Ayuso y Almeida: la pelea más chula por controlar el PP de Madrid
La lucha de ambos por hacerse con el trono popular en la región pone en un aprieto a Pablo Casado.
El trono del PP en Madrid, ocupado ahora por una gestora, espera nuevo líder desde hace más de dos años. Ese asiento es un suculento trozo de tarta para las aspiraciones de dos estrellas populares al alza en la comunidad más rica de España: Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida.
Ambos, presidenta autonómica y alcalde, mantienen buena relación, también en privado, pero tienen dos formas de hacer política que chocan. Su pelea por escalar a la presidencia del PP madrileño y llevar a los suyos provoca marejada en las aguas de Génova 13 y pone en un aprieto a Pablo Casado.
El congreso que decidirá quién se hará con las riendas del PP de Madrid no tiene fecha cerrada. Aunque fuentes populares apuntan a que será a finales de este año o incluso ya en 2022 si la pandemia obliga. Hasta entonces, tanto el entorno de Ayuso como el de Almeida trasladan que los dos están centrados en las múltiples crisis que están azotando Madrid y que la han dejado entre congelada por Filomena y semiconfinada por la pandemia.
“El partido, aunque no lo parezca, no está en el congreso. En pleno coronavirus no estamos con el congreso. Lo esencial es que Madrid se levante y luche contra el coronavirus. Y el partido, en lo que sí están es en apoyar a la presidenta para que vuelva a salir elegida y en ayudar a que Casado sea presidente nacional. Y Almeida, que está con el cargo de portavoz nacional, si hay algo que quiere es conseguir mayoría absoluta en la capital porque está consiguiendo unos apoyos que hasta ahora no se conseguía”, insisten fuentes populares.
El PP madrileño ha sido siempre, desde la época de José María Aznar, uno de los grandes músculos del partido y una plataforma inmejorable para saciar el apetito de políticos ambiciosos. “Madrid, para las aspiraciones, es la comunidad más importante. Y para el partido es tan importante que fue el propio Pablo Casado quien designó a Almeida y a Ayuso para que estuvieran al frente. Son dos de sus personas de máxima confianza y tienen buena relación”, cuenta una fuente con despacho en Génova.
El líder del PP sabe bien lo que significa Madrid. El jefe de los populares se curtió en la política madrileña. Casado fue testigo de excepción de la cruenta batalla que mantuvo su madrina política, Esperanza Aguirre, con Alberto Ruiz Gallardón por el control regional del partido y no quiere que sus pupilos terminen igual. Por eso, mima a los dos, como enfatizan fuentes de la formación.
“Casado ha estado antes y después del temporal en actos con Almeida y con Ayuso. Son un equipo, eso está claro. Vamos, no es que le interese estar vinculado a los dos por cálculos electorales, es que eso, estar juntos, es lo que hacen los equipos”, precisan fuentes populares.
Puede que el motivo que se esconde detrás del nombre de Ana Camins para hacerse con la dirección regional del partido sea evitar una guerra civil en el PP madrileño. La actual secretaria general de la gestora que mueve los hilos tras la caída de Cristina Cifuentes tiene opciones si Casado quiere evitar un conflicto. Por eso, no se descarta una tercera figura entre presidenta y alcalde.
Al final, el deseo de Martínez-Almeida es tener algo que decir en la conformación de las listas electorales, que se cocinan en los despachos nobles, para que no quede en manos de Ayuso si esta se hace con las riendas de los populares en Madrid.
El partido en la capital representa en torno al 45% del total de apoyos que elegirá líder en el congreso. El resto vienen de las agrupaciones del PP repartidas por los pueblos de la Comunidad, donde, en principio, Díaz Ayuso debería tener más opciones. Algo que explica el interés de la presidenta en pisar cada calle de cada municipio cuando puede.
Dos instrumentos diferentes en la orquesta popular
Lo cierto es que la política que hacen Ayuso y Almeida suena diferente. El talante pactista del alcalde madrileño durante los peores meses de la pandemia, claro contrapunto al de Ayuso, incrementó su popularidad. Esa imagen de hombre sensato y equilibrado fue recibida como agua de mayo en un PP atrapado entonces en el discurso tóxico de la ultraderecha de Vox. Su actitud le granjeó un puesto a medida: número tres y portavoz nacional.
En el otro extremo está Ayuso. La comunicación de la presidenta madrileña está orquestada por Miguel Ángel Rodríguez, estratega del expresidente José María Aznar. Él bendice las formas del nuevo ‘verso suelto’ del PP, y que beben directamente del recetario político del trumpismo y de Vox. La jefa del Gobierno regional ha construido un altavoz propio y personalísimo para difundir sus mensajes más allá de los micrófonos con un toque populista que está alimentando un madrileñismo orgulloso.
La realidad es que Almeida aglutina más poder orgánico que Ayuso. La dirección nacional del PP aprovechó su tirón tras la salida de la portavocía del Congreso de Cayetana Álvarez de Toledo, representante del ala más dura. Ese movimiento de Casado, en agosto, cuestionó a la presidenta madrileña, pues fue la única dirigente popular que defendió públicamente a Álvarez de Toledo tras su destitución.
El alcalde de Madrid compagina su cargo en Cibeles [sede del Ayuntamiento de Madrid] con su puesto en Génova. Gracias a eso, Casado refuerza su mensaje en el gran granero de votos para la derecha que es Madrid donde, a pesar de la tendencia histórica, el PSOE ganó las últimas elecciones. Es importante no olvidar que los socialistas lograron ser primera fuerza en la región para entender las dudas de Casado a la hora de apostar por uno de los dos.
Una fuente popular que tuvo altas responsabilidades en la dirección madrileña del partido sospecha que el ruido mediático sobre la pelea entre Ayuso y Almeida está jaleado por dirigentes de Génova que quieren salir reforzados a costa de azuzar el enfrentamiento entre presidenta y alcalde para perjudicarles.
De momento, el secretario general de los populares, Teodoro García Egea, evitó respaldar a Ayuso para presidir la formación en Madrid. “Como secretario general lo que siempre defenderemos es que sean los afiliados quienes elijan a su líder”, dijo. Algo que pudo escocer a la presidenta, pues Génova sí apoyó a Alberto Nuñez Feijóo en Galicia, a Fernando López Miras en Murcia y a Juanma Moreno Bonilla en Andalucía.
Para los presidentes autonómicos es vital hacerse con el control orgánico porque les permite crear cuadros. Y la de Ayuso es una figura al alza que despierta recelos en su partido, más si concentra Gobierno y mando en el PP. En Génova son conscientes de que la presidenta madrileña se siente cómoda polemizando y confrontando con el Ejecutivo central y puede terminar reduciendo a Pablo Casado a su mínima expresión.
La presidenta saca a relucir su ‘estilo propio’ siempre que puede bendecida por Miguel Ángel Rodríguez, el viejo rockero que aupó a José María Aznar a la Moncloa. ¿Habrá firmado el mismo pacto con Ayuso?