Cayetana y la "batalla cultural"
En el PP están molestos porque Cayetana, con sus críticas a su cese, ha revelado la estrategia que van a desarrollar desde la sombra.
Cayetana Álvarez de Toledo no se ha ido, quien se ha movido del lugar político ocupado hasta el momento ha sido Pablo Casado. Pero sólo es un viaje temporal, una especie de escala técnica como la del rey “emirato”, perdón, emérito, porque el equipaje del PP es el mismo con el que llegó al lugar de donde hoy se exilia a Cayetana Álvarez de Toledo, y que ahora, al abrir las maletas con sus declaraciones, ha mostrado que es el de la “batalla cultural”.
Y no ha dudado en presentar al “feminismo radical” como razón para librar esa “batalla cultural” en defensa de la libertad y de la “igualdad ante la ley”, lo cual resulta muy gráfico. Desde las posiciones conservadoras nunca se matiza la idea de libertad, y cuando se habla de ella no se dice la “libertad de elección de las personas”, tampoco se acota la dignidad diciendo “la dignidad de trato de la gente”, ni se hace con ningún otro derecho humano. En cambio, esa limitación no falta al referirse a la igualdad, y como ha hecho Cayetana Álvarez de Toledo en varias ocasiones, no se habla de igualdad, sino que se matiza y acota para hablar de la “Iigualdad de los españoles ante la ley”.
¿Y antes de la ley, no debe haber igualdad como valor y como ideal? ¿Qué ocurre bajo la referencia de esa cultura machista por la que se dice que hay que dar la batalla cuando se llega ante “su ley”, ante la que es igual el valor de la palabra de un hombre que niega haber ejercido violencia de género que la de una mujer que denuncia haberla sufrido? ¿Tiene sentido que la respuesta de la ley ante la violencia de género, por un motivo u otro, sólo condene al 5% de todos los maltratadores? ¿Cómo responde la ley ante situaciones estructurales de injusticia social motivadas por la cultura machista que aún no cuentan con una norma ante la que acudir, como ocurre con la brecha salarial, con la cosificación de las mujeres, con la carga de trabajo en los cuidados y en lo doméstico…?
El feminismo puso en la agenda política la lucha por la igualdad sin matices, y lo hizo a través de la reivindicación de derechos esenciales para las mujeres, tanto los que hacían referencia a la vida social como a su participación política. Posteriormente continuó con el cuestionamiento a la distribución de los tiempos y los espacios, para llegar después a la crítica del propio concepto de identidad establecido sobre las ideas tradicionales que definían lo que era “ser hombre” y “ser mujer”, y lo que a partir de esa conceptualización les corresponde a unos y a otras en cuanto a roles y funciones.
En este escenario, la resistencia de las fuerzas conservadoras no es tanto al desempeño de determinadas funciones por parte de las mujeres, como a aceptar que la condición de hombre y de mujer definidas por el machismo no lleva asociada lo que la cultura ha asignado a cada una de ellas, y, por tanto, asumir que la libertad lleva aparejada la igualdad de derechos y deberes, así como de funciones y oportunidades.
Al machismo y a los grupos conservadores no les ha importado en exceso que las mujeres realicen funciones históricamente asignadas a los hombres, para ellos era una especie de concesión que venía a demostrar la bondad y grandeza de los hombres, y la inexistencia de techos y paredes de cristal. Por eso han seguido una estrategia de flexibilización progresiva que les ha permitido mantener la esencia de sus valores, ideas y creencias cambiando sólo el escenario. Una situación que se corresponde con su estrategia clásica de “cambiar para seguir igual”, basada en la incorporación de cambios adaptativos a las nuevas circunstancias, no en la adopción de cambios transformadores para romper con las referencias tradicionales.
Las palabras en la despedida de Cayetana han revelado que el objeto de las fuerzas conservadoras y ultraconservadoras es dar la “batalla cultural” para defender la moral y proteger las identidades tradicionales de los “ataques” del feminismo y de las fuerzas de izquierda. Una estrategia que revela de forma clara sus ideas y el problema que para ellos supone reconocer la pluralidad y diversidad de la sociedad. El resultado es su justificación para utilizar los instrumentos clásicos del poder con el objeto de mantener su modelo, entre ellos la educación, la comunicación, la economía, las normas, el miedo…
Algunas de las claves que da Cayetana Álvarez de Toledo sobre su “batalla cultural” quedan recogidas en los siguientes puntos:
- La moral de la sociedad es su moral conservadora, la cual se presenta asentada sobre la imposición histórica de sus valores y la negación de cualquier otra alternativa.
- Las identidades de hombres y mujeres vienen definidas por la cultura patriarcal, la cual impone desde lo más abstracto de los valores y creencias, hasta lo más concreto de las funciones y tiempos a ocupar.
- El elemento que define lo común es el territorio, equiparando territorialidad con identidad, algo defendido también por otras posiciones de la sociedad y la política construidas sobre los mismos parámetros androcéntricos.
- Sobre ese marco se establece el reconocimiento social e individual y, por tanto, la aceptación e integración de quienes se ajustan a esas referencias, o el rechazo y crítica de quien no lo haga.
- Se produce así una conjunción armónica entre lo individual (identidad), lo moral (valores), y lo territorial (España), que se presenta respaldado por el tiempo (historia), para que sea entendido como “orden” y “normalidad”.
- A partir de esa construcción interesada, puesto que se hace sobre sus valores, ideas y creencias, todo lo que no encaja en el modelo se considera “extraño”, “extranjero”, “impropio”… y se presenta como un ataque o una agresión a todo el sistema, no sólo al elemento puntual afectado. Así, por ejemplo, las medidas contra la violencia de género se consideran contra todos los hombres, los matrimonios entre personas del mismo sexo contra la familia, el aborto contra la vida, la educación en Igualdad contra la cultura…
Y todo ese equipaje no se va con Cayetana, sino que permanece en las maletas de la política conservadora porque forma parte de su esencia, de su fondo de armario; aunque luego tengan que hacer concesiones para evitar el conflicto social que pueda cuestionar o debilitar su poder.
Cayetana Álvarez de Toledo sabe, al igual que los responsables conservadores, que lo que hoy está en cuestión no es la fragmentación de los elementos y sus diferentes consecuencias, sino la cultura patriarcal, androcéntrica y machista que da lugar a todas esas manifestaciones, y a esa forma de hacer valer su moral como “la moral”, y su concepto de identidad como “la identidad válida para toda la sociedad”. La lucha por la “batalla cultural” se está librando porque desde esas posiciones conservadoras se acota y se ponen límites a la igualdad, y sin igualdad no puede haber democracia ni respeto a los derechos humanos.
El feminismo va a continuar el trabajo que viene haciendo desde hace siglos, no sólo para conseguir una “igualdad distributiva”, sino para lograr una cultura asentada sobre la igualdad y el resto de los derechos humanos, no sobre declaraciones amputadas de los mismos.
Por eso están molestos en el partido conservador, porque Cayetana con sus críticas al cese ha revelado la estrategia que van a desarrollar desde la sombra, la cual tiene como objetivos la cultura, la moral y la identidad. ¿O es que alguien cree que van a renunciar a esos elementos?
Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.