Ana Lombardía: "Todos los hombres han tenido un gatillazo y, si no, lo tendrán"

Ana Lombardía: "Todos los hombres han tenido un gatillazo y, si no, lo tendrán"

La sexóloga publica 'Hablando con ellos', un libro para que los hombres heterosexuales entiendan cómo funciona su sexualidad.

AntonioGuillem via Getty Images/iStockphoto

“Este no es un libro de autoayuda sexual, sino un libro para que los hombres podáis comprender cómo funciona vuestra sexualidad”, aclara la psicóloga clínica y sexóloga Ana Lombardia en su libro Hablando con ellos (Ed. Oberon).

Para la autora, un texto que es toda una novedad “porque no hay ningún libro dirigido a ellos y cuando tenía que recomendar lecturas a mis pacientes, no encontraba nada”. Y cuando dice ellos, se refiere a hombres heterosexuales porque para hombres homosexuales “Gabriel J. Martín ya tiene unos libros maravillosos”. “Los heterosexuales necesitan que se les hable directamente a ellos y necesitan sentirse identificados”, asegura Lombardía que, por supuesto, también recomienda su lectura a mujeres a las que les puede resultar muy útil.

“Se trata de normalizar el funcionamiento del cuerpo humano sin esperar que el cuerpo del hombre sea una máquina y que funcione todo el día con ganas y con erecciones todo el rato”, explica la terapeuta. Porque, efectivamente, los hombres no siempre tienen ganas de un encuentro sexual, ni la erección es automática, ni siempre pueden llegar al orgasmo, ni son capaces de aguantar media hora sin llegar al clímax, requisitos que se les impone en cuestiones sexuales y que pueden llegar a frustarles mucho y presionarles en exceso porque los conceptos de virilidad siguen construidos alrededor del pene.

Las mujeres reclamamos mayor conocimiento de nuestros cuerpos y más libertad para vivir nuestra sexualidad, pero parece que ellos, en ese sentido y tras leer el libro, están peor que nosotras…

No sé si peor. Es decir, sí que conocen más sus genitales, saben llegar al orgasmo… Tienen ciertas cosas que saben muy bien, pero no saben realmente cómo funciona su mente y qué circunstancias hacen que su sexualidad funcione de una forma u otra. No tienen nada normalizado el que puedan tener un gatillazo, por ejemplo, y todos los hombres han tenido un gatillazo y, si no, lo tendrán. Eso es así pero no se habla de ello. Esa parte de la sexualidad es de la que no tienen ni idea porque no hablan de eso entre ellos. Y eso es un gran problema, que los hombres no hablen de sexo entre ellos porque piensen que son los únicos a los que eso les pasa, los únicos que tienen una dificultad para llegar al orgasmo o que pasan una temporada en la que no tienen nada de ganas o que salen una noche, conocen a alguien y de los nervios no consiguen tener una erección. Esa es la parte que no conocen y no entienden. Se conocen en ciertos aspectos, pero en otros están peor que nosotras.

El aprendizaje de la sexualidad que se les da a los hombres es el de ’tú siempre tienes que tener ganas porque eres un hombre, siempre tienes que tener una erección porque eres un hombre, siempre tienes que desear a las mujeres porque eres un hombre, tú tienes que llegar siempre al orgasmo porque eres un hombre

¿Quieres decir que conocen su sexualidad a nivel funcional pero no el vínculo con las emociones y con su cerebro?

 

Sí. A lo mejor, los hombres tienen más normalizado el contacto con su pene, porque lo tocan, porque es más visible que nuestra vulva y tienen más normalizado el masturbarse y el tocarse, o el fantasear. Pero no conocen la vinculación que hay entre su cuerpo y su mente. No entienden cómo funciona y esperan que siempre funcione como una máquina porque el aprendizaje de la sexualidad que se les da a los hombres es el de ’tú siempre tienes que tener ganas porque eres un hombre, siempre tienes que tener una erección porque eres un hombre, siempre tienes que desear a las mujeres en cuanto sean atractivas porque eres un hombre, tú tienes que llegar siempre al orgasmo porque eres un hombre’. Tienen eso muy aprendido: tienen aprendizaje, sí, pero es un mal aprendizaje de su sexualidad.

Ana, ¿en consulta recibes más mujeres que hombres?

Creo que va por épocas… Es cierto que cuando empecé a dedicarme a esto tenía la sensación de que tenía más mujeres en consulta, pero ahora ya no, ahora la sensación es de que es bastante parecida. También es verdad que divulgo mucho para hombres, más que otras compañeras que lo hacen más para la sexualidad femenina, y por eso recibo más hombres que otras compañeras.

¿Quién tiene más problemas sexuales, ellos o ellas?

No es que haya más o menos, es que muchas veces las mujeres somos más conscientes de ellos y ellos no tienen tanta percepción del problema o lo esconden más. Es decir, si un hombre no tiene ganas de tener sexo es mucho más difícil que lo diga porque se supone que lo tiene que tener. Que una mujer no tenga ganas de sexo está como más normalizado, puedes pedir ayuda o no por ello, pero está más normalizado. Pero él lo va a esconder porque no es lo normal, no es lo habitual … En parejas heteroexuales que ella tenga menos ganas, es lo normal. “Ella siempre tiene menos ganas y nosotros nos tenemos que aguantar” es el discurso cotidiano que solemos escuchar. Al revés nunca se habla, nunca se dice.

Es que tengo mucho trabajo’ o ‘es que tú no haces tal’ son algunas de las excusas que utilizan ellos cuando hay algún tipo de dificultad sexual

Ese discurso machista tradicional que coloca a las mujeres como objeto de deseo sexual, ¿también les ha hecho mucho daño a ellos?

 

Ese discurso es el que hace daño, ese discurso de lo que se supone que tiene que ser: siempre tienes ganas, siempre tienes que tener una erección, siempre tienes que llegar al orgasmo fácilmente porque eres un hombre. Esa presión es tremenda y en cuanto un hombre se sale de ese marco se calla y no se lo cuenta a nadie. A veces ni a su propia pareja… No suelen tener este tipo de conversaciones y de confidencias sobre su sexualidad —algunos sí, por supuesto—y con la pareja hay veces que tampoco, y echan balones fuera. ‘Es que tengo mucho trabajo’ o ‘es que tú no haces tal’ son algunas de sus excusas cuando hay algún tipo de dificultad, porque se siente raros y sienten que solo les pasa a ellos. Y eso les deja sin recursos: si soy el único al que esto le pasa no hay manera de solucionarlo. ‘Soy raro, soy especial y me tengo que aguantar y tratar de sobrevivir como pueda’.

Se siente como bichos raro y los comentarios que estoy recibiendo de los hombres que se están leyendo el libro son ‘ojalá hubiese leído esto antes’, ‘ojalá hubiese sabido que esto es normal y que esta situaciones son tan normales’. Y no son casos raros que se ven en consulta sino que es el día a día de la calle.

¿Los hombres jóvenes sigue sintiendo también esa presión o eso está cambiando?

La gente joven también tiene mucha presión. Sí es verdad que ahora está habiendo un movimiento muy importante con la normalización de ir al psicólogo y los sexólogos cada vez somos más visibles y, por eso, cada vez viene más gente joven a la consulta.  Los jóvenes están abriendo mucho camino: las nuevas masculinidades, el movimiento queer, la corriente abolicionista de los roles de género… pero queda mucho camino por hacer. Es esperanzador pero queda mucho.  

Para mí es clave que ese cambio lo hagan los hombres heterosexuales porque, hasta que no lo hagan ellos, mujeres hetero, mujeres lesbianas y hombres homosexuales tenemos un tope, porque al final el modelo de sexualidad imperante es el modelo del hombre heterosexual y alrededor de él se orquestan todos los demás. Entonces hasta que ellos no den el paso, todos los demás nos vamos a encontrar con un muro. Por ejemplo, las mujeres heterosexuales, por muchos que avancemos nosotras, si ellos no nos acompañan, podemos desarrollar plenamente nuestra sexualidad individual, pero en pareja va a seguir siendo la misma. Necesitamos que ellos avancen y cuando ellos avancen cambiará todo porque todo el resto de sexualidades también serán mucho más libres.

¿Qué grado de culpa tiene la compañera sexual a la hora de no hacer posible la recuperación de esos trastornos sexuales? 

Sin hablar de culpas, porque la palabra es muy gorda y no vale para nada, las mujeres tendemos a pensar, porque también nos han educado en esas creencias sobre el hombre, que si el hombre no tiene ganas es porque no soy lo suficientemente atractiva o no soy buena en la cama o porque ya no me quiere. Tiendo a culparme y a echarme la responsabilidad encima. Entonces, si ella se siente mal no va a poder ayudar a su pareja, que a lo mejor necesita descansar o, precisamente, no sentir esa presión. Muchas veces vienen a consulta hombres porque no se les levanta y su principal preocupación es que su pareja entienda que la quiere y que eso no tiene que ver con ella y ‘entonces quiero tener un erección para que no se disguste’. Es importante que ellas entiendan que no tiene que ver con ellas sino con la gestión de sus pensamientos, de sus emociones y de su propia sexualidad. Es que si al final van a meter más presión, se va a complicar más la resolución de la historia.

Hay otras veces en las que ellas son la causa de que ellos no puedan tener una erección o no tengan ganas. Por ejemplo, y esto lo cuento en el libro, cuando hay mujeres que sólo quieren penetración. En el 90% de los casos suele significar que no saben disfrutar de la sexualidad: quieren la penetración porque es la manera de sentirse deseadas y así son capaces de conectar con su pareja sexualmente, pero no quieren que las masturben o que les hagan sexo oral porque les incomoda muchísimo, no les resulta placentero. Quieren la penetración para conectar con su pareja, para disfrutar un rato y que él tenga un orgasmo. Si todo tiene que girar alrededor de la penetración, él tiene que tener una erección sí o sí para que el encuentro sea satisfactorio y eso hace que tenga tantísima presión que al final no pueden tener una erección. Incluso hay veces que ellas quieren que él tenga una erección sin ni siquiera estimularles de ninguna forma: les dan cuatro besos y quieren que se la meta. Cuando hay pareja es muy importante trabajar con los dos porque siempre es cosa de la dinámica que se establece entre esas personas.

Ellos también tienen dificultades para desinhibirse, para sentir placer, para dejarse llevar, para que otra persona tome el control… No es patrimonio exclusivo de las mujeres

¿Los hombres no siempre llegan al orgasmo?

El primer caso que tuve en la consulta cuando estaba haciendo las prácticas era el de un hombre que no llegaba al orgasmo en pareja. El caso era incluso lo que me habían contado que yo nunca me iba a encontrar. Y al final es algo muy habitual: los hombres pueden tener dificultades para llegar al orgasmo y es perfectamente normal. Es que ellos también tienen dificultades para desinhibirse, para sentir placer, para dejarse llevar, para que otra persona tome el control… No es patrimonio exclusivo de las mujeres, también lo es de los hombres.

¿Y también son capaces de fingirlo?

Claro, con condón es fácil y es más frecuente de lo que creemos. Lo hacen por los mismos motivos: para quedar bien, para que la pareja no se preocupe o para terminar el encuentro porque ya no están disfrutando y saben que no van a llegar al orgasmo. Y de la misma manera, tampoco sirve para mucho porque al final mentir en la cama no lleva a ningún lado.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es