Científica o madre no puede ser una dicotomía
Estamos hartas de perder compañeras brillantes por el camino porque el sistema las elimina. Hartas de suelos pegajosos, de techos de cristal y de cañerías que gotean.
Decidí ser científica e investigar el cáncer con catorce años. Llena de ilusión, pasión y sueños, pero totalmente desconocedora de lo complicada que es la carrera científica para el conjunto del personal científico y especialmente para las mujeres.
Está claro que la ciencia en nuestro país necesita una inversión seria y estable después de la década perdida de los gobiernos del PP. Por ello, los Presupuestos Generales del Estado para 2022 incrementan la partida dedicada a la Ciencia y a la Innovación hasta los 3.843 millones de euros, lo que supone un aumento del 19% respecto a los presupuestos de 2021 y casi duplica la cifra de 2020. Una inversión sin precedentes que responde a la apuesta firme de este Gobierno por el sector.
Pero no solo es suficiente incrementar la inversión, también es necesario visibilizar la brecha laboral en el ámbito científico y universitario. Porque la brecha de género en la Ciencia sigue existiendo a día de hoy, y mientras no seamos capaces de revertir esta situación estaremos perdiendo mucho talento, estaremos perdiendo a la mitad de la población.
Científica o madre no puede ser una dicotomía, lo ha repetido la ministra Morant en varias ocasiones y lo suscribimos muchas de nosotras.
Porque sí, se nos expulsa del sistema a medida que avanzamos en los puestos de responsabilidad, porque somos buenas para los cargos de predoc o postdoc, pero parece que algunos no creen que estemos capacitadas para ser jefas de grupo. Porque somos buenas profesoras contratadas doctoras, pero es muy difícil que lleguemos a ser catedráticas. Obviamente, estas limitaciones no vienen de la mano de la capacidad de las científicas de nuestro país, sino que vienen de la mano de una sociedad que sigue siendo machista en muchos aspectos, incluida la ciencia y la universidad.
Marie Curie, el gran referente para muchas científicas actuales, no solo fue la primera mujer en obtener un premio Nobel, sino que fue la primera persona en obtener dos premios Nobel, pero obviamente la difusión que se hizo de este hito histórico y sin precedentes fue mucho menor de la que hubiera tenido un compañero científico.
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, es importante recordar que las niñas necesitan referentes femeninos. Porque la vocación científica en las carreras relacionadas con la Ciencia, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas (carreras STEM) se tiene que potenciar, sobre todo entre las mujeres y las niñas. Porque somos mujeres preparadas, formadas y con potencial, y tenemos que seguir empoderándonos para que la igualdad en la ciencia llegue a ser una realidad.
La nueva ley de la ciencia trabaja en esa dirección, con una visión feminista transversal. Porque sin feminismo, por lo tanto, igualdad, no tendremos nunca una sociedad justa, pero tampoco tendremos una ciencia justa.
Estamos hartas de perder compañeras brillantes por el camino porque el sistema las elimina. Hartas de suelos pegajosos, de techos de cristal y de cañerías que gotean. Hartas de que las carreras STEM estén enfocadas más hacia los hombres que hacia las mujeres. Hartas de eufemismos que lo único que indican es que muchas científicas son relegadas a un segundo plano o directamente expulsadas.
Por todo ello, pero sobre todo por todas ellas, trabajaremos con las compañeras y compañeros socialistas para visibilizar y dar voz a todas las mujeres científicas, porque sin ellas estamos perdiendo la mitad del talento de nuestro país.