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Hagamos inviolable a Revilla
Opinión

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Hagamos inviolable a Revilla

Sería razonable que alguien inimputable sea también inimputador, que alguien inviolable sea también inviolador. Si no se te puede denunciar, carajo, no deberías poder denunciar tú.

El rey emérito, Juan Carlos I, y el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, en una imagen de archivo.Carlos Alvarez via Getty Images

A ver, sería razonable que alguien inimputable sea también inimputador, que alguien inviolable sea también inviolador. Si no se te puede denunciar, carajo, no deberías poder denunciar tú. Los privilegios de los que disfruta la monarquía deberían ser como las reglas del uso de Whatsapp: si yo no quiero que la gente sepa cuándo me conecté por última vez, entonces yo no podré saber cuándo se conectó la gente por última vez. Si no quiero que la gente sepa si he leído o no sus mensajes, entonces yo no podré saber si la gente ha leído o no los míos. Pongámosle doble tick azul a la Casa Real. Se me ocurre algún parecido más entre Whatsapp y Juan Carlos I —referido a la privacidad que se revela, a los mensajes borrados, al emoji de la caca— pero los dejaré para otra columna.

En "Superman II" (1980) el hombre de acero decide volar hasta la Fortaleza de la Soledad y exponerse a la radiación solar roja para perder voluntariamente sus superpoderes. Es un sacrificio, sí, pero lo hace por amor a Lois Lane, y asume feliz las ventajas e inconvenientes de su nueva situación, con tal de pasar las noches sintiendo a la periodista entre sus brazos. Aprovechando lo socorridos que siempre son los paralelismos en las columnas periodísticas, convirtamos a Juan Carlos Uno en Supermán Dos. No será porque el emérito tenga falta de Fortalezas de la Soledad —de Abu Dabi a Ginebra— o de radiaciones solares de todos los colores. Que renuncie a sus superpoderes, a todos, por amor a España, y permita que, durante el periodo en el que va a denunciar a Revilla, se le pueda freír a denuncias a él.

Ya sabíamos que algunos de sus rasgos no son los más recomendables en quien encarna una institución absurda cuyo único pase puede estar en la ejemplaridad. Sabíamos de su gusto por trapichear financieramente y convertir a sus concubinas en embajadoras del Reino. Pero no sabíamos que además es un matón cutre, que aprovecha sin rubor la obvia anomalía que supone para cualquier país moderno que a alguien con su historial no se le hayan revocado sus privilegios. Por si la situación de la monarquía respecto de la ciudadanía no fuera ya suficientemente asimétrica, el sórdido error que supone que Juan Carlos ex-I se ensañe al tuntún contra uno de sus críticos añade dimensiones nunca antes vistas a la idea de desigualdad —el principal punto débil de las monarquías—.

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Es por ello que, ante la improbabilidad de que Juan Carlos I se mida de igual a igual con Miguel Ángel Revilla, propongo que el Gobierno tramite una nueva ordenanza que declare inimputable, inviolable e indenunciable a cualquier persona que pueda ser imputada, violada o denunciada por el rey emérito. Y que lo haga por decreto ley, mediante un procedimiento de urgencia que se salte todos los plazos, los trámites y los controles, —figura legal en la que el actual ejecutivo ha demostrado ser especialista—. Con carácter retroactivo, que para eso tenemos de vicepresidenta a un halcón jurídico como María Jesús Montero. Seguro que el Parlamento lo aprueba por unanimidad. Revilla, inviolable. Un tren imparable chocando contra una piedra inamovible. King Kong contra Godzilla.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.