¡Chicos, mañana construiremos un aspirador de insectos!
Y saldremos al huerto a estudiarlos.
Caras de perplejidad, asombro, entusiasmo... Eso es lo que sintieron nuestros alumnos al escuchar esta nueva propuesta de actividad que llevaríamos a cabo al día siguiente. Implicaba experimentar, manipular, trabajar en equipo, compartir y construir un objeto que nos llevaría a una nueva aventura: la de observar, indagar y buscar en espacios secretos de nuestro centro escolar con la única finalidad de APRENDER.
Estas 'lecciones' iban a tener lugar en un escenario diferente y cercano, lleno de vida y causante del despertar de muchas sensaciones y emociones: nuestro huerto escolar. De manera cotidiana, la naturaleza nos brinda regalos de manera desinteresada y, habitualmente, los desatendemos, movidos por otras curiosidades de nuestra sociedad actual, casi siempre más tecnológicas. Pero el contacto con la naturaleza nos hace más sensibles, más alegres y vitales, más humildes, más humanos y cercanos a los demás.
Todo esto lo he podido comprobar a lo largo de mis quince años de docente en proyectos de huerto escolar y educación ambiental en diferentes centros. Porque como maestro de Educación Física y Educación Infantil y Primaria, siempre he intentado trabajar y desarrollar planes de estudio de ámbito interdisciplinar que contemplen la actividad física y la naturaleza.
Es evidente que la motivación del alumnado es mayor cuando los escenarios de aprendizaje están fuera del aula: el huerto, el campo, una granja, la calle... En mi caso, y por todo lo que nos puede aportar, la naturaleza es mi escenario favorito. Como no siempre hay posibilidad de salir del centro, es una opción trasladar la naturaleza a tu propio centro escolar.
Nuestro colegio, el CEIP Bartolomé Nicolau, de Talavera de la Reina (Toledo), contempla la Educación Ambiental como una de sus líneas pedagógicas en su Proyecto Educativo de Centro. Desde hace cinco años, formamos parte del Programa Ecoescuelas, de carácter internacional. En el marco del mismo, trabajamos diferentes temáticas medioambientales en cada curso escolar: residuos sólidos, agua, energía, movilidad sostenible... En este curso 2017-18, la BIODIVERSIDAD.
Como coordinador de este programa, quiero destacar que el éxito de su desarrollo radica en la participación y la apertura del proyecto a la comunidad educativa y la ciudad. Es una satisfacción personal poder compartir y aportar este tipo de actividades y experiencias. Compartir esos conocimientos, mejora mi autoestima y ayudar a los demás me ha generado un grato sentimiento.
Además, todos aprendemos de todos. Los alumnos me enseñan a ilusionarme y a motivarme para mejorar mis propuestas de aprendizaje. Su naturalidad en estos ambientes relajados, te descubre que son desinteresados y agradecidos, que son colaboradores y sensibles. La comunidad educativa es muy receptiva a estas propuestas, donde los alumnos se relacionan con la naturaleza, donde hay un contacto con ella, ¿será porque venimos y formamos parte de ella? Mi parecer es que sí, que necesitamos estar y regresar a ella. Por ello, en mis propuestas pedagógicas siempre está presente. Porque tenemos un arraigo interior que tenemos que mostrar, y enseñarles a que perdure, y que se herede de generación en generación.
Me gustaría imaginar que lo que a mí me sucede, lo que experimentan y viven nuestros alumnos, sucediese en otros colegios. Mi forma de ver la educación me lleva a una escuela con puertas abiertas, participativa e integradora, basada en experiencias significativas y de la mano de un huerto y la naturaleza.