Berlín también ha construido un hospital de pandemias: diferencias y parecidos con el de Madrid
Eduardo García, un enfermero español, cuenta desde dentro los entresijos de este centro clínico alemán.
La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, adelantó el pasado mes de junio que iba a construir en Valdebebas un hospital de pandemias que se llamaría Isabel Zendal. Tras más de cinco meses, este martes, la dirigente del PP inauguró este nuevo centro hospitalario.
La polémica ha estado servida, especialmente después de que se conociera que el coste iba a rondar los 100 millones de euros, el doble de lo previsto inicialmente. También ha ayudado el hecho de que de momento no haya recibido pacientes y solo haya 111 sanitarios (voluntarios) de los 669 necesarios.
“Están inaugurando un edificio con fines sanitarios, pero no un hospital, ya que no tiene plantilla propia y carece de lo principal: profesionales de enfermería”, denunciaron desde el sindicato de enfermería SATSE Madrid.
Pero la realidad es que el Isabel Zendal no es el primer hospital que se construye para este fin en Europa.
En Berlín, en medio de una primera ola que no golpeó con mucha dureza a la capital alemana, decidieron convertir en un hospital dos pabellones de un recinto ferial donde se hacían eventos de comercio, agricultura, ganadería, etc. En seis semanas lo tuvieron listo y el Centro de Tratamiento de Coronavirus Jafféstrasse (CBZJ) se inauguró el pasado 11 de mayo con un gasto de unos 31 millones de euros, según el medio local RBB.
El objetivo era que, en caso de colapso del sistema sanitario público de Berlín, se pudieran derivar pacientes de coronavirus.
La capacidad del hospital en este momento es de más de 500 camas, de las que unas cien están destinadas a cuidados intensivos, aunque podría aumentarse si fuera necesario hasta las 1.000. Por su parte, el número de sanitarios contratados es de 250, entre ellos el enfermero de UCI español Eduardo García.
Este almeriense de 32 años recibió un correo de las instituciones el pasado mes de mayo en el que se decía que buscaban trabajadores voluntarios (igual que en Madrid). Lo aceptó: “Una pandemia espero que solo se viva una vez en la vida, estoy sano, me siento muy bien y me encanta lo que hago y ayudar a las personas. Si puedo ayudar a Berlín de esta forma, estoy dispuesto a hacerlo porque me ha dado mucho en estos ocho años que llevo en Alemania”.
Los voluntarios que acepten mantienen el contrato y el salario que tienen en su hospital, al que siguen yendo a trabajar, ya que todavía no se ha abierto el CBZJ.
García cree que le iban a llamar en diciembre por el incremento de casos, pero de momento no ha tenido noticias de su apertura. Afirma que se puede deber a la falta de personal porque 250 sanitarios para esa cantidad de pacientes es insuficiente. Igual que en Madrid, este proceso de selección ha generado opiniones de todo tipo: “Se ve bien y mal, es verdad que se quita personal de otros centros para un hospital nuevo, pero también pacientes. Se ha visto un poco raro”.
Durante estos meses sí que han combinado sus trabajos en sus respectivos hospitales con visitas al CBZJ, al que han ido para conocer las instalaciones, hacer cursos y ayudar a mejorar el centro.
“Yo entré en el primer grupo y en junio fuimos a ver cómo iba. Todo este tiempo nos han ido preguntando por lo que faltaba y han tenido en cuenta las respuestas, hemos ayudado a construirlo. Nos han comprado un gran equipo con todo nuevo: respiradores, desfibriladores, sistemas... El inventario de la UCI lo hemos hecho trabajadores de UCI y el de planta igual”, describe el único sanitario español de ese hospital.
García explica que también han recibido cursos con protocolos sanitarios y de emergencia, han estado con militares y bomberos, les han dado instrucciones para, entre otras cosas, saber cómo actuar en momentos concretos, hacer traslados correctamente o saber qué hacer cuando a alguien le da un infarto o entra en parada.
“Nos han formado para saber resolver cualquier situación y ha habido mucha organización por detrás. Eso falta en Madrid, que se construyen las cosas sin pensar si es factible o no”, apunta.
