El año de Italia: por qué triunfa y España no
Eurovisión, Eurocopa y en el top 10 del medallero olímpico, el país transalpino no deja de sumar triunfos este 2021.
Veni vidi vici. La frase de Julio César se ha cumplido prácticamente en todo a lo que se ha presentado Italia en 2021. La noche del 11 de julio, el país escribía un capítulo esencial de su extensa historia al convertirse en el único en ganar en el mismo año Eurovisión y Eurocopa. Pocos días antes, Matteo Berrettini se convertía en el primer tenista italiano en participar en la final de Wimbledon.
Eso era solo la antesala de lo que trajeron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Lamont Marcell Jacobs se convirtió en el primer italiano en ganar una medalla de oro en 100 metros lisos y rompió la racha de 29 años sin un velocista europeo campeón en esta categoría. Y no lo hizo solo. Su compatriota Gianmarco Tamberi se alzaba con el oro en salto de altura. Eso sin contar las otras 34 medallas del medallero. Mamma mia.
Desde entonces, las comparaciones son odiosas. España se mira en el espejo de Italia por sus similitudes sociales y económicas. Se trata de un país con raíces mediterráneas y con una idiosincracia política y cultural similar, pero en este 2021 el país transalpino ha marcado una clara diferencia.
Que Italia se sitúe entre los 10 países con más medallas de los JJOO no es casualidad. La principal diferencia entre Italia y España es su inversión en los deportistas olímpicos. Mientras el Comité Olímpico Español (COE) tiene para este año un presupuesto de 4,7 millones de euros y otros 5,7 millones de euros estarán destinados a las becas ADO, el CONI —el comité olímpico italiano— recibe 75 millones de presupuesto.
El país transalpino tiene una importante tradición olímpica, especialmente en ciertos deportes. Tal y como recuerda la periodista de la edición italiana del HuffPost, Federica Olivo, históricamente en Italia “la preparación es excelente en deportes como esgrima, natación o atletismo”. Basta con echar un vistazo al histórico del medallero. Los italianos marcaron su máximo histórico en Roma 1960 con 36 metales —las mismas que llevaba hasta este viernes en Tokio, cuyo récord han superado con 40 medallas— mientras que el máximo de España fue en Barcelona 1992 con 22 metales, la mitad.
La formación no es solo específica, en Italia se estila que los miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad del Estado sean también atletas olímpicos. De hecho, Jacobs forma parte del cuerpo de la Policía, por el que entró en la Policía atlética, que permite que se centren en los entrenamientos. Según señala El Confidencial, se estima que entre Fuerzas Armadas, Policía, guardias penitenciarios y la llamada Guarda di Finanza, hay 269 deportistas de los 384 del equipo olímpico en Tokio.
Para Olivo, esto es especialmente relevante. “Es una característica típica de Italia. Creo que es importante, especialmente para los deportes menos conocidos. Los deportistas que los practican tendrían dificultades para entrenar y prepararse para los JJOO sin el salario de las fuerzas armadas y sin las instalaciones a su disposición”, señala.
La recompensa que reciben los atletas por cada medalla ganada también difiere mucho entre italianos y españoles. En el caso de una medalla de oro individual, el Consejo Superior de Deportes entrega a los deportistas 94.000 euros, una cifra que Italia duplica: les recompensa con 180.000 euros.
En el caso de Eurovisión, la diferencia entre Italia y España no pasa tanto por la inversión como por el método de selección. En España hay más afición por el festival que en Italia, donde incluso la RAI se llegó a plantear salir de la UER por su “poco éxito” dentro del certamen —cabe recordar que no ganaban desde que lo hizo Toto Cotugno en 1990— y porque le resultaba “demasiado caro” para la audiencia que obtenía. Sin embargo, el Festival de San Remo, de donde salieron elegidos Måneskin, es toda una institución.
“Es muy importante. No solo como evento musical, sino también como fenómeno cultural. Incluso los que dicen, con un poco de arrogancia, ‘no sigo el festival’, seguramente verán algo en televisión”, explica Olivo, quien recalca que “durante la semana del festival se habla (casi) solo de San Remo, en la prensa, en las redes sociales... En todas partes”. “No es de extrañar que el lema del evento sea ’perché Sanremo è Sanremo! (porque Sanremo es Sanremo)”, bromea.
