Almeida: un alcalde gris disfrazado de verde
Durante los últimos 25 años, hemos tenido ejemplos de sobra de gestiones paupérrimas, deleznables, e incluso constitutivas de delito.
Ser el peor alcalde de Madrid no es tarea fácil, créanme. Durante los últimos 25 años, hemos tenido ejemplos de sobra de gestiones paupérrimas, deleznables, e incluso constitutivas de delito. Desde obras faraónicas y fracasadas que incrementaron la deuda de la ciudad un 580% en tan sólo 10 años, con sobrecostes indecentes, hasta la venta/regalo de viviendas públicas a fondos buitres dejando en la calle a miles de ciudadanos que no pudieron hacer frente a las abusivas subidas de los alquileres. Qué fácil es robar el bien común cuando está de tu lado Tribunal de Cuentas. No se me olvida el “relaxing cup of café con leche” de una candidatura olímpica “Madrid 2012” pensada para el desfalco, con sueldos de más de 10.800 euros mensuales, por ejemplo, para el propio director del proceso. O los trucos de prestidigitador corrupto y popular para hacer desaparecer el dinero público, como en el caso de la Caja Mágica. El paso del PP por la ciudad de Madrid ha sido un auténtico despropósito. Aguirre, Gallardón, y Botella se han ido superando los unos a los otros en esa gestión del oro. Del oro para los amigos.
Almeida, ese alcalde campechano que algunos medios nos trataron de vender durante los primeros meses de pandemia —al mismo tiempo que su primo hacía de contacto con Luceño y Medina para el robo de 6 millones de euros en comisiones— está trabajando con mucho pundonor para superar a sus antecesores. Con Árticus, la atracción familiar de la Casa de Campo que se ha convertido en el paradigma de la desorganización (1,8 sobre 5 estrellas en Google Maps), se ha superado, no cabe la menor duda. Almeida me recuerda a Serguei Bubka batiendo el récord mundial cada vez que saltaba con su pértiga. Lo único que sus récords no se celebran, los padecemos. Cada semana sale con alguna. No haber sacado adelante los presupuestos municipales por pura arrogancia, teniendo mayoría en el Ayuntamiento, solo estaba a su alcance. Es todo un campeón.
Pero cuando pensábamos que podría haber llegado a su techo, nos sorprende a todos los madrileños. Porque Almeida es insuperable. Ser el peor alcalde de Madrid requiere de mucho coraje. Precisamente coraje es el que demuestra cada vez que saca pecho por su gestión en materia de medio ambiente. El balance que hizo esta semana al respecto es digno de estudio sociológico. El negacionismo es lo que tiene, que te vuelve obtuso, irracional. Y desespera a quien le escucha cuando la propaganda se enfrenta a la realidad. Los datos matan relatos.
Para Almeida en Madrid todo está bien, pese a las continuas advertencias de sanciones económicas desde Europa por los elevadísimos datos de polución. Saca pecho de haber llegado a 40 ng/m3 de media anual de Dióxido de nitrógeno, mientras que en 2020 y 2021 estábamos en 41ng/m3. Es decir, el alcalde de Madrid trata de vendernos que haber bajado un punto el valor máximo por contaminación y situarlo precisamente en el Valor Límite Legal marcado por la legislación europea es digno de premio.
La realidad es que el aire que respiramos sigue siendo igual de nocivo para la salud, sigue costándonos vidas. Hablar de que ha habido un cambio sustancial en la calidad del aire de la ciudad es, efectivamente, digno de un premio. Un premio a la desfachatez. Veremos qué ocurrencia tiene el señor Almeida cuando finalmente Europa revise (que lo está haciendo) su Directiva y la Comisión proponga reducir el límite a la mitad, 20 ng/m3.
La prórroga un año más de la entrada de camiones contaminantes con etiqueta B (tal y como le pedía VOX, reyes absolutos del negacionismo más absurdo) supone otro esfuerzo más en la conquista del título honorífico al peor alcalde en la historia de Madrid. Su desprecio por transitar hacia un modelo verde y sostenible así lo atestigua. La tala de árboles indiscriminada, el asfaltado de alcorques y la modificación de plazas para que tengan todavía menos zonas verdes y más asfalto solo podrían ser ocurrencias de este señor. Ejemplos de ese sin sentido son la remodelación de la Plaza del Carmen en donde se han talado al menos 28 árboles, el Parque la Cornisa,o la Plaza Luca de Tena. Hay calles en Vallecas y en otros barrios de Madrid donde no existe ni un solo árbol. El destrozo y la no recuperación de la Casa de Campo después del paso de Filomena también es digno de mención. Y lo último, el book fotográfico anunciando el repoblado en Ensanche de Vallecas han quedado en eso, en fotos para quedar bien. Hoy la mayoría de los árboles están muertos por un mantenimiento deficiente, puro abandono.
El balance que ha escenificado Almeida en el Retiro es bochornoso. Hubiera sido más honesto si lo hubiera hecho sobre las sacas de ceniza tóxica que se acumulan al aire libre en Valdemingómez, con las cenizas esparciéndose por el aire mientras se cuelga medallas por su calidad. Ahí sí se hubiera coronado. Esperaba más de ti Almeida. Ser el número uno del despropósito requiere de más valor. Explicarles a los vecinos de Vallecas y zonas adyacentes que Madrid está haciendo los deberes en materia de medio ambiente mientras respiran todos los días el veneno que sale de las sacas hubiera sido una obra perfecta para lograr un título inalcanzable. No ha tenido valor.
Fuera de bromas, la realidad es que Madrid nunca ha estado tan sucio, y tan contaminado. El servicio de recogida de residuos, privatizado como no podía ser de otra manera, es un auténtico fracaso a pesar de que nos cuesta muchos millones de euros a los vecinos.
Lo triste de todo esto es que detrás está en juego la salud de los ciudadanos. Ser el peor alcalde de Madrid tiene su mérito, pero que no sea a costa de las arcas de los madrileños, y menos, a costa de su salud.
El próximo mes de mayo la ciudadanía tomará nota para sacar a Almeida de Cibeles de una vez por todas. Porque lo que de verdad necesita Madrid son campeones, sí, pero de la honestidad, la buena gestión y el buen servicio al ciudadano. Lo que Madrid necesita es al mejor alcalde, que escuche, atienda y mejore la vida de su gente.