Ascienden a 238 los muertos en el terremoto de México
Miles de personas cuyas casas siguen en pie duermen en albergues por miedo a los derrumbamientos.
Ya son 238 los muertos por el terremoto de magnituf 7,1 que ha azotado el centro y el sur de México este martes, según el último balance oficial de víctimas.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ha indicado en rueda de prensa que en la Ciudad de México el número de fallecidos ha aumentado a 108 en las últimas horas. En la capital se han derrumbado al menos 40 edificios y se temen más colapsos.
A los muertos en la capital del país se suman 69 en Morelos, 43 en Puebla, 13 en el estado de México, cuatro en Guerrero y uno en Oaxaca. En Puebla, 11 personas murieron durante la celebración de un bautizo en una iglesia. De acuerdo con el último balance del estado, hay 43 muertos, 105 heridos, 18 desaparecidos y afectaciones en 33 municipios.
Las autoridades no han dado por cerrado el balance, ya que aún se busca a posibles víctimas entre los escombros y no existe certeza de que algunos datos no estén duplicados. En las últimas horas se ha llegado a revisar a la baja el recuento de fallecidos.
El Servicio Sismológico de Nacional de México ha registrado 11 réplicas tras el terremoto, que tuvo lugar poco más de una semana después de otro de magnitud 8,2 que dejó más de un centenar de muertos en los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
La sociedad está conmocionada y los dramas se acumulan, como el del Colegio Enrique Rébsamen, en el sur de la capital, que se derrumbó dejando al menos 37 muertos y varios niños todavía sepultados. Cuatro han dado incluso señales de vida.
SOLIDARIDAD Y ORGANIZACIÓN CIUDADANA
Largas cadenas humanas mueven artículos de primera necesidad como agua o mantas desde un centro de acopio improvisado en Ciudad de México a los vehículos de distribución, un ejercicio de autogestión que muestra la enorme solidaridad en la ciudadanía que ha despertado el terremoto.
Si bien reciben apoyo de la delegación, muchas decisiones se toman al momento, en un ejemplo de organización poco habitual en la ciudad. "Estoy orgullosa y se me hace un nudo en la garganta porque la respuesta que hay de parte de la población es muy buena", cuenta a Efe Jocelyn, una veterinaria.
Llegan ciudadanos con cajas de comida, agua embotellada, medicinas, sueros, mantas, papel higiénico, útiles de bebé. Los vehículos particulares transportan los insumos de punto a punto. Sin descansar y con el semblante cansado, voluntarios de todas las edades llevan horas trabajando, de sol a sol.
En el módulo de Fernanda González se acopian alimentos básicos como frijoles, atún y pasta. Los marcan con un rotulador para evitar "que nadie se los lleve y los revenda". La estudiante de Sociología lleva 10 horas sin parar. "Apenas pudimos tomar agua", afirma.
UNICEF ha hecho este jueves un llamamiento a recaudar cerca de 3,9 millones de euros para responder a la situación de emergencia a la que hacen frente los niños mexicanos.
DESALOJADOS POR MIEDO A LOS DERRUMBAMIENTOS
Miles de personas cuyas casas siguen en pie han tenido que abandonarlas. Durmiendo en colchonetas y viviendo de la solidaridad de la ciudadanía, los damnificados duermen en los 49 albergues instalados en la capital por el temor de volver a sus casas, severamente dañadas.
Amada Rodríguez y otros siete miembros de su familia, entre ellos su madre de 85 años, pasan las horas en el albergue de Benito Juárez, una de las más afectadas. Sobre una colchoneta y cobijada bajo una manta, afirma que ha estado "muy bien atendida", pero no se quita el miedo del cuerpo.
Su familia y otras 50 más se vieron obligadas a salir de sus viviendas. Lo hicieron por prevención, pues el edifico no cayó, pero se agrietó considerablemente. La mayoría de sus vecinos se fueron a casa de allegados, pero ella prefirió acudir al albergue, donde además de alojamiento y comida, hay entidades que les apoyan psicológicamente e incluso entretienen a los niños.
Fuera de sus casas y alejados de todas sus pertenencias, estas horas están siendo duras para muchos. Pero los más jóvenes, gracias al apoyo de voluntarios, se toman la experiencia como una aventura más. Es el caso de Draken Michel, que estaba de visita en casa de su tía.
"El edificio sufrió algunos daños, tiene grietas y nos da miedo entrar, por lo que decidimos venir acá", apunta el adolescente, que habla del "buen servicio" recibido, una cucharada de tranquilidad. "Temblaba tanto que nos quedamos a un lado de la puerta en un punto y empezamos a orar y todo", apunta.
En la capital mexicana, los equipos de emergencia han logrado rescatar a 53 personas entre los escombros. Y en estas actividades se centran, más de 24 horas después, buena parte de los esfuerzos.