La audiencia de la serata finale de San Remo 2021 fue de 10,7 millones de espectadores. Una cifra apabullante frente a los 969.000 televidentes que siguieron la gala Destino Eurovisión, donde se elegía con qué canción representaría a España Blas Cantó.
“Este año, en particular, muchos de los artistas que participaron en el concurso fueron muy famosos solo entre los jóvenes. Podríamos decir que el festival se ha adaptado al presente y por tanto, si en las últimas décadas tuvo un público más adulto, ahora el público es más joven”, cuenta Olivo.
En este sentido, España ha querido contrarrestrar presentando el regreso del Festival de Benidorm para 2022. Un San Remo a la española que busca impulsar una racha catastrófica para nuestro país en el festival de la canción.
En el desempeño en el festival, la brecha histórica entre Italia y España no es tanta. Ambos acumulaban solamente dos victorias hasta este 2021, cuando el triunfo de la banda de glam rock Måneskin les puso por delante en el marcador con tres.
Eso sí, Italia ha estado en mejores posiciones en la tabla —aunque no ha participado en todas las ediciones como España—. Suma 8 canciones en el top 3 mientras que España solo tiene 6. Además, solo han quedado en el último puesto en una ocasión, frente a las cinco veces de España.
El triunfo de Måneskin no se ha quedado en el festival. A pesar de la polémica que acompañó a su cantante Damiano David tras el certamen por su supuesto consumo drogas durante la gala, el grupo batió récords de reproducciones en Spotify con sus temas nuevos y antiguos. De hecho, las canciones de su disco Teatro d’ira Vol.1 se situaron entre las más escuchadas del mundo en la plataforma durante prácticamente un mes.
“Ganadores de Eurovisión después de 31 años. Campeones de Europa luego de 53 años. Medalla de oro olímpica en salto de altura tras 41 años. Primera medalla de oro olímpico en los 100 metros. Si atacamos ahora, es fácil que logremos recuperar Istria, Dalmacia, Córcega y la Gioconda”.
Este mensaje compartido por varios italianos en Twitter muestra cómo se ha recuperado la moral de un país que en 2020 fue el segundo —detrás de España— más devastado por la pandemia del coronavirus en Europa, según datos de la OECD.
“Cada evento, incluso si tiene diferentes públicos, contribuye a ver el presente con diferentes ojos, pero ayuda a las personas a ser más optimistas de cara al futuro. Después de 2020, un año terrible para el mundo y para Italia, es como dar un suspiro de alivio y recuperar la conciencia de lo que, en diversos sectores, podemos ser capaces”, señala Olivo.
Para ella, aunque la “alegría de estas victorias no elimina el dolor de la tragedia del covid, ni la conciencia de que la pandemia aún no ha terminado, ayuda a mantener alta la moral del país”.
“Ya habíamos tenido suficientes indicios de que este era el año de Italia. Pero nunca pensamos que este país, uno de los más afectados por la pandemia, aturdido por el covid, se levantaría con tanto vigor para llevarnos a alcanzar el récord más importante de la historia del deporte”, relata la periodista de Il Messaggero, Veronica Cursi, en una columna.
“Logramos algo épico y extraordinario —igual que el éxito en el fútbol— y eso está uniendo al país”, dijo el presidente del CONI Giovanni Malagò.
En este sentido, España también tuvo una gloriosa racha a nivel deportivo tras una crisis económica. Vivió su época dorada con el fútbol entre 2008 y 2012 en una situación en la que el país atravesaba la ‘gran recesión’ iniciada en 2008, cuando el déficit alcanzó un 11% (cifra histórica hasta el momento). En esos cuatro años, la Selección Española de Fútbol logró unir al país con sus victorias en las Eurocopas de 2008 y 2012 y, sobre todo, el Mundial de Sudáfrica en 2010.
Italia está viviendo su propio Renacimiento, después de más 128.000 víctimas de covid y de convertirse en el primer epicentro europeo de la pandemia. Una auténtica resurrección que quedará grabada en la historia del país.