Estas son las primeras medidas que tomará Biden como presidente
Los ejes principales: sanidad y economía. La finalidad: revertir las políticas caóticas de Donald Trump.
Sanidad y economía o, dicho de otra manera, los dos principales pilares devastados por el paso de la pandemia y de Donald Trump. Esas son las prioridades de Joe Biden en cuanto jure el cargo como presidente de Estados Unidos este miércoles, 20 de enero. Más bien, desde antes incluso.
Decidido a no perder el tiempo, Biden espera firmar ese mismo día varias órdenes ejecutivas, entre otras para sellar la reincorporación de Estados Unidos a los Acuerdos de París por el Clima y para rescindir el veto migratorio a ciudadanos de países de mayoría musulmana. El objetivo: deshacer los entuertos que Trump ha dejado a su paso en sus cuatro años de presidencia.
Biden tomará “medidas decisivas para revertir algunos de los movimientos más atroces de la Administración Trump”, señalaba esta semana la nueva directora de comunicación de la Casa Blanca, Kate Bedingfield, en una entrevista. El demócrata “trabajará para tratar de pasar página sobre la división y el odio generado durante los últimos cuatro años”.
Dentro de los objetivos que se fija a corto plazo la nueva Administración no está cerrar las heridas de una sociedad tremendamente dividida —pues para ello se requiere mucho tiempo—, pero sí un ambicioso plan de ayuda económica contra el coronavirus valorado en casi 2.000 millones de dólares. Con él, el Gobierno de Biden espera poder emitir cheques de 1.400 dólares por persona (algo más de 1.100 euros) a quienes estén por debajo de un cierto umbral de ingresos.
Esa es la gran baza de Biden, y lo que el país espera con los brazos abiertos después de los otros dos paquetes de ayudas aprobados en marzo y en diciembre. Ahora el equipo de Biden confía en sacarlo adelante porque no sólo “existe apoyo bipartidista en sus grandes ejes”, sino que también “surgió como resultado de la consulta con gobernadores” republicanos y demócratas “de todo el país”, apunta Bedingfield.
A la espera de que se materialice este plan, en sus primeros días en el cargo Biden ‘tirará’ sin complejos de decretos para sacar adelante cuanto antes sus medidas y revertir así la “política extremadamente caótica” de Trump, señala Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo, el Centro de Geopolítica y Economía Global de Esade.
“Estamos viendo señales de que tanto en el ámbito sanitario como en el económico Biden va a actuar muy rápido, desde la aprobación del paquete de estímulos hasta el refuerzo del equipo para lidiar con la pandemia —que ya ha empezado a crear—, pasando por decisiones más concretas, como la obligatoriedad de la mascarilla en los espacios federales y en los viajes interestatales”, afirma Saz-Carranza.
Esas son precisamente dos de las medidas que Biden espera firmar este mismo miércoles, nada más tomar posesión del cargo, para poner fin de manera práctica y simbólica al negacionismo de Trump sobre la pandemia, que le llevó a renegar del uso de mascarillas —convirtiéndolas en un tema ideológico— y a comparar continuamente la gripe con el covid, pese a que el coronavirus lo tuvo postrado durante días en la cama de un hospital.
El federalismo estadounidense hace que el presidente no tenga todos los poderes sobre el país, de ahí que Biden sólo apruebe el uso de mascarilla en instituciones federales y en viajes entre Estados. “El problema vendrá con los Estados donde hay una corriente republicana negacionista, porque ahí tendrá poco margen de maniobra”, señala Saz-Carranza.
El miércoles Biden también podría prorrogar la devolución de préstamos a universitarios, la ampliación de la moratoria contra los desahucios, según un documento recogido por Axios. Pero hay más, y en los dos días siguientes, se cuenta con que el demócrata firme órdenes ejecutivas para reabrir escuelas y negocios de manera segura y dar “alivio económico a las familias trabajadoras que soportan la peor parte” de la crisis del coronavirus.
Entre el 25 de enero y el 1 de febrero, Biden abordará la crisis climática, la reforma de la justicia penal, tomará medidas para ampliar el acceso a la atención médica y avanzará para reformar la inmigración, incluida la reunificación de familias separadas en la frontera por culpa de una de las políticas más crueles y polémicas de Donald Trump.
Aparte de revertir el veto musulmán de Trump, el equipo de Biden presentará un proyecto con el objetivo de que a lo largo de los próximos ocho años se dé estatus legal a los inmigrantes sin papeles llegados antes del 1 de enero.
A Barack Obama se le echó en cara que no sacara adelante una reforma migratoria cuando tenía el poder de las dos cámaras, Congreso y Senado. Biden ahora lo tiene, “pero no con mucha holgura”, recuerda Saz-Carranza. “Biden va a tener una mayoría muy frágil”, sostiene. Los demócratas han ganado el Senado por la mínima —un empate a 50 que dejará a la vicepresidenta Kamala Harris la última palabra— y en la Cámara de Representantes sólo tienen once congresistas más que el Partido Republicano.
“Con la autonomía que tienen los congresistas y senadores estadounidenses, probablemente Biden tendrá que buscar políticas centristas para asegurarse de que no se descuelga ninguno de los votos que necesita para aprobar una medida”, opina el director de EsadeGeo. “Tomará medidas contra el cambio climático y contra el covid, pero no serán todo lo radicales que desearía un sector de su propio partido”, vaticina.
Sobre el cambio climático ha habido una filtración más. En su primera semana como presidente, Biden podría suspender los permisos de la ampliación del oleoducto de Keystone, muy criticado por su impacto ambiental pero también importante fuente de ingresos.
Curiosamente, en los temas comerciales y de política exterior, se espera que el Gobierno de Biden sea “continuista”, apunta Pedro Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales y experto en la comunicación política de la Casa Blanca de la Universidad Pontificia Comillas. “Quizás el caso más llamativo es el de China. Creo que esa relación competitiva y ese pulso van a continuar, probablemente no con la misma intensidad que Trump, que ha puesto sanciones y ha declarado prácticamente una guerra comercial, pero sí continuará el choque tecnológico y geopolítico”, augura. “La política exterior de Estados Unidos es como un grandísimo portaaviones, que no puede girar 180 grados en cinco minutos”, ilustra.
Aunque, ojo, con la nueva Administración sí van a cambiar algunas cosas. “En primer lugar su predictibilidad, en segundo lugar que trabajará con aliados contra China, y en tercer lugar que volverá a las reglas del juego como estaban antes de Trump, por ejemplo deshaciendo algunos de los aranceles absurdos y poco justificables impuestos a Europa”, enumera Saz-Carranza.
Lo que no será tan fácil para el Gobierno de Biden es recuperar la unión de una sociedad en la que Trump tiene 74 millones de fieles votantes, entre ellos conspiranoicos, extremistas, violentos, supremacistas y, sobre todo, antidemócratas.
Biden prometió a todo el pueblo estadounidense, nada más confirmarse su victoria, que no haría diferencia entre “estados rojos y azules”, les pidió que tuvieran “fe” y que había que darse “una oportunidad”. Pero “unir a la sociedad es muy difícil, y no creo que esté en manos de Biden, sino del Partido Republicano”, opina el director de EsadeGeo.
Sumidos en una profunda crisis ahondada tras el asalto al Capitolio que alentó Donald Trump, los republicanos se debaten el camino que seguir: “Si vuelven a su tradicional conservadurismo pero basado en el orden, o si en cambio avanzan en la línea del trumpismo y el postrumpismo”, señala Saz-Carranza. “Volver a la senda del orden va a ser muy difícil y, si lo hacen, les a costar mucho estar cohesionados, porque hay gobernadores y senadores muy, muy radicales en el partido”, advierte.
La polarización y el extremismo no están sólo en la sociedad, sino en el Congreso, y esto se vio claramente el pasado 6 de enero, cuando 147 representantes republicanos trataron de impugnar los resultados electorales que daban la victoria a Biden. El director de EsadeGeo considera que “el Partido Republicano todavía no ha tocado fondo”. De momento, su líder se enfrenta a un segundo impeachment por incitación a la insurrección sobre el que tendrá que decidir el Senado. Tampoco se sabe todavía si Trump ya ha tocado fondo.