Ana Blandiana: “En condiciones de libertad descubrimos que ser libre era mucho más difícil que no serlo”
"La metáfora es que fue el arma más eficaz en contra de la censura".
Por Winston Manrique Sabogal
En la poesía no hay progreso, porque de haber progreso significaría que nosotros somos superiores a Shakespeare o a Homero. En la poesía es siempre igual y lo que importa es la esencia. La única evolución real para mí ha sido este avance hacia la esencia”, asegura Ana Blandiana que aún conserva en su rostro el aire juvenil de cuando empezó su verdadera vida. Tenía 17 años aquel 1959 cuando publicó el poema Originalidad y las voces del gobierno rumano empezaron el cerco de prohibiciones al advertir que se trataba de “la hija de un enemigo del pueblo”. Su padre fue comandante en la Segunda Guerra Mundial, tras la cual se hizo sacerdote ortodoxo y profesor de instituto hasta que fue acusado de conspiración contra el estado y condenado a varios años de prisión. Pero él estuvo en ella.
De todo aquello viene una de las poetas y narradoras más relevantes de Rumanía y Europa y convertida casi en leyenda por su lucha contra la dictadura en su país, y una autora de la resistencia. Fue leída a escondidas y sus textos pasados de mano en mano por culpa de dos dictadores: Gheorghe Gheorghiu-Dej entre 1947 y 1964 y Nicolae Ceausescu entre 1964 y 1989.
Ellos y la onda contaminada de su poder dictatorial la convirtieron en una maestra en el arte de contar la realidad enmascarada, pero sin ocultar nada y con contundencia. Se hizo experta en metáforas y en establecer un diálogo sincero, cómplice, necesario y amistoso con los lectores, y en la vida cotidiana con una sonrisa tímida:
“Lo primero que puedo decir a cerca de la metáfora es que fue el arma más eficaz en contra de la censura. La metáfora es una comparación entre dos términos donde uno está ausente. Entonces el poeta produce el primer término y el lector tiene que completar el segundo. Se puede decir que la poesía nace a mitad de camino entre el poeta y el lector y por eso se podía engañar a la censura, porque la censura nunca encontraba esa mitad, no podía ni pasar por debajo de la censura o por encima de la censura. Por eso en las épocas más duras de la dictadura la poesía tendía al lugar de todo aquello que no se podía expresar: la historia, la religión, la filosofía… Como no podían expresarse abiertamente la poesía suplía esta incapacidad de todas ellas.
No he pensado nunca en la evolución de la metáfora en mi obra más que ahora que me has preguntado. Pero la metáfora ha sido siempre en mi poesía el esqueleto del poema, no un elemento de decoración sino el sentido mismo del poema, incluso después del 89, a medida que ha pasado el tiempo y ha aumentado también la indiferencia del lector, porque en época de libertad la importancia de la palabra ha disminuido y también la importancia de la poesía y de la literatura. He sentido la necesidad de utilizar la metáfora como una forma de electrocutar, como un electrochoque para el lector. Por eso muchas veces la metáfora mía se apoya en una paradoja que al final del poema intenta sacudir al lector”.
Una filosofía y una convicción sobre el poder de la literatura expresada que contrasta con la voz suave y amable de una mujer nacida en Timisoara en 1942 que ya desde los 17 años tenía claro lo que quería contar en medio de la presión del comunismo. Con sus versos se convirtió en figura clave hasta llegar a ser orgullo nacional. Y desde aquel momento juvenil utilizó el seudónimo de Ana Blandiana tomando como apellido el nombre del pueblo natal de su madre y Ana por la sonoridad circular de la rima. Como la poesía misma a la que se ha referido antes. Atrás quedó su nombre real: Otilia Valeria Coman. Y esa es la poesía que este octubre al IX Festival de Poesía de Madrid Poemad (del 17 de octubre al 3 de noviembre).
En sus recitales da cuenta de sus seis décadas en las cuales ha mirado la realidad en diferentes momentos políticos, sociales y culturales. En uno de ellos, en 1972 publicó uno de sus poemarios más alabados: Octubre, noviembre diciembre editado en 2017 por Pre-Textos. Fue un momento literario feliz al que siguieron otros más duros y difíciles con Ceausescu:
“Este libro fue publicado en la época del comunismo rumano, que es el único periodo más o menos de libertad que duró desde el año 68 hasta el año 72. Es decir que Ceausescu llegó al poder en el 68 y abrió las cárceles y la censura era menos importante, rechazó ir con las tropas entrar en Checoslovaquia; pero el año 72 marca el cierre de ese periodo porque es cuando él hace dos viajes a Corea del sur y a China y ahí descubre el culto la personalidad y vio los beneficios de ser dios”.
Una montaña rusa de experiencias personales y literarias que la han llevado a una evolución o reflexión sobre algunos conceptos presentes en toda su obra. El amor está en su poemario Octubre, noviembre, diciembre de 1972 y en otros, claro. Los poemas de Ana Blandiana, explica Viorica Patea en la introducción “están cargados de referencias al Cantar de los Cantares, al Orfeo y Eurídice de Rilke, o al mito rumano de un joven fabuloso que enamora a las jóvenes doncellas, y a la balada Miorita en la que un pastor al enterarse de que existe un complot en contra suya, en vez de rebelarse ante el destino, proyecta su muerte en unas nupcias cósmicas. (…) Es un poema sobre el amor como delirio místico, que constituye al mismo tiempo una reflexión acerca del milagro de la creación poética”. Como en ese titulado Quién de nosotros:
“Cuando te marchas
No sé quién de los dos se ha ido,
Y cuando tiendo la mano
No sé si no me busco
A mí misma,
Cuando te digo: te quiero,
Ya no sé si me lo estoy diciendo a mí misma,
Y me da vergüenza. (…)
Hace mucho, recuerdo que
Éramos dos,
Recuerdo cómo nos cogíamos de la mano…
¿Cuál de los dos fue vencido?
¿Quién pudo permanecer?
¿Ese único cuerpo es el tuyo
O el mío?
Siento tanta añoranza
¿De quién?”.
El misterio de la vida, es el misterio del amor para Ana Blandiana. El motor y el alma. Otros conceptos presentes en su obra son ética, mujer y escritura:
“Desde el punto de vista ético no ha cambiado tanto… Siempre he considerado que mi único deber es escribir lo que creo y si logro publicarlo, publico lo que he escrito. La primera parte no ha cambiado nunca, escribir era fácil, publicar era más difícil variaba en función de los cambios. La primera prohibición fue la más dramática porque yo tenía 17 años, era una niña no formada que tampoco tenía derecho a cursar estudios universitarios. Entonces no sabía cuál era mi lugar en el mundo. En las otras dos prohibiciones, 1984 y 1988, yo era una escritora formada, me habían traducido a muchas lenguas y no me impresionó tanto. El único miedo que tenía era que me iban a arrestar, pero eso no sucedió porque Ceausescu cuidaba su imagen y no quería estropear su imagen de presidente disidente del bloque comunista arrestando a un poeta famoso”.
El concepto de poesía ha tenido cambios en Ana Blandiana, nacida en mitad de la Segunda Guerra Mundial, con ese padre que la vivió y con su voz y testimonio ensanchó el mundo en su casa:
“Cuando era niña no tenía ningún concepto teórico sobre la poesía. En mi niñez puedo decir que era casi surrealista, es decir hacía, componía poesía surrealista, porque yo no sabía ni escribir ni leer; pero hacía esos poemas que no tenían mucho sentido y todo el mundo se asombraba por su rima, por su musicalidad y por lo que yo decía. Pero a medida que he crecido y he llegado a ser una poeta madura me he alejado del surrealismo y me he acercado a lo que es el significado profundo de las cosas.
Las corrientes literarias son formas administrativas, para decirlo de alguna manera, inventada por los críticos literarios para poder analizar la poesía. Los grandes poetas, aunque hayan pertenecido a una corriente, el simbolismo o el modernismo, son grandes en la medida en la que van más allá de una corriente determinada. En la poesía no hay progreso, porque de haber progreso significaría que nosotros somos superiores a Shakespeare o a Homero. En la poesía es siempre igual y lo que importa es la esencia y la única evolución real para mí ha sido este avance hacia la esencia.
Del surrealismo, donde todo es juego de forma, he llegado a la búsqueda… Las formas pueden cambiar pero la esencia es siempre la misma. Para formularlo, sería absurdo decir que las formas del posmodernismo, son superiores a las formas de Shakespeare, sería un absurdo, solamente son distintas”.
La estética y la belleza son temas vitales en las artes y sueen tener una evolución o cambios a lo largo del tiempo. En el caso de Ana Blabdiana, ella no está segura:
“No sé exactamente. Hemos hablado desde el punto de vista estético, pero lo que ha cambiado es que creo que la poesía que he escrito en condiciones de libertad es, paradójicamente, más oscura y más dramática, también más profunda. A lo mejor lo es porque yo misma he madurado, pero también porque he descubierto que todas nuestras esperanzas están ligadas de unos ideales alejados… Unos ideales a los que no teníamos acceso, eran hechos más de ilusiones y creo que este es el drama de los países del Este: hemos querido siempre entrar en Europa y hemos entrado en un momento cuando Europa ya no sabe quién es ni lo que hace”.
Europa estuvo en el horizonte durante los años grises de la dictadura. Soñaban con libertad, con ser esa Europa ideal. Esa mirada de dentro y hacia fuera siempre la ha analizado Ana Blandiana. Las dos realidades, y en medio los sueños. Soñado con la libertad del vecino y una vez dentro ha visto las grietas del sueño:
“Para nosotros Europa tenía un lado de brillo y esplendor, representaba el mundo libre y tenía ese esplendor mucho más que Estados Unidos. Europa era el mundo libre pero también porque la esencia cultural del mundo se basa en la libertad. En condiciones de libertad descubrimos que ser libre era mucho más difícil que no serlo y también que el exceso de libertad puede tener consecuencias dramáticas… Europa está resquebrajada porque ya no cree en nada, no cree en ella misma, esa es su ruina. ¿Y qué hacer, cómo cambiar? A lo mejor empezando a creer en sí misma. Europa ya no puede ser el poder militar, el poder económico número uno, pero su fuerza cultural es superior y debería empezar a creer en sus raíces culturales, religiosas y filosóficas porque todo comenzó en ella, pero ella ya no cree en nada…
He descubierto, he tenido la visión de que pertenezco a una civilización en curso de desaparición porque en Europa la natalidad es de 1.2, para no hablar nada de la natalidad de los musulmanes. La única posibilidad de renacer es la cultura. En los países comunistas teníamos la forma de resistir a través de la cultura, tenía un doble sentido, mantenerse en vida, pero también oponerse al poder…”.
Y esa creencia en sí misma, insite Blandiana, tiene que ver con la cultura del pasado y la contemporánea:
“Resistencia en contra del mal gusto, en contra de la degradación de la gran cultura para llegar a ser popular y esa cultura del multimedia… Si yo tengo una noche libre y quiero encender la televisión, tengo que rezar a Dios para poder encontrar una película Europea, porque cualquier película europea es netamente superior a cualquier película norteamericana y no entiendo por qué Europa no respeta sus propios logros. Es nuestra historia, hemos evolucionado, hemos salido ya no tenemos la fe de El Greco pero no podemos decir que no existe y negarlo nos vacía de contenido y la filosofía griega que está en la base de todos”.
A Ana Blandiana se le ha relacionado con otros grandes nombres como Ana Ajmátova, Mandelstam o Solzhenitsyn. La mujer que ha escrito y pronunciado un verso que condensa su poesía, su mirada, su estética y su análisis de estos tiempos, cuando lo dijo en la Feria del Libro de Madrid de 2018 cuando Rumanía fue el invitado especial y se hizo esta entrevista:
“Es difícil arrastrar a Dios
de regreso al cielo”.
“Es un poema de El sol de más allá. Esta es la situación de hoy en día… de lo que estamos hablando”.
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