La vida después de Google: así viven Larry Page y Sergey Brin, sus creadores
Los padres del buscador más usado del mundo disfrutan de sus fortunas después de dejar en 2019 su empresa matriz, Alphabet
El 4 de diciembre de 2019, los dos hombres que pasaron años construyendo buena parte de lo que muchos entienden qué es internet publicaban en el blog de su empresa que daban un paso atrás y, para “simplificar la estructura de gestión”, dejaban la compañía.
Una carta de Larry y Sergey era el título de un comunicado con el que Larry Page y Sergey Brin ponían fin a una era en Alphabet, la empresa matriz que posee marcas tan poderosas como Google o Youtube. Sin embargo, los antiguos socios aún conservan el control del gigante tecnológico, con poder de veto incluso sobre el CEO actual, Sundar Pichai.
Y año tras año, los nombres de ambos aparecen la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo. Con decenas de miles de millones en sus cuentas bancarias, numerosas organizaciones y docenas de empleados bajos sus órdenes, Larry Page y Sergey Brin han diseñado dos vidas después de Google un tanto diferentes.
Dos caminos en los que la donación de fondos para investigación se mezclan con la compra de yates de lujo, islas privadas o participaciones en empresas que miran al futuro. Todas estas inversiones, según un informe publicado en Business Insider, tienen un factor común: la ingeniería contable que se materializa en una enmarañada red de entidades corporativas y family offices que les sirven para minimizar sus obligaciones fiscales, protegerse de responsabilidades y resguardar su riqueza de la mirada pública.
Las family offices son plataformas de inversión dedicadas a gestionar el patrimonio de un único grupo familiar, generalmente mayor a los 100 millones de dólares americanos. Inversiones financieras, inmobiliarias y empresariales o la fiscalidad son solo algunas de las muchas cuestiones que gestionan estas plataformas fiscales.
De la pareja que creó Google, Sergey Brin es quizá el miembro más mediático. El divorcio de su mujer, que confesó haber mantenido un romance con Elon Musk, fue seguido por buena parte de la prensa, ya sea rosa o seria. Pero también se ha dejado ver en Instagram bailando con hula hoop en compañía de una de las integrantes del grupo ruso de punk Pussy Riot. Este año también se le ha visto en el festival Burning Man, sí, el mismo en el que se vio al exnovio de Tamara Falcó antes de anunciar su ruptura.
En el patrimonio conocido de Sergey Brin, que gestiona a través de Bayshore Global Management, figuran propiedades inmobiliarias, dos yates -uno de 73 metros de eslora y otro de 40 metros- y otras embarcaciones deportivas, así como una serie de empresas a través de las que gestiona sus inversiones filantrópicas.
La principal, Global Support and Development, que se dedica a dar respuestas rápidas a catástrofes humanitarias y que ha derivado en otra compañía como es Lighter Than Air Research, que pretende construir una flota de zepelines para acceder a zonas de difícil acceso.
Más allá de estas iniciativas empresariales, se calcula que Sergey Brin gastó unos 227 millones de euros en beneficencia además de donar otros tantos millones a la Fundación Michael J. Fox para la investigación de la enfermedad de Parkinson.
Al contrario que la de Brin, la vida de Larry Page después de Google es mucho más discreta. Al menos es lo que pretende uno de los creadores del buscador más utilizado en el planeta, a juzgar por la opacidad de las operaciones a las que está vinculado y que se gestionan a través de Koo, la family office que usa Page para gestionar todo su patrimonio y retirarse de la vida pública.
Sin embargo, esa opacidad no ha impedido saber que Larry Page es propietario de la isla Tavarua, localizada en Fiyi. Se le vincula también con otras dos ínsulas, Eustatia, en las Islas Vírgenes Británicas; la isla Hans Lollik y la pequeña Little Hans Lollik, en la que habría pedido la mano a su mujer.
Propietario de una flota de embarcaciones que ha ido reduciendo con el tiempo y de su celo por ocultar sus viajes en jet privado, Page cuenta con una buena cartera de inversiones en empresas que se centran en diseñar la movilidad del futuro.
Gastó cientos de millones en Kittyhawk (ya quebrada) y habría invertido también en otra compañía, Opener, que tiene como objetivo la fabricación de un coche volador a un precio inferior a 47.000 euros.
Lejos del transporte, a Larry Page se le vincula con el desarrollo de vacunas contra la gripe. También es propietario de una gran orgánica llamada Atomic Farm que llena la alacena de un restaurante con una Estrella Michelin.