Sin habitaciones individuales y sin quirófanos
Una de las mayores similitudes entre el Isabel Zendal y el Centro de Tratamiento de Coronavirus Jafféstrasse es la distribución de la instalación. Techos altos, grandes pasillos, sin habitaciones individuales y puertas.
“La primera vez que entré y lo vi me extrañé y me quedé sorprendido. Nunca había visto un pabellón tan bien preparado para esto, con tantas camas, bombas en el techo para la ventilación. Era raro. Todo el mundo junto, sin intimidad”, recuerda García.
El CBZJ tiene pasillos largos, casi eternos, de los que salen unas ramificaciones que son regiones cuyo suelo está pintado en verde y azul. Cada una está formada por 20 camas destinadas a hospitalizados de planta (en verde) y UCI (azul). Los pacientes, cuenta el sanitario, tienen a su disposición biombos con los que poder guardar algo de privacidad respecto a sus compañeros.
Además, durante estos meses de preparación, hicieron pruebas con actores para ver si se escuchan las conversaciones con los pacientes y se dieron cuenta que no.
Tras salir de su asombro al ver este poco habitual reparto habitacional, García sí que sacó una ventaja a este particular modelo: “El enfermero ve desde el pasillo 20 camas a su izquierda y 20 a su derecha. Si pasa alguna urgencia puede verlo rápidamente. Además, también es fácil pedir ayuda porque tienes a un golpe de vista a otros enfermeros, auxiliares, médicos...”.
La gran altura del techo fue otro de los elementos que más le sorprendieron cuando entró por primera vez. Indica que cuenta con uno de los sistemas de ventilación más novedosos de Europa con el que poder renovar el aire y un cableado de oxigeno de primer nivel para atender cualquier necesidad. “Han hecho un proyecto para climatizarla”, añade.
También construyeron más baños en los laterales para facilitar el acceso. Antes de la obra solo había dos en las entradas del recinto, lo que hacía inviable que enfermos, algunos con poca movilidad, tuvieran que recorrer todo el pabellón para ir al servicio.
El Centro de Tratamiento de Coronavirus Jafféstrasse no cuenta con quirófanos ni salas de procedimiento, como las denominó Alejo Miranda de Larra, director General de Infraestructuras Sanitarias de la Comunidad de Madrid durante la inauguración del hospital Isabel Zendal.
“No hay quirófanos, por el simple hecho de que si hay que hacer alguna operación se mandan a un hospital normal. Tampoco se pusieron laboratorios, ya que las ambulancias recogerán las pruebas y se lo llevarán a los más cercanos o liberados. Lo que sí que hay es una sala de rayos y dos habitaciones a la entrada en las que se hacen cribajes para ver si los pacientes van a planta o a la UCI”, señala García.
El sistema de salud alemán sí que decidió acondicionar distintas salas para facilitar la vida a los sanitarios. Pusieron túneles para desinfectarse, salones para descansar, cafetería con comida gratuita, duchas, etc. “Me parece una idea bastante buena, que nos faciliten y nos den comodidades”, describe.
“Tirar el dinero sin contar con una estrategia es un desastre”
García lo que no comprende es que en Madrid se haya decidido apostar por hacer un hospital desde cero y no haber reformado IFEMA: “Aquí cuando no haya coronavirus lo más seguro es que se desmonten y se vuelvan a hacer ferias. Madrid ha hecho una copia de Berlín en el sentido del techo alto, espacios amplios, personal voluntario, etc, pero con la diferencia de que la infraestructura se va a quedar para siempre. Cuántos aeropuertos vacíos hay sin usar hay en España”.
El enfermero destaca los gastos de mantenimiento que tiene para mantener las instalaciones nuevas. “Igual tras la pandemia no es necesaria. Habría sido mejor renovar las que ya hay y no derrochar 100 millones. Aquí se ha gastado el dinero en camas, respiradores o máquinas que se destinarán a los hospitales. Se ha formado a los trabajadores”, resume García, que señala que el sistema de ventilación y el cableado sí que se quedará para un futuro por si fuera necesario.
“Lo de Madrid, para mí, en parte es tirar dinero porque si la siguiente pandemia mundial es en muchos años se habrá anticuado”, finaliza.