Caramelos y violencia
No parece que los hombres tengan esa superior inteligencia cuando son incapaces de entender algo tan simple como lo expuesto.
Uno de los principales argumentos del machismo es que los hombres son más inteligentes que las mujeres como consecuencia de su superior condición, ya lo vimos en el Europarlamento en palabras del eurodiputado Yanusz Korwin-Mikke, y antes se pudo ver también en televisión en las del exministro Arias Cañete en su debate con Elena Valenciano.
Pero la práctica nos indica que no deben ser tan inteligentes cuando son incapaces de entender algunos razonamientos tan sencillos, que hasta los niños y niñas de la ESO los entienden.
El ejercicio es muy simple.
Tomamos 100 caramelos y se reparten 95 entre 3 niños y los 5 restantes se dan a niñas, un caramelo a cada una de las cinco niñas elegidas. Ante esta distribución se concluye que el 95% de los caramelos lo tienen niños y sólo el 5% lo tienen niñas. Se le pregunta a la clase, y todos los niños y niñas lo entienden perfectamente.
Para comprobar el nivel de comprensión, le hacemos una serie de preguntas para ver si han entendido bien la situación planteada en el ejercicio.
Le preguntamos si el hecho de que el 95% de los caramelos lo tengan niños significa que todos los niños tienen 95 caramelos, y su respuesta es contundente y dicen que no. Le preguntamos también si del ejercicio se deduce que “todos los niños” tienen caramelos, y su contestación inmediata vuelve a ser “no”. Hacemos una tercera pregunta, y planteamos si el ejercicio indica que las niñas no tienen caramelos, y vuelven a decir que no.
Parece que han entendido muy bien el ejercicio y el significado de la distribución de los caramelos, por lo que se les presenta una nueva situación relacionada con el tema.
Se les plantea que el sistema de reparto de caramelos y las circunstancias en que se realiza hacen que, con independencia de a qué niños les tocan los 95 caramelos, al final siempre son unos pocos niños los que reciben 95 caramelos frente a los 5 que reciben las niñas. Entonces se les pregunta sobre ese sistema, y toda la clase concluye que hay un problema con el modelo de reparto para que el resultado sea ese, y que en ningún caso se trata de una cuestión propiciada por el azar.
Todo está claro y resulta fácilmente comprensible, pero cuando trasladamos el razonamiento a la realidad sobre otras cuestiones, entonces llega la “superior inteligencia masculina” envuelta en sus mejores galas machistas, y dicen que no; que no es así. Y empiezan a repetir obviedades como si fueran producto de su reflexión, y a negar hechos objetivos para evitar su genuflexión ante la realidad.
Y dicen que los caramelos no los tienen todos los hombres, que sólo los tienen unos pocos, como si en algún momento alguien hubiera dicho que todos los hombres tienen caramelos. Y afirman, también, que ser hombre no significa tener caramelos, cuando tampoco se ha dicho eso en ningún momento, de hecho, el ejercicio demuestra que la mayoría de los hombres no tienen caramelos. Y por último, nunca falta el argumento de que las mujeres también tienen caramelos, como si fuera un descubrimiento, cuando desde el principio el ejercicio explica que tienen cinco.
Para lo que no tienen respuesta, y por eso no les gusta que se hable del tema y cuando se hace intentan desviar la atención, manipular y atacar a quien lo saca, es sobre el “sistema de reparto de caramelos” que hace que 95 de los 100 les toquen a niños, o sea, a hombres. Entonces salen con argumentos como que “no hay que hablar de niños y niñas, sino de personas”, o que lo importante es que “tanto niños como niñas tienen caramelos”, o que “es posible que los niños tengan más caramelos, pero quizás las niñas tienen más chicles”, o que “los niños tienen más caramelos, pero los pobrecillos pueden sufrir más caries”... y razones por el estilo. Cualquier cosa para no centrarse en un sistema que hace que el 95% de los caramelos, con independencia de la ocasión, termine en manos de los hombres.
Y lo más curioso es que cuando se pone de manifiesto esta realidad injusta, las niñas y mujeres pidan que se resuelva, mientras que los niños y hombres dicen que se mantenga, que las cosas “siempre han sido así”, o que los niños necesitan más caramelos porque luego en el recreo hacen más ejercicio que las niñas y necesitan mantener la glucemia más alta, curiosamente tomando el patio común del colegio sólo para ellos, y desplazando a las niñas a los rincones.
La situación y las diferentes actitudes ante ella, como pueden ver, es muy clara.
Ahora cambien caramelos por homicidios y modifiquen las circunstancias del aula a las de una sociedad y cultura que en cualquier lugar del planeta viene definida por la posición androcéntrica, y obtendrán la foto de la violencia, el protagonismo de los hombres dentro de ella, y las razones que llevan a reaccionar contra quienes plantean esta realidad o a desviar la atención con argumentos que hasta un niño y una niña identifican como falaces, como, por ejemplo, cuando dicen lo de que al relacionar la violencia producida en el 95% de los casos por hombres con la idea de que es “cosa de hombres”, se está diciendo que todos los hombres son violentos. Un niño y una niña de 12 años ven que es una afirmación incorrecta, pero el machismo insiste en este tipo de argumentos, como, otro ejemplo, cuando afirman que decir que un “terrorista” sea de una determinada religión es plantear que todas las personas de esa religión son terroristas.
No parece que los hombres tengan esa superior inteligencia cuando son incapaces de entender algo tan simple como lo expuesto. Una de dos, o son un poco torpes en sus razonamientos o se pasan de listos, que todo puede ser cuando se cuenta con un sistema de reparto y de manipulación a su disposición.
Por eso es importante hablar del tema y poner de manifiesto lo que intentan ocultar detrás de su confusión, y evitar que la injusticia social que generan con su “sistema desigual de reparto” y sus instrumentos, entre ellos la violencia, continúen formando parte de la realidad que defienden con tal de mantener sus privilegios. Es lo que hacemos en la Universidad de Granada con el curso abierto, gratuito y online “Masculinidad y violencia”, aunque dada esa capacidad de comprensión demostrada, lo vamos a proponer también para alumnado de la ESO, a ver si así se enteran algunos.
Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.