BCN La Ruta del Tango
La nostalgia de lo que fue y ya no es, la decadencia de los sentimientos, un tema tratado en el arte que interesa tanto al ser humano porque habla de nosotros, de lo que nos une. Nos democratiza porque todos tenemos cosas para recordar y sufrir con ayuda de una copa, del deporte, en el diván de un terapeuta, de un sanador o de un brujo o lo que quiera que sea que nos consuele. El arte de la milonga ofrece consuelo.
Estas han sido las sensaciones que me han acercado a la Milonga, además de la atmósfera interior, un poco infernal por los rojos y amarillos de la luz de tungsteno, pero si nos vamos a lo más humano, entonces aparece la intuición, lo orgánico, lo ambiguo y contradictorio del ser humano. En estos parámetros se mueve en tango.
Los que bailan se abrazan, y en este abrazo, cada uno baila su particular historia intentado el reto que supone entender a un desconocido en tan sólo dos minutos.
En este trabajo fotográfico me interesaba conectar con argentinos establecidos en Barcelona que bailaran tango habitualmente mientras reencontraban emociones e identidades tan necesarias cuando se es emigrante. No he querido olvidar a personas autóctonas que tienen el baile del tango como una cosa importante en sus vidas, actividad que perfeccionan y estudian, convirtiéndola en contemplación e, incluso, en filosofía.