'American way of voting'
Lo de Trump al no aceptar el resultado electoral es similar a lo que vemos en España de la mano de la ultraderecha y la derecha cuando hablan de Gobierno ilegítimo.
Lo del “American way of life” parecía que nos abría una puerta a la libertad. Ese “viste como quieras”, “bebe Coca-Cola”, “sé tu mismo”, “nos vemos en McDonalds”, “tú eres el King”, el “hombre hecho a sí mismo”… y todos los demás mensajes del “modo de vida americano” homogeneizaron ocio, costumbres y organización social en cualquier lugar del planeta bajo la apariencia de la libre elección, cuando en realidad era la imposición del mercado dominado por la economía estadounidense, y de un sueño americano del que aún no nos hemos despertado, aunque se haya transformado en una pesadilla.
Da igual el rincón del planeta donde estemos, siempre veremos alguna publicidad, un centro comercial o una cadena igual a la que te puedes encontrar en cualquier otro lugar, reproduciendo el original americano.
Todo puede parecer muy superficial, casi anecdótico, pero la mella que ha hecho ese “American way of life” ha llegado a lo más profundo de nuestras instituciones y organizaciones, también a la ciencia y a la medicina, no solo a las relaciones sociales. Y una de las principales consecuencias la ha tenido en la política y en la forma de organizar el trabajo de los medios de comunicación a la hora de desarrollar la información y el entretenimiento bajo el modelo de grandes plataformas.
Hoy se opera aquí como se hace en los quirófanos americanos, se investiga como en sus laboratorios, y se desarrollan estrategias de comunicación como se hace en Estados Unidos para presentar la realidad sobre la que la política tiene que actuar, y difundir la imagen diseñada de los políticos que han de desarrollarla.
Las elecciones americanas son el reflejo de toda esa realidad social, y deberíamos de saber por experiencia que la tormenta que levanta el aleteo de una mariposa casi nunca viaja de oriente a occidente, sino que suelen hacerlo de oeste a este, y si lo que sopla allí es directamente un torbellino aquí será un huracán.
Lo ocurrido con Trump en 2016 desencadenó la llegada de Bolsonaro a la presidencia de Brasil, la normalización de la ultraderecha en Latinoamérica y el repunte de la ultraderecha en Europa, facilitando la llegada de Vox a las instituciones españolas.
Y las políticas de Trump durante estos cuatros años y su estrategia basada en la mentira, bien sea a través de bulos, fake news o posverdades, es la misma que ha definido en España la política conservadora y las líneas de los medios de comunicación afines.
Por eso debemos de estar muy pendientes ahora de lo que sucede con las acusaciones de fraude electoral por parte de Trump y el enfrentamiento entre los sectores de una sociedad polarizada que ve a la otra como enemiga y causante de todos los males que existen.
La estrategia conservadora es una estrategia androcéntrica, no debemos olvidarlo, y como tal, la forma de resolver los conflictos es generar más conflictos, porque es en ese conflicto superlativo donde pueden utilizar todos los elementos de poder formal (leyes, políticas, policía, restricciones, toques de queda…) y los de poder informal (bulos, justificaciones, defensa de valores, instrumentalización de la patria, protección ante “comunistas”, “feministas”, “extranjeros”…).
Trump y quienes están detrás de él pueden ser autoritarios, irresponsables, narcisistas, prepotentes… pero no son tontos.
Sus estrategias están muy bien diseñadas, y del mismo modo que hay que procurar evitar que las ponga en marcha, una vez que lo están no se debe caer en su trampa del enfrentamiento, sino que se deben abordar con los instrumentos democráticos.
Lo de Trump al no aceptar el resultado de las elecciones no es muy diferente a lo que vemos en España de la mano de la ultraderecha y la derecha cuando hablan de Gobierno ilegítimo, de Gobierno criminal, de régimen “bolivariano” y “comunista”, o cuando afirman que quiere romper la nación… sólo cambian las formas y los argumentos, pero el resultado es igual: polarización y enfrentamiento.
La mecha ya está encendida. Lo hizo Trump en 2016, y ahora soplan vientos para que corra más rápido. Sin conflicto social y sin percepción de amenaza no crecerá el miedo necesario para presentar sus propuestas como soluciones salvadoras y patrióticas.
Las malas experiencias del “American way of life” deben de ayudarnos a evitarlas, no a imitarlas.