Artur Mas, el nacionalista al que devoró su propio procés
El expresident deja el liderazgo del PDeCAT.
Los días 9 de enero han marcado parte de la vida de Artur Mas. Hace dos años justo el entonces president en funciones de la Generalitat daba un "paso al lado" para desencallar el bloqueo político catalán y renunciaba a seguir mandando en el Palau de la Generalitat. La CUP pedía su cabeza y accedía a dejar vía libre a Carles Puigdemont. Este martes ha dicho adiós también la Presidencia del PDeCAT dando otro "paso al lado". El frío vuelve a calar sus huesos.
Mas se despide del puesto ahogado por su propio giro independentista, cercado por los tribunales y ante la nueva etapa de su partido que ya no controla. Aquel joven tecnócrata al que Jordi Pujol convirtió en su delfín y que se erigió en diciembre de 2010 como el 129 president de la Generalitat deja su cargo en un endiablado momento en Cataluña, con una relación a la baja con Carles Puigdemont, con sus bienes embargados por el 9-N e inhabilitado para cargo público.
El procés es un monstruo que él mismo ayudó a crear, que fomentó desde la plaza de Sant Jaume y que lo ha devorado (como a tantos muchos).
Y es que esta Cataluña no se parece a la que dirigía hace apenas unos años Mas. Sobre ella pesa el 155, ha visto cómo se declaraba una triste DUI a finales de octubre, el president cesado huyó a Bruselas, Oriol Junqueras duerme en la cárcel, Ciudadanos es hoy la primera fuerza política, los independentistas tienen mayoría en el Parlament tras el 21-D pero no suman más del 50% de los votos...
Para más inri la semana que viene (el día 15) se conocerá la sentencia del caso Palau, en la que están implicados antiguos dirigentes de CDC y que supone también un juicio a una manera de hacer política a lo largo de años por parte de los convergentes durante su paso por la Generalitat. El oasis catalán que vendieron durante décadas es un espejismo que se desvanece en los tribunales. Con el factor común del 3%.
CIU, CDC, DEMOCRÀCIA I LLIBERTAT, JUNTS PEL SÍ, JUNTS PER CATALUNYA...
Mas ha sido protagonista precisamente en estos dos últimos años de la desaparición de la antigua CiU. Luego tocó capitanear a CDC a secas, presentarse a las elecciones autonómicas de 2015 bajo el nombre de Junts pel Sí en compañía devoradora de ERC, concurrir a las generales con el paraguas de Democràcia i Llibertat, refundar Convergència con el nombre del PDeCAT... y acudir a la cita del 21-D imprimiendo en la papeleta Junts per Catalunya. La vueltas de esa noria marean solo con pensarlo.
La sombra de Mas era alargada. Pero cada vez su influencia se ha ido apagando en esa nueva galaxia que ha ido conformando Puigdemont a su alrededor. Era muy significativa esa imagen de Mas observándolo en la galería gótica del Palau el día que estuvo a punto de convocar elecciones Puigdemont. Ya había mucha distancia entre ellos. Pero ahora esas diferencias de estrategia se notan claramente, a pesar de que se empeñen en negarlo públicamente.
Mas ha señalado ante los periodistas varias razones para su nuevo paso al lado, ya que de retirarse definitivamente nada de nada. Él es un hombre que lleva la política en la sangre, es su obsesión: "No me retiro de la política, la vida es muy larga, el futuro dirá".
El principal argumento del expresidente para abandonar la presidencia del PDeCAT es que el éxito de Junts per Catalunya el pasado 21-D (nadie esperaba que superara a ERC como principal fuerza independentista) requiere nuevos liderazgos ante una nueva etapa en la que se amplíen las bases. En su opinión, toca dejar "espacios libres" para que determinadas personas puedan encabezar el proyecto.
EL PDECAT DE MAS NO CONTROLA A PUIGDEMONT
Pero ese espacio libre ya era patente desde hace semanas. El PDeCAT dejó manos libres a Puigdemont para realizar su lista y su campaña de cara al 21-D. El cesado president elaboró su equipo -incorporando independientes- y ya fue muy significativo que quedaran fuera de la misma papeleta los emergentes dirigentes de los que se rodeó Mas en el congreso de refundación: Marta Pascal y David Bonvehí. Puigdemont ha ido creado un pinyol propio, capitaneado por Elsa Artadi (llamada a cotas altas de poder en Cataluña).
Además, en el PDeCAT ya han asumido la imprevisibilidad de Puigdemont, un político que no es controlable, que no se ciñe a los parámetros de dirigente encorsetado de partido y con una estrategia propia. De hecho, esa lejanía, se notaba este lunes en una reunión a puerta cerrada de la Ejecutiva del partido en la que Artur Mas decía que el independentismo no estaba en condiciones de pedir nada.
Asimismo, hacía un discurso rechazando la posibilidad de repetir elecciones y apostaba por mantener una legislatura larga y estable. Esto ha sido interpretado en varios sectores como un dardo a Puigdemont, cuya estrategia pasa por una investidura telemática y una posterior vuelta a Cataluña. En el entorno de Puigdemont no se contempla un plan B, que otro candidato sustituya a su 'número uno'. Es decir, podrían optar antes por elecciones que por un cambio de nombre.
La estrategia ya no la marca el PDeCAT dirigido por Artur Mas, sino el círculo de Puigdemont, ya que la mayoría de los diputados electos están bajo su influencia. Como resume a El HuffPost un dirigente del partido: "Junts per Catalunya abre un tiempo nuevo. Mas era un presidente no ejecutivo. Creo que Mas al ver que el otro ha ido ganando estima, pues..."
Dentro del independentismo, no obstante, hay un debate abierto sobre si puede Puigdemont presentarse a la investidura vía Skype y dirigir a distancia la comunidad. Mas no se ha querido mojar públicamente y ha comentado que "respetará" las decisiones que éste adopte. Y ha remarcado que en los últimos dos años no ha hecho "ni una sola declaración pública que cuestionara" a su sucesor, "pudiendo estar de acuerdo más o menos" con él.
RECTA FINAL PARA LA INVESTIDURA
El tiempo apremia. El próximo día 17 se constituye el Parlament -con la elección de la Mesa- y posteriormente se tendrá que celebrar la sesión de investidura (el día 31). Son días para contar los votos, para saber hasta dónde están dispuestos a llegar los parlamentarios en este nuevo capítulo (con la vigilancia del Supremo y del Constitucional).
Este mismo martes el exconseller Carles Mundó (ERC) ha renunciado precisamente a su acta como diputado y ha decidido volver a la actividad privada después de estos duros meses en los que ha llegado estar en la cárcel de Estremera. Sí han presentado sus credenciales Puigdemont y Oriol Junqueras.
La otra razón que ha dado Mas para su marcha es el calendario judicial que tiene que afrontar. Son varios frentes los que tiene abiertos, principalmente por impulsar aquella consulta ilegal del 9-N y por su implicación en el 1-O que le ha llevado a ser imputado por el Tribunal Supremo (y todo lo que falta por saber a raíz de la libreta Moleskine de Josep María Jové).
Tiene que dar la cara por aquel giro hacia el independentismo llevado hasta el extremo. Y es que Mas fue el president que dio aire a esas masivas 'diadas', que abandonó el nacionalismo que colaboraba con La Moncloa (estuviera quien estuviera) y que emprendió ese camino al precipicio en plena crisis económica. Soñaba con ser el primer president de la República. Sus rivales siempre han dicho también que se envolvió en la estelada para tapar las vergüenzas internas de la corrupción y los recortes.
Lo que sí ha querido Mas es desvincular su decisión de la sentencia del caso Palau. En su opinión, CDC "ya pagó el precio más alto por ese caso, que fue autoliquidarse". "Hay muchos partidos que tienen problemas vinculados con la corrupción, pero ¿qué partido ha desaparecido? Ninguno. CDC, sí, y lo decidió la propia gente de CDC", ha enfatizado, a la vez que ha dicho que el origen está en etapas anteriores a su mandato.
Fuentes cercanas a Mas insisten en que no tiene nada que ver con el caso Palau y que la decisión ya estaba tomada desde hace tiempo, pero que se habían interpuesto fechas clave como el 1-O o las elecciones. Ahora ya se va "tranquilo", señalan.
Otro paso al lado. Otro 9 de enero. Mas y su procés devorador.