Aplausos tenebrosos en un día aciago
Hoy es una jornada negra. La constatación de un fracaso de dimensiones aún no previsibles. El temido 155 ya tiene permiso del Senado para su aplicación y el Parlament aprueba la resolución para declarar la independencia.
Lamentable noticia, que sin embargo ha sido ampliamente aplaudida y vitoreada por los 149 senadores y los diputados invitados del PP en el Senado y por los diputados de Junts pel Si y la CUP, en el Parlament de Cataluña.
Les quemaban las manos, pero enfervorecidos intensificaban el tono para que retumbara en las cámaras, en las que hoy se estaba escribiendo un episodio para la historia, del que será difícil enorgullecerse.
Los primeros aplausos se escucharon en el pleno del Senado. El presidente de todos los españoles, el que desde la tribuna acababa de definir y defender la palabra diálogo, se levantaba y saludaba a su bancada como un torero al que aclama la plaza. ¿Es un triunfo la terrible situación a la que nos ha abocado la falta de política, de estadistas, cuando más se necesitaba?
Mientras, corría la resolución de Junts Pel Si y la CUP en modo declaración de independencia: "Constituir una república catalana como estado independiente, soberano, democrático y social". Y se anticipaban también los aplausos atronadores en el Parlament al aprobarse, como así ha sucedido unos horas después, la vía libre a la independencia, con la ausencia de PP, Ciudadanos y el PSC. ¿En serio hay algo que celebrar?
Al contrario de lo que suele pasar, los pasillos de esta cámara tan denostada eran un hervidero. Sorprendía la amabilidad con la que miembros del Gobierno y dirigentes del PP se paraban en los corrillos de periodistas. Cuando interesa explicar y que se difunda la versión oficial, se paran y no les importa repetir una y otra vez la misma respuesta.
A diferencia de anoche, casi nadie esperaba ya un milagro. Hasta dónde llegará el control sobre TV3 era uno de los asuntos más debatidos entre periodistas y políticos. Corría de acá para allá José Luis Ayllón, secretario de Estado para las Cortes y una de las personas que más activamente ha estado participando en negociaciones varias como hombre de confianza de la vicepresidenta. Entraba en el despacho donde los asesores trabajaban para que el PSOE aceptara una enmienda transaccional sobre el control a TV3 y salía disparado a la zona de Gobierno previa parada con los periodistas que demandábamos un poco de luz.
En otro corrillo, Martínez Maíllo, coordinador general del PP, interpretaba la retirada en el último momento de la debatida enmienda socialista que pedía la retirada del 155 a cambio de la convocatoria de elecciones por Puigdemont, como un fracaso de Sánchez. Difícil justificar el apoyo al Govern cuando anuncian que van a declarar la independencia, decía. Finalmente, el PP aceptó la enmienda socialista para limitar el control sobre los medios catalanes. No romper la unidad con Pedro Sánchez es una orden clara de Rajoy.
Entre tanto guirigay, Ramón Espinar, portavoz de Podemos, no ha parado de pasearse por los pasillos. Pero hoy no es el objetivo de la prensa, por mucho que pise los pasos a los ministros y al presidente. Ya en la tribuna, las declaraciones de Carolina Bescansa, la última de las fundadoras de Podemos en ser oficialmente apartada del núcleo, pesaban tanto que Espinar ha tenido que aclarar que "Nosotros no somos independentistas". Cada uno con su 'subtema'. Y es que las ramificaciones del 155 van más allá de Cataluña. Habrá que empezar a evaluar los daños colaterales que ha provocado en los diversos partidos. El relato, de nuevo, como tabla de salvación ante los votantes. Y estos días vamos a escuchar tantas versiones que conviene ir haciéndose una lista en Spotify.
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