¿Ayuso nos toma por tontos?
La presidenta de Madrid se supera día a día, es capaz de soliviantar al más neutral y templado de los ciudadanos.
Hablar de nuevo de la incompetencia de Isabel Díaz Ayuso puede resultar cansino, aunque ella se empeña en que sea inevitable. La presidenta de Madrid se supera día a día. Es capaz de soliviantar al más neutral y templado de los ciudadanos.
Escucharla sostener sin ruborizarse que nadie le había informado de la magnitud de Filomena no es sólo faltar a la verdad, sino también el respeto al conjunto de los españoles. Menos ella, cualquier persona en este país estaba al tanto de la crudeza de la borrasca que se avecinaba. Gracias a los avances tecnológicos, se conoce con mucha antelación los temporales y su eventual virulencia.
Todas las administraciones, en tiempo y forma, recibieron de AEMET la comunicación de la máxima alerta, con nivel rojo. Fue noticia de alcance en los días previos en todos los medios, el eje de la información meteorológica y ocupó espacio en programas del corazón. ¿Cómo es posible que en un mundo sobreinformado un cargo público de ese rango no se entere de una cuestión con tanta repercusión social? ¿No sería que la presidenta estaba de vacaciones o en asuntos personales en momentos tan difíciles?
No fue desconocimiento, sino actuación negligente. Como presidenta, Ayuso es la responsable de activar el Plan de Emergencias de la CAM y lo hizo tarde y mal. Con el reparto competencial, corresponde a las autonomías la gestión de este tipo de situaciones. Si no es capaz de hacerse cargo, tendría que ceder al Estado las competencias y declararse la emergencia nacional. Y no lo ha hecho porque habría sido un ridículo monumental. Así, la dirigente madrileña ha preferido el colapso que sufren los ciudadanos que reconocer su incapacidad para resolver este episodio excepcional.
O Ayuso actúa de este modo por insolvencia, que es grave, o lo hace por desahogo y nos toma a los demás por tontos, que sería aún peor. No es la primera vez que pretende reírse de la gente amparada por una cohorte económica y mediática que trata de ocultar su tremenda inconsistencia. No es posible que la derecha española no cuente entre sus filas en Madrid con alguien con más preparación y talla política.
Su gurú para la comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, está forjando una nueva Esperanza Aguirre. La materia prima, de momento, no da para mucho. Tiene menos fondo y colmillos naïf, pero destila un desparpajo de aúpa y no se inmuta ante pifias y barrabasadas. Es un genuino producto de laboratorio de mercadotecnia, se mueve siempre con una agenda muy pautada, dirigida con control remoto, y, por tanto, se la ve poco ducha ante los imprevistos por su falta de bagaje y de profundidad. Por ese motivo, en cuanto se sale del guión, mete aparatosamente la pata.
En apenas año y medio de mandato, acumula un repertorio para hacer varios monólogos del Club de la Comedia. Desde echar de menos los atascos en Madrid hasta proponer que los concebidos no nacidos sean considerados miembros de la unidad familiar a la hora de solicitar ayudas, pasando por defender el empleo basura o decir que la ‘d’ de Covid es por el mes de diciembre. Todo un catálogo de despropósitos y disparates que emborronarían cualquier currículum o arruinarían una carrera política.
Sus palabras sobre la tormenta Filomena engordan su escalofriante hoja de servicios. Aunque quizás con esa impostada ingenuidad soló buscaba desviar la atención sobre la desastrosa gestión de esta borrasca en la Comunidad de Madrid. También el alcalde capitalino, José Luis Martínez Almeida, ha pretendido distraer la atención de la opinión pública con la cuantificación desorbitada de los daños causados por este temporal de nieve y frío. Añagazas con el fin de confundir a una ciudadanía.
Después de amagar con convertir la mayor nevada en décadas en otro episodio de confrontación contra el Gobierno, obsequiándonos con algunas ocurrencias sin gracia de Teodoro García Egea y el gesto populista y banal de Pablo Casado con la pala, el PP nacional desistió porque se dio cuenta de que seguir por esa línea sería tanto como escupir hacia arriba. Con el paso de los días, y la nieve y el hielo impidiendo la vida cotidiana en la capital y en otros muchos municipios madrileños, Ayuso y Almeida están en el centro de todas las críticas. Muy especialmente cuando en otras autonomías y en los servicios de la administración del Estado, como el aeropuerto de Barajas, conexiones ferroviarias y la red de carreteras estatal, se ha recuperado la normalidad mientras en Madrid queda mucha tarea por delante. Es más, ante unos servicios municipales desbordados y cierto clasismo en la selección de vías a descongestionar, la propia ciudadanía se ha lanzado a la calle para limpiar el manto blanco y evitar más accidentes.
Filomena, muy a pesar del Partido Popular, ha dejado al descubierto la ineficiencia de Ayuso y Almeida, y por ende ese mantra de superioridad que se arroga la derecha en la gestión de las crisis. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.