Barra libre con el patrimonio natural andaluz
La crisis económica derivada de la pandemia está siendo respondida por el Gobierno andaluz con la vieja fórmula de la desregulación y el pelotazo.
Todavía quedan paraísos en nuestra tierra a pesar de décadas de depredación medioambiental en nombre del progreso. Un progreso que en muchos casos era la vieja manera de enriquecimiento de unos pocos por apropiación de lo común. Como en otras ocasiones, se escucha el grito de alarma de colectivos ecologistas en Cabo de Gata-Níjar. La bahía natural de Los Genoveses, de dunas de arena fina y dorada, idóneo punto de desembarco natural en épocas pasadas, está en peligro. Recibe su nombre por el atraque de doscientas naves genovesas destinadas a tomar la taifa de Almería, allá por el año 1147. Hoy este paraíso aflora al debate público asociado a otro desembarco: el del ladrillo. En el imaginario colectivo golpea el hotel Algarrobico con el que el Gobierno andaluz trata de poner distancia con términos como sostenibilidad, informes preceptivos, normativa vigente, rehabilitación, interés social, etc. No cuela. Es demasiado grotesca y evidente la operación puesta en marcha contra Cabo de Gata-Níjar.
No es casualidad que en Andalucía se planteen estos despropósitos, muy al contrario, responden al rol de periferia de nuestra tierra en el modelo económico capitalista desarrollado desde el siglo XIX en nuestro país. Andalucía fue una tierra de la que extraer recursos naturales, productos agrícolas y mano de obra barata dispuesta e emigrar donde y cuando hiciera falta. Todo era mercantilizable. Sobre este desarrollo desigual en origen se han configurado fuertes desequilibrios territoriales en los que Andalucía, a día de hoy, sigue jugando un papel de periferia dependiente. Tierra con baja industrialización, los capitalistas han venido a hacer caja con el turismo, el sector inmobiliario y la agricultura intensiva. Sin entrar en consideraciones sobre las consecuencias sociales y económicas, sí corresponde denunciar el enorme deterioro medioambiental irreversible por dicho modelo. Andalucía tiene una línea de costa de las más urbanizadas de España, mares de plásticos por la producción en invernaderos, y es la comunidad con más riesgo de sufrir desertificación. Todo guarda relación. O se cambia el modelo o depredaremos todo el patrimonio natural hasta que no quede nada. ¿Y después qué?
La emergencia por salvar la bahía de Los Genoveses impele al cambio de modelo productivo impostergable en nuestra tierra que salvaguarde lo común y deje un legado de patrimonio natural a las próximas generaciones. En el contexto de este conflicto hemos de situar tres elementos: crisis económica y de modelo, “decretazo” del Gobierno andaluz, sentencia de Valdevaqueros. La crisis económica derivada de la pandemia –y de las propias contradicciones del modelo económico– está siendo respondida por el Gobierno andaluz con la vieja fórmula de la desregulación y el pelotazo. Aquello de lo que nos creíamos aprendidos. El decretazo aprobado vuelve a esa receta y pone en el punto de mira, otra vez, el patrimonio natural. Pero lo hace cuando ya hay una sociedad mucho más concienciada que sufre las consecuencias de aquello que hoy se presenta como nuevo. Por eso ocurren sentencias como la reciente del Tribunal Supremo impidiendo la macrourbanización en la playa de Valdevaqueros. Y por eso la respuesta social ante la amenaza a Cabo de Gata está siendo tan contundente -a día de escribir esto ya hay más de 115.000 firmas recogidas contra la operación hotelera en Los Genoveses-.
El Gobierno andaluz dice que lo que se va a hacer en el Cortijo Las Chiqueras es una simple rehabilitación que solo supone la creación de un hotel con una treintena de habitaciones, un aparcamiento para setenta coches y una piscina. Vayamos por partes: qué supone realmente y qué argumentos jurídicos contraviene.
De lo que no habla el Gobierno andaluz es de la red abastecimiento necesaria que atravesaría otras zonas protegidas del parque, ni del incremento del tráfico rodado en el parque natural, ni del aumento y gestión de los residuos o contaminación lumínica. También quiere evitar que se interprete como lo que es: un grave precedente para continuar con la proliferación de un turismo disperso por Cabo de Gata-Níjar.
En cuanto a la cuestión jurídica, me hago eco de la denuncia del abogado, Enrique Ruiz, cuando señala que la bahía de Los Genoveses, afectada por el Plan de Ordenación de Recursos Naturales, está en una zona C-1 en la que solo se pueden dar cultivos agrícolas tradicionales, actividades forestales, cinegéticas y actividades e instalaciones de uso público y educación ambiental. Como bien indica el abogado, la rehabilitación estaría solo permitida si es compatible con los usos originarios del cortijo. Unos usos que debieron ser agrícolas, no turísticos. ¿Cómo pretende el Gobierno andaluz sortear esto? Alega el Gobierno del Sr. Moreno Bonilla que hay un interés social y público que justifica la rehabilitación para actividad hotelera. Esto es una clara perversión de dicha figura jurídica. El interés es exclusivamente de los promotores e inversores, el resto somos damnificados. Ya lo hemos visto en otros casos. Parajes paradisíacos puestos en peligro por actividades hoteleras exclusivas al alcance de unos pocos.