¿Qué son los “campos de filtración” donde Rusia está trasladando ucranianos?
"No hace falta que diga a qué nos recuerdan estos llamados 'campos de filtración'. Es escalofriante"
A finales de marzo, cuando la invasión de Ucrania llevaba un mes, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados calculaba que casi una cuarta parte de la población ucraniana se había desplazado.
Aunque muchos refugiados han podido llegar a la Unión Europea, la suerte de otros “desplazados” es preocupante. Sobre todo a la luz de los testimonios que han aparecido en la prensa internacional a principios de abril y de las acusaciones de creación de “campos de filtración”.
“La gente tiene que conocer la verdad: los ucranianos están siendo desplazados a Rusia, el país que nos está invadiendo”, advirtió una mujer de Mariupol al periódico británico The Guardian.
Su historia coincide con otras que han aparecido en el Washington Post y la BBC. Hay testimonios de ucranianas —porque se trata en su mayoría de mujeres— que cuentan que fueron trasladadas, a veces con cientos de personas (sobre todo de Mariupol) a un “campo de filtración”. Los testimonios concuerdan.
Amenazadas por las tropas rusas para abandonar sus refugios, estas mujeres ucranianas que habían conseguido permanecer en casa con sus familias en condiciones precarias aseguran que fueron llevadas en autobús a un campamento situado en Bezimenne, en los territorios reclamados por Donetsk.
Allí descubrieron multitud de carpas alineadas y uniformes rusos. Explican que fueron llamadas una por una y fotografiadas desde todos los ángulos. Les tomaron las huellas dactilares y también tuvieron que facilitar las contraseñas de sus móviles. Luego fueron interrogadas, algunas de ellas varias veces, incluso por el servicio de inteligencia ruso.
“También me preguntaron qué pensaba de Ucrania, de Putin y del conflicto. Fue todo muy degradante”, explica una refugiada a The Guardian. Otra añadió en el Washington Post que se sentía tratada como “una prisionera, una delincuente”, como un “saco de patatas tirado por ahí”.
Muchas de las mujeres que se han atrevido a hacer declaraciones para estos medios han pedido que cambien sus nombres por temor a represalias contra sus familias.
La empresa de imágenes por satélite Maxar proporcionó recientemente al medio de comunicación británico iNews varias fotos de Bezimenne en las que se ve carpas azules alineadas cerca de un gran cuartel. Se cree que el campamento fue construido en torno al 20 de marzo.
Imágenes satelitales obtenidas por The i Paper muestran 30 carpas azules recientemente montadas en un campamento en Bezimenne, en la región separatista controlada por Rusia de Donetsk, a 18 kilómetros de Mariupol.
“En todo momento nos decían que diéramos gracias por tener un bocadillo, que nos habían evacuado y liberado. Pero, ¿liberado de qué?”, denuncia una residente de Mariupol al Washinton Post.
A veces el interrogatorio se convertía en una operación mediática. La joven embarazada que fue fotografiada justo después del bombardeo del hospital infantil de Mariupol también habría pasado por uno de estos campos de filtración. Según varios observadores, fue precisamente en ese lugar, y bajo coacción, donde la grabaron desmintiendo que hubiera habido un ataque aéreo. Estas imágenes fueron ampliamente difundidas por los altavoces del Kremlin.
El campo de Bezimenne se parece más a un centro de distribución que a un verdadero destino final. Tras pasar varias horas en este campo de filtración, los testigos explican que fueron enviados a Rusia, a varias localidades de la región de Rostov, en el sur del país.
El alcalde de Mariupol fue uno de los primeros en denunciar la “deportación” de sus habitantes en el canal oficial de Telegram de la ciudad, y añadió que los documentos de identidad y los pasaportes de sus ciudadanos les habían sido confiscados en el proceso.
El ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Reznikov, comparte esta preocupación. “Tras pasar por los campos de filtración, los ucranianos son enviados a las zonas económicamente deprimidas de la Federación Rusa. Los reparten entre varias regiones como destino final, en particular Sajalín, al norte. A los ucranianos se les ‘ofrece’ un empleo y los que aceptan reciben unos documentos que les prohíben salir de Rusia durante dos años”, denunció Oleksiy Reznikov en Facebook.
También se ha hecho eco de estas acusaciones Lyudmila Denisova, responsable en el Parlamento ucraniano de la supervisión de las violaciones de derechos humanos: “Ciudadanos ucranianos han sido deportados de nuestro territorio al suyo. Fueron tomados contra su voluntad y llevados por la fuerza a campos de filtración en la región de Donetsk”. Los medios de comunicación rusos también han informado de que cientos de “refugiados” ucranianos han llegado a las regiones de Yaroslavl y Riazán en tren, informa la BBC.
Aunque el traslado forzoso de personas puede considerarse crimen de guerra, Moscú lo niega rotundamente y prefiere hablar de “operaciones de socorro” y “evacuación”.
En la ONU, el martes 5 de abril, el representante ruso mencionó las cifras de “602.000 personas, incluidos 119.000 niños” evacuados. Respondía a la intervención de la estadounidense Linda Thomas-Greefield, según la cual “los informes indican que los agentes de seguridad federales rusos están confiscando pasaportes y documentos de identidad, teléfonos móviles, y separando familias”.
“No hace falta que diga a qué nos recuerdan estos llamados ‘campos de filtración’. Es escalofriante”, zanjó.
El término “campo de filtración” se acuñó durante la II Guerra Mundial. Tras el armisticio, los rusos crearon este tipo de estructuras para distribuir a los soldados soviéticos que habían sido capturados por la Alemania nazi y que regresaban a suelo ruso. Para el historiador británico Nick Baron, el objetivo era comprobar que estos soldados no habían sido demasiado influenciados o que no se habían pasado al bando contrario.
Las autoridades rusas crearon campos de filtración durante las guerras de Chechenia entre 1994 y 1996, y de nuevo entre 1999 y 2003. Uno de los campos más conocidos fue el de Chernokozovo, cerca de Grozny. Miles de chechenos desaparecieron en estos campos en aquella época, según informó Le Monde en 2000. Un informe de Human Rights Watch de ese año también documentó pruebas de tortura y violación. El domingo, tras el descubrimiento de la masacre de Bucha, la misma ONG advirtió que se está utilizando la violación sexual como arma de guerra.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.