Ceuta abraza a Pedro Sánchez en una visita histórica con Marruecos de fondo
El presidente del Gobierno visita la ciudad del norte de África en un ambiente de esperanza. Juan Vivas, presidente de Ceuta (PP), agasaja a un Sánchez mejor recibido que hace un año, cuando se produjo la histórica crisis migratoria.
CEUTA.- El 17 y 18 de mayo de 2021 Ceuta vivió el momento más difícil de su historia reciente. Más de 10.000 marroquíes entraron a nado en plena crisis diplomática entre España y Marruecos que dejó al borde del KO a esta ciudad del norte de África. La tensión fue total y Pedro Sánchez acudió de urgencia a Ceuta en un gesto histórico. Casi un año después el presidente del Gobierno ha vuelto a esta ciudad que vive ya con más calma. El Tarajal, frontera que se convirtió en la imagen más compartida en todo el mundo, vive ya una insólita tranquilidad solo alterada por los pocos turistas que quieren ver en el terreno cómo pudo pasar aquel fenómeno migratorio.
Si en aquella ocasión Pedro Sánchez fue recibido con un tremendo alboroto que provocó un caos en el que la seguridad brilló por su ausencia, con manifestantes pateando el coche oficial del presidente del Gobierno, este miércoles ha sido todo lo contrario. Ahora fue agasajado por los suyos y su visita da esperanza a una población que suele mirar a la Península y a Marruecos, pero pocas veces a la propia Ceuta. Ha habido una especie de reconciliación del presidente con esta ciudad.
Así, Sánchez regresó este miércoles a Ceuta y únicamente ya con eso es motivo de historia. Lo hizo con algo más de media hora de retraso y en helicóptero, una de las dos únicas formas de transporte (la otra es el barco) con la que se puede llegar hasta la ciudad norteafricana. El retraso dejó escenas surrealistas como la de unos 40 simpatizantes socialistas congregados allí lanzando consignas cada vez que llegaba un helicóptero y se bajaban sus ocupantes, creyendo que ya llegaría el presidente y agasajando a personas de a pie que se alejaban para no salir en la foto.
Con algún cántico de “yo soy español, español español” y muchos de “presidente” pisó suelo africano Sánchez a las 12:05 horas. Sorteó el viento de levante que tantos estragos causa a menudo. No hay aeropuerto, es tan pequeña la ciudad que no hay sitio para construirlo, y el helicóptero llega a Algeciras en siete minutos y en una media hora a Málaga. A diferencia de hace un año esta vez sí se organizó una llegada acorde a tan visita ilustre: la policía montó un importante operativo y los convocados a las puertas del helipuerto eran militantes y simpatizantes socialistas que se habían organizado por Whatsapp. Con grandes pancartas del PSOE, repartidas minutos antes, recibieron a un Sánchez que no tuvo el detalle de salir a píe o al menos saludar a los suyos. Cogió el coche oficial nada más bajarse del helipuerto.
De allí se trasladó al Palacio de la Asamblea, en plena Gran Vía ceutí, una pequeña calle principal recientemente arreglada y que en una ciudad con uno de los paros más altos de España y barrios llenos de pobreza y exclusión costó más de 8 millones.
Esperaba a Sánchez a las puertas de la Asamblea Juan Vivas, presidente de la Ciudad Autónoma. Vive el político del PP el momento más relevante de todo su mandato y eso que lleva ya más de 20 años. Siempre vivió con mayorías absolutas (sumó cuatro consecutivas) hasta la irrupción de Vox en 2019. Ahora gobierna en minoría intentando manejar una situación difícil, representada a la perfección con los duros plenos que cada mes tiene que dirigir. Varias veces ha dicho que no repetirá en 2023, aunque tal y como está Ceuta y su buena onda con Feijóo no habría que descartar una continuidad.
Vivas es un político entregado a su ciudad que no ha dudado en agradecer en más de una ocasión la ayuda de Sánchez a Ceuta en este último año tan difícil. Este miércoles le miraba con ojos de ilusión, de agradecimiento. No tenía Vivas mucha sintonía con Casado. Y Sánchez se lo ha devuelto con este regalo en forma de visita oficial, un gesto histórico con la que Ceuta impulsará su indudable (pero a menudo discutido) sentimiento español. Y es que la visita de un presidente del Gobierno es una rareza. Solo dos lo hicieron en toda la etapa democrática: Adolfo Suárez en 1980 y José Luis Rodríguez Zapatero en 2006. Pedro Sánchez ya lleva dos, la primera obligada por una situación límite. Ninguno más (en condición de presidente del Gobierno y no como candidato electoral) se atrevió ante la amenaza de Marruecos, que ve en Ceuta una ciudad ocupada. La visita de un representante español siempre ha estado mal vista por el reino alauita. Tanto es así que Ceuta junto a Melilla es el único territorio de España que aún no ha pisado el Rey Felipe. Su padre, Juan Carlos I, lo hizo en 2007 y Marruecos retiró a su embajador de Madrid. Por eso la visita de Sánchez, y más ahora, tiene una especial relevancia en esta ciudad.
Tras los gestos protocolarios en una ciudad en la que gobierna el PP con el sostén parlamentario del PSOE, Sánchez acudió al puerto, el nexo de unión que más une a Ceuta con la Península, infraestructura clave para entender esta ciudad desde la que se tienen unas vistas inmejorables del Estrecho de Gibraltar, hoy ocultas por el tiempo. Visitó la obra que cambiará la zona portuaria por completo y se fue a atender a los medios. Su presencia en el puerto es de especial relevancia porque enfoca el futuro de Ceuta ahí, mirando a la Península.
Lo recalcó el propio Sánchez, que más tarde hizo una comparecencia institucional en sede de la Autoridad Portuaria. Ceuta -y sus medios de comunicación- pocas veces se habían visto en otra igual: protocolo, largas esperas, un espacio pequeño para albergar a periodistas, cámaras y diputados... Este miércoles Ceuta fue menos Ceuta que nunca por la sensación de estar atrapados en medio de un gran cordón policial. En la ciudad en la que se anda sin complicaciones y todo está al lado se cortaron calles, se controló la seguridad a cada paso y se vieron más policías que nunca antes. Había uno cada tres metros. En una ciudad con pocas carreteras (son 19 kilómetros cuadrados en total) los atascos eran monumentales.
Vivas y Sánchez se lanzaron elogios en una comparecencia en la que el presidente de Ceuta miraba admirado al de España. Son de partidos diferentes, pero la sintonía era total. El discurso fue exactamente el mismo. Una rueda de prensa con solo tres preguntas, previamente ya asignadas, que no resolvió, eso sí, algunas de las peticiones más relevantes de la sociedad ceutí.
Y es que aquí, en la “perla del Mediterráneo”, hay un gran anhelo entre la población aún no resuelto: que se abra la frontera con Marruecos. La mitad de la población ceutí es musulmana y tiene nexos de unión cultural, social o familiar con el país vecino. Y a la otra mitad también le interesa que esté abierta, ya sea por intereses económicos o de turismo. Lleva cerrada ya dos años, Sánchez no avanzó nada y todo ello ha provocado situaciones tan rocambolescas como que muchos ceutíes para ir a ver a sus familiares al otro lado de la frontera tengan que ir hasta Málaga para después coger un avión a Tánger y desde allí ir principalmente a Tetuán cuando en media hora en coche se llega a esta ciudad marroquí.
Y así se fue Sánchez, rumbo a Melilla, ciudad a casi 400 kilómetros de Ceuta. Se fue, seguramente, con un sentimiento muy diferente al de mayo de 2021. No hubo insultos y sí aplausos. No hubo tensión y sí esperanza. Y hubo un gesto inequívoco e histórico con una ciudad que como dice este Gobierno es tan española como Madrid o Sevilla. Ceuta hoy siente que su futuro es algo más ilusionante.