Amenaza, secreto y enigma: los suspenses de ‘Psicosis’
Fórmulas que combinan el punto de vista y el conocimiento de informaciones oponiendo la conciencia del peligro por parte del espectador a la ignorancia del riesgo por parte del personaje.
El término suspense, de origen francés y llegado al español a través del inglés, proviene de la raíz latina de suspendere y en su sentido etimológico se relaciona con diversas figuras retóricas (brevitas, reticencia, gradatio, etc.)
Como técnica narrativa, compleja y sincrética, vincula principalmente cuestiones como la arquitectura lógica de la historia y sus secuencias (apertura-desarrollo-conclusión), la dilación y el alargamiento discursivo, la intensidad o gradación (anticlímax/clímax) y, con respecto al lector o espectador, su horizonte de expectativas y sus experiencias y conocimientos intertextuales asociados. Pero, por supuesto, también se ayuda para su fin de otros muy diversos elementos (indicios, tema, música, focalización, velocidad…).
Los efectos anímicos (miedo, angustia, interés, intriga, tensión…) que el suspense genera en lector o espectador son diferentes, y también son distintas las modalidades semánticas del mismo. Según la forma en que orienta la expectativa de la lectura o visión entre el inicio y fin de la obra, el suspense, la curiosidad y la sorpresa pueden ser consideradas tres operaciones mentales funcionales de organización del tiempo y que definirían respectivamente las dinámicas lectoras de la prospección, la retrospección y el reconocimiento.
Una misma película, la famosa Psicosis (1960) dirigida por Alfred Hitchcock, nos puede ofrecer diversos ejemplos de estas diferentes modalidades del suspense, y de las maneras de proyectar las expectativas del espectador. La búsqueda de la ladrona huida, el enigma de la identidad y motivos del asesino, el secreto del hotelero sobre su madre y la amenaza del cuchillo en la ducha constituyen, entre otras varias, cuatro articulaciones del suspense —conectadas pero diferentes— que usaremos como botones de muestra.
La escena de la ducha, de tres minutos de duración, marcada por la música de Bernard Herrmann (The Murder) y la velocidad de los cambios de cincuenta planos de tomas cortas entre las dos secuencias enmarcadoras del baño, es una de las más famosas y recreadas de la historia cinematográfica.
La tensión, que va subiendo rápidamente hacia el clímax del momento del acuchillamiento y desciende muy lentamente hacia el simbólico y anticlimático final (sumidero, ojo, cara de Marion Crane), provoca un efecto pragmático inicial de angustia y miedo y conlleva una orientación intratextual escénica de la expectativa, impulsada hacia la rápida resolución interna por el enfatizado peligro de asesinato.
De hecho, los momentos de mayor tensión de la escena, centrados en el avance de la silueta de mujer –tamizada por la cortina transparente– con un cuchillo hacia la joven que se ducha –de espaldas– desconociendo el riesgo, se configura significativamente hasta los planos del repetido apuñalamiento como una amenaza: una fórmula semántica que combina el punto de vista y el conocimiento de informaciones oponiendo la conciencia del peligro por parte del espectador a la ignorancia del riesgo por parte de la amenazada Marion [espectador + / personaje -].
La amenaza se repite en otra escena cuando el detective Arbogast sube las escaleras de la vivienda que domina el motel y, antes de su acuchillamiento, de nuevo por la silueta femenina, se nos indica indirecta pero inequívocamente el peligro que le acecha mediante la luz que se filtra y el ruido que produce una puerta que comienza a abrirse.
Mucho más extensa fílmicamente es la microhistoria relativa a la información conocida por Norman Bates, y ocultada al espectador hasta un determinado momento, que se refiere a la existencia de la madre muerta y momificada, trasladada desde el dormitorio a la bodega y aludida previamente mediante los indicios de las aves disecadas y la afición a la taxidermia del regidor del motel.
La configuración semántica del suspense es aquí inversa respecto al caso anterior y se basa en el secreto guardado por un personaje durante un lapso temporal frente a la ignorancia del mismo por el público [espectador - / personaje +]. La intriga y el interés, enfatizado y promovido en varias secuencias intermedias, dan a la expectativa del espectador una orientación prospectiva, de impulso hacia el final, hacia la revelación de lo ocultado.
Pero sin duda la secuencia lógica más importante de la película la constituye el misterio de la identidad y motivos del asesino, un enigma racional que se sustenta en el desconocimiento de tales informaciones tanto por personajes como por espectadores y que, en consecuencia, conlleva una orientación regresiva de la expectativa y una estructura circular determinadas por la omnipresencia referencial del misterio inicial.
Este surge con la comisión del crimen de la ducha y se extiende hasta su elucidación mediante las tres escenas de la visión del cuerpo momificado de la madre y de Bates vestido de mujer –con cuchillo y peluca–, de las palabras explicativas del psiquiatra y de la visión final de Norman con las dominadoras palabras de la madre inculpándolo de todo.
Casi en paralelo, existe una estructura suspensiva que abarca del principio al fin de la película y que se corresponde con el esquema temático de una búsqueda, más que de un enigma: desde el robo y escapada en coche de Marion hasta el rescate del automóvil del pantano, pasando por la muerte del detective privado. Se trata del mismo tipo semántico de suspense, basado en el desconocimiento por parte del público y los personajes, pero presentado no como misterio racional, sino como búsqueda dinámica de la ladrona huida.
Redescubra Psicosis, una inolvidable película de suspenses.