‘Aida’, pero ¡qué bonita que es la ópera!

‘Aida’, pero ¡qué bonita que es la ópera!

La obra de Verdi llega al Teatro Real con Anna Netrebko como gran estrella.

Netrebko y Kemoklidze en 'Aida'.Javier del Real

Cuando el Teatro Real anunció que comenzaría la temporada 2022-23 con Aida de Verdi se armó la gorda entre los opereros madrileños. Que si no era una ópera para inaugurar una temporada. Que si no era la mejor de Verdi. Que si el montaje de Hugo de Ana que se reponía ya era antiguo cuando se estrenó. Que si encima su grandiosidad iba a ser reducida por eso de los presupuestos, aunque este montaje se coproduzca con el Festival de Abu Dhabi, capital de los ricos Emiratos Árabes Unidos, más ricos ahora gracias a la crisis energética y subida del precio del petróleo.

Todo esto tiene que ver con que Aida tiene la fama de ser una ópera de Verdi menor por ser un encargo. En la que el compositor no dio todo lo que podía dar. Seguro que muchos musicólogos echarían esto por tierra. Sobre todo, sabiendo que Verdi puso mucho cuidado en la composición de esta ópera, de acuerdo con la pasta que le iban a pagar. Incluso solicitó que se creasen unas trompas naturales especiales para las fanfarrias que se escuchan. Por cierto, unos instrumentos que resultaron ser muy parecidos a los que se encontraron posteriormente en la tumba de Tutankamón que justo ahora hace cien años que se descubrió.

¿En qué ha quedado esta polémica? Pues más bien en un puñado de críticas en los medios poco complacientes con el montaje y sus varios repartos. Tres repartos más uno. Pues tres son los elencos fijos que se alternan en la escena. El uno sería las dos noches que la Netrebko, la divaza del momento, la cantante por excelencia, actuaría en Madrid como Aida. A pesar de los problemas que tiene para ser contratada en otros teatros por ser rusa y, parece ser, pro-Putin y pro-invasión de Ucrania. Aunque su ambigüedad sobre esta postura política es grande. En cualquier caso, las dos representaciones en las que se anunció su presencia fueron las primeras en agotar entradas antes de que pasaran de dos noