como ella misma reconoció, soñaba con los grandes senos de Vita y le gustaba verla rebosante de perlas.
Así se despide Woolf de su amada en una de las cartas que le envía en enero de 1927: