Así es Amy Coney Barrett, la juez designada por Trump para el Supremo
Católica, anti aborto, anti inmigración y pro armas, es madre de siete hijos y su equipo destaca su capacidad de trabajo y solidez
El presidente de EEUU, Donald Trump, confirmó el pasado sábado la designación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo e instó a la mayoría republicana del Senado a confirmarla cuanto antes, pese a que los demócratas quieren aplazar el proceso hasta después de las elecciones de noviembre, cuando Trump revalide el cargo o Joe Biden sea el nuevo presidente.
“Hoy es un honor para mí nominar a una de las mentes legales más brillantes y talentosas de nuestra nación para el Tribunal Supremo. Ella es una mujer con logros inigualables, un intelecto imponente, credenciales excelentes y una lealtad inquebrantable a la Constitución”, dijo Trump en una declaración a la prensa desde la Rosaleda de la Casa Blanca.
El anuncio del mandatario fue recibido con aplausos por parte del centenar de personas que acudieron al acto, entre ellos la familia de Barrett, madre de siete hijos, dos de ellos adoptados en Haití y uno con síndrome de Down.
Ante un grupo de invitados entre los que estaba la familia de Barrett, Trump elogió a su nominada como una “académica y jueza estelar”, “sólida”.
Por su parte, al aceptar la nominación, Barrett dijo que sus resoluciones como magistrada de la Corte Suprema se basarán únicamente en la ley y no en creencias personales.
Un perfil de halcón
De 48 años, Barrett es una devota católica que afirmó en un artículo publicado en 2013 que “la vida comienza con la concepción”. ºPlanteamientos como este le han granjeado el favor de grupos religiosos conservadores que desean revertir la histórica decisión judicial que en 1973 legalizó el aborto en todo el país.
Barrett ha votado a favor de las políticas de dureza frente a la inmigración de Trump y se ha manifestado a favor del derecho de los estadounidenses a tener y portar armas.
Fue Trump quien la nominó en 2017 para el 7º Circuito de Apelaciones con sede en Chicago, cargo para el que fue confirmada por el Senado en una votación en la que obtuvo 55 votos a favor y 43 en contra después de un arduo proceso. Trump ya pensó en ella para reemplazar al juez Anthony Kennedy en la Corte Suprema en 2017.
Después de graduarse en la Escuela de Leyes de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Barrett trabajó como asistente del juez Antonin Scalia, fallecido en 2016 y como académica en Notre Dame cerca de 15 años. Si su candidatura supera la votación en el Senado, Barrett se convertirá en el miembro con menos años de experiencia en la Corte.
Pero eso no parece ser un impedimento para Trump, que ha dejado clara su intención de reemplazar cuanto antes a Ginsburg, a pesar de que en 2016 los republicanos se opusieron a aprobar la candidatura del juez propuesto por el entonces presidente Barack Obama con el argumento de que debía esperarse al resultado de las elecciones que terminó ganando Trump.
Nada que ver con RBG
Nacida en Nueva Orleans, Barrett vive en South Bend, Indiana, con su marido, Jesse, exasistente del fiscal en el Distrito Norte de Indiana, que ahora trabaja para una empresa privada. La pareja tiene siete hijos, incluidos un niño y una niña de Haití adoptados. Ella es, a su vez, la mayor de siete hermanos.
Generalmente acude al tribunal desde su casa, a más de una hora y media de distancia. El diario local The South Bend Tribune publicó una entrevista con un amigo de la jueza que contó que Barrett es muy madrugadora, se levanta entre las 4:00 y las 5:00 de la mañana.
Según explica el rotativo The New York Times, Trump entrevistó a Barrett esta pasada semana en la Casa Blanca y se decantó por ella después de escuchar a voces del ámbito conservador que le aseguran que la jurista sería una versión femenina de Scalia, que durante décadas influyó desde su puesto en el Supremo en una interpretación en sentido literal de las leyes estadounidenses.
De acuerdo a los analistas, el perfil de la elegida por Trump revela un intento por agradar a sus bases más conservadoras de cara a las elecciones. Trump marcha por detrás de su rival demócrata, Biden, en las encuestas, con un 43% contra 51% según el sondeo más reciente, hecho por la NBC, el Wall Street Journal y Telemundo.
La elección de Barrett supone también un alejamiento radical del perfil de Ruth Bader Ginsburg, la jueza cuya vacante cubrirá, conocida por sus posturas liberales y feministas.
Controvertida y, pese a ello, respetada
Barrett ha pasado gran parte de su carrera como profesora en Notre Dame, donde fue elegida varias veces profesora del año. Deion Kathawa, un estudiante que fue su alumno este año le ha contado a la BBC que Barrett es popular porque incluye a todos en los debates. Kathawa la define como “colegial, civil, justa, intelectualmente brillante y entregada al mandato de la ley amparado en la Constitución”.
Otro estudiante añadióa la web WBEZ: “Tengo sensaciones encontradas porque es una gran profesora. Nunca sacó el tema político en su clase. Pero no estoy de acuerdo con sus ideologías para nada. No creo que sea buena para este país y la Corte Suprema”.
Paolo Carozza, profesor en Notre Dame, ha visto la evolución de Barrett de estudiante a profesora y después a jueza, y habla de ella con entusiasmo. “Esta es una comunidad pequeña y unida así que la conozco socialmente también. Es normal, cálida, amable”. Aunque él también es un hombre religioso, Carozza opina que es razonable preguntarle a los candidatos si sus creencias interferirán con su trabajo. “Pero ella ha respondido a esas preguntas con contundencia. Me temo que ahora la están reduciendo a caricatura ideológica, y me duele, sabiendo lo valiosa y considerada que es”.
La propia Barrett se ha defendido en múltiples ocasiones. “Subrayaría que mi filiación personal con una iglesia o mi creencia religiosa no hará que deje de cumplir mis deberes como jueza”.
Sin embargo, su vínculo con un grupo cristiano particularmente conservador, People of Praise, ha sido debatido en los medios estadounidenses. Activistas LGBTI han puesto de relieve que la red de escuelas de dicho grupo tiene, entre otras cosas, directrices que establecen que solo las parejas heterosexuales casadas pueden mantener relaciones sexuales.