Centro nacional de tontería
La transparencia, como todos los pilares de la democracia, no entiende de matices ni de excepciones.
La transparencia es un valor indiscutible de las democracias modernas. A diferencia de otras épocas históricas —caracterizadas por la absoluta opacidad con la que obraban las administraciones públicas— el libre acceso a la información por parte de la ciudadanía y la claridad en todos los aspectos del funcionamiento del Estado se han ido imponiendo gradualmente en todos los países de nuestro entorno. Gastos de las jefaturas del Estado, criterios de concesión de contratos públicos, financiación de los partidos, incluso el propio patrimonio personal de los políticos, se encuentran a disposición inmediata de quien quiera conocerlos. Nuestro país ha realizado importantes avances en este aspecto, pero todavía hay un área al que aún no ha llegado el aire fresco de los nuevos tiempos: los servicios secretos. Necesitamos servicios secretos transparentes ya.
“En este gobierno no tenemos nada que ocultar”, aseguró Isabel Rodríguez García, portavoz del mismo, al reconocer pública y oficialmente que espías no identificados le habían robado dos gigas de información al presidente Sánchez. Ése es el camino. La transparencia, como todos los pilares de la democracia, no entiende de matices ni de excepciones. Necesitamos redefinir un nuevo concepto de contraespionaje: público, accesible, plural, abierto, progresista, inclusivo. El Centro Nacional de Inteligencia no debería funcionar de forma diferente que la Dirección General de Tráfico o la Agencia Estatal de Meteorología. El escándalo de la variante Pegasus ha supuesto un duro golpe para la estabilidad del gobierno, pero puede ser la ocasión para que los servicios secretos se acerquen a la ciudadanía con los brazos abiertos y llenos de información.
¿Por qué no hacer que los encargados de operaciones del CNI lleven durante sus labores un chaleco reflectante con la palabra “ESPÍA” en la espalda, tanto en español como en el idioma del país en el que estén operando? ¿Por qué no hacer un Día de Puertas Abiertas en el que los agentes compartan sus anécdotas más sabrosas sobre hackeos o los pequeños trucos del día a día del espionaje internacional? ¿Qué, si no la obsoleta opacidad, explica la escasísima presencia del CNI en Instagram? No cabe duda de que millones de seguidores disfrutarían de selfies hechos por los espías en el momento de robo de documentos o de manejo de drones captando imágenes de instalaciones secretas, colgados en tiempo real para que todos los followers puedan darles like. ¿Y por qué no TikTok? Bastaría con que el agente añadiera a lo anterior un simpático bailecito, #spychallenge.
La transparencia democrática obliga a facilitar al que lo solicite toda la información de la que disponen nuestros servicios secretos. Quizá no se pueda llegar a toda la ciudadanía, pero ya hemos dado un primer paso ofreciendo acceso a los secretos de Estado a todos los representantes de partidos políticos que llevan en su programa la secesión de sus Comunidades Autónomas. ¿Qué mejor Marca España, Agenda 2030 o canción para Eurovisión, que este nuevo espíritu en la concepción de los servicios de inteligencia, que probablemente abrirá el camino que a corto plazo seguirán el Mosad, el MI5 o la mismísima CIA? Sólo haría falta un pequeño detalle más. Cambiemos la sigla CNI por CNT. Centro Nacional de Tontería. Porque este gobierno no tiene nada que ocultar.