Cataluña, Euskadi y la Legión
Los acontecimientos de Cataluña han servido para que en Euskadi el PNV vuelva a surfear en aguas turbulentas empujado por su ala más independentista, y sujetado por el ala más pragmática, la dirección del partido y el propio lehendakari Urkullu.
Urkullu, tras mojarse en el fallido intento de mediación con Puigdemont ("He decidido disolver el Parlament y convocar elecciones" dice Enric Juliana que le aseguró Puigdemont al lehendakari), sólo tiene clara una cosa: no se puede trasladar a Euskadi la vía catalana tal cual.
En Euskadi, a diferencia de Cataluña, los nacionalistas encuentran una sociedad desquiciada por décadas de terrorismo que sitúa el porcentaje de independentistas en el 28%, según el último Euskobarómetro.
Pero la tempestad catalana ha servido para insuflar nuevos aires en ese ámbito del derecho a decidir que quiere apuntarse a la línea catalana y, aprovechando el impulso, empujar al PNV a que lo haga.
Hace unos cuantos años, cuando el servicio militar era obligatorio, me encontré ejerciendo de soldado en el ejército español. En el cuartel teníamos un sargento gaditano, mucha furia y poca serenidad, que en aquellos tiempos, en los que el terrorismo de ETA golpeaba con fuerza, lo tenía muy claro:
"Yo el problema vasco lo solucionaba rápido, enviaba a la Legión a Bilbao y en un par de días terminado el asunto".
Con el gobierno de la Generalitat en la cárcel, me he acordado de aquel sargento y de su táctica infalible para solucionar el "problema vasco", como ahora se quiere solucionar el "problema catalán".
Son "problemas" que vienen de lejos. Isabel II, y alguno de sus antecesores, ya tuvo que bregar, y no sólo una vez, con estos problemas. Más tarde, Franco lo tuvo claro, más en la línea de la estructura mental de aquel sargento.
Hoy, estas aguas turbulentas que no sabemos a donde nos llevan pero seguramente a peligrosos, insondables y tenebrosos pozos, provocan angustia salvo en aquellos que, nuevamente como el sargento, parecen tenerlo todo absolutamente claro.
En estas, el gobierno de Rajoy, tira de política, y aprueba en el consejo de ministros la proposición de ley del Cupo Vasco que ahora envía al Parlamento para su aprobación. Rajoy parece querer evitar que el incendio catalán se extienda al País Vasco.
Y no le falta razón. Desde hace un tiempo el colectivo Gure Esku Dago (Está en nuestras manos) propone seguir en Euskadi la vía catalana hacia la independencia, y encuentra el apoyo claro de EH Bildu.
EHBildu trata una y otra vez de que el PNV tome la senda independentista, y explore el camino que ya iniciara el Govern en Cataluña.
Eso supondría situar la política vasca en un toma y daca entre independentistas y no independentistas, y en esa guerra, en el ámbito nacionalista el único ganador claro sería EHBildu; el PNV correría el peligro de perder su papel hegemónico, lo mismo que le ha ocurrido a Convergencia en Cataluña.
Está tan claro, que desde el PNV juegan suavemente la carta independentista, con presencia en las manifestaciones de Cataluña, pero ni se les pasa por las mientes dar el salto al vacío junto a EHBildu.
Estos exigieron en el Parlamento Vasco que reconocieran la República de Cataluña, pero Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno Vasco, les aclaró que en Cataluña no se produjo una declaración formal de independencia con valor jurídico y que, por lo tanto, no había República que reconocer.
En ese contexto llega la decisión del Consejo de ministros de remitir a las Cortes el proyecto de la nueva Ley del Cupo Vasco, que pedía el PNV, para el quinquenio 2017-2021, y el proyecto de modificación de la Ley del Concierto Económico.
Y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pone la guinda señalando que desde el respeto al ordenamiento jurídico "es posible impulsar y fortalecer las instituciones, la financiación y el autogobierno".
Es decir, vamos a hacer política, vamos a mojarnos en el fango de la negociación, vamos a tener visión de Estado, más allá del cortoplacismo electoral.
El problema es que este paso político llega justo cuando la vía judicial muestra el camino de la cárcel al gobierno catalán, lo que obliga al PNV a multiplicar los gestos de apoyo.
En Cataluña, durante años, se siguió la política del "ya escampará" y parece que no, que no escampa.
Escucho en la lejanía la voz alterada del sargento:
"No, si ya decía yo lo que había que hacer. ¡La Legión!".