Por los pelos y con aires de Vox
Casado cierra la convención en la que Ayuso renunció y él llenó la plaza de toros tras una semana 'horribilis' con un discurso aznarista.
Vuelta al aznarismo más duro, al PP más profundo, a la delgada línea con Vox, a las propuestas de FAES, al discurso más derechoso, a lo que realmente siempre ha pensado y creído. Pablo Casado ha cerrado su convención itinerante este domingo en Valencia tras una semana llena de tropiezos y polémicas.
El líder de PP había diseñado esta tourneé con la idea de presentarse ante los españoles como un presidente in pectore, con la mente puesta en 2023, soñando ya con La Moncloa y con el convencimiento de que un nuevo ciclo político funciona en el país tras las elecciones del 4-M en Madrid.
Había muchos nervios en la cúpula con este fin de semana, se habían acumulado polémicas y, sobre todo, el cónclave estaba siendo boicoteado por Isabel Díaz Ayuso, su amiga y también su rival dentro de la derecha para luchar algún día por La Moncloa aplaudida por la parte más profunda y de corte aguirrista.
Ella misma se había encargado de menospreciar la cita con su visita a EEUU durante toda la semana y ausentándose de la parada en Madrid. Pero la sangre al final no llegó al río y ella mismo quiso dejar claro que no piensa hacerle la cama de momento. “Tengo claro mi sitio”, le dijo el sábado al mediodía.
El gran momento de Casado llegaba el domingo al mediodía. Pasado el trago de Ayuso, tocaba el turno de volver a la plaza de toros de Valencia seis años después. El gran símbolo para el PP, el talismán de Aznar y Rajoy antes de ganar las elecciones, el lugar en el que a los populares les gusta el exhibicionismo.
Y, al final, consiguió llenazo: más de 9.000 personas dentro y otras 3.000 en las afueras, según datos facilitados por el PP. “Esto hace tres años hubiera sido imposible”, reconocía satisfecho un miembro de la dirección de Casado. “Al final ha salido bien”, como confesaba un exministro. “Todo está saliendo bien”, comentaba otro miembro de Génova 13. Respiraban al final.
Casado buscaba una gran foto: quiere dar la sensación de que la victoria la tiene en la punta de los dedos. Han tenido hasta que desalojar la parte de arriba por seguridad. Él estaba eufórico, entusiasmado. Y eso que al final sólo ha conseguido tener a su lado al primer ministro de Grecia (el de Austria ha mandado un mensaje). Todavía resuena la voz de Nicolas Sarkozy, que estuvo con él este miércoles y al día siguiente lo condenaban en Francia por financiación irregular de campañas.
Y es que los titulares estos días iban de mal en peor: de las declaraciones de Vargas Llosa cuestionando votaciones democráticas en Latinoamérica hasta críticas por falta de mujeres en la convención. Él ha intentado el domingo despejarse de ello: “Ni un la lección de feminismo”. Pues una: él no ha compartido debates con ninguna mujer, salvo que una de las teloneras el domingo era María José Catalá (aspirante a la Alcaldía de Valencia).
A rascar un poco en su discurso, de una hora y sin leer. Un texto hecho por él y en el que ha querido presentar su nuevo “contrato social” con los españoles. Pues puro Aznar, pura derecha derecha derecha, mirando directamente a los votantes de Vox. Con propuestas de corte duro y con un tono destructivo contra el Gobierno de Pedro Sánchez.
Pero, además, presentándose como el “centro fuerte”... ¿De verdad centro? Y dejando claro a la derecha que sólo él puede vencer a Pedro Sánchez: “El PP es mucho PP”. “Aquí estamos otra vez”, “salimos a ganar”, ha lanzado ante un público abrasado de calor, más de treinta grados al sol en el coso taurino.
El fin de semana valenciano ha dado mucho de sí, pero con las ideas ya repetidas durante los últimos meses y bajo ese concepto moldeable de libertad. Con una Ayuso rebajando el perfil, pero que también se ha encontrado que, sin contar los ayuser, no tiene tan encandilado al partido: Juanma Moreno, por ejemplo, cosechó más aplausos en el plenario cada vez que se decía que había conseguido romper la racha de cuarenta años de gobiernos socialistas en Andalucía.
Un cónclave en el que ha habido muchos mensajes pensando en Vox y deseando atraer a sus votantes (a Cs ya lo dan por muerto). Pero nadie, nadie ha pronunciado públicamente las tres letras seguidas del partido de Santiago Abascal. Y con una plaza de toros gritando “Puigdemont a prisión”, porque las grandes ovaciones del PP en su vuelta a la normalidad mitinera han ido para los temas eternos: el rey, Aznar, Rita Barberá, las víctimas del terrorismo, Venezuela
Casado ya se cree Aznar, y siente en Valencia el espíritu de Zaplana, Camps y Barberá. Llegó para renovar el partido... y todo vuelve al pensamiento de 1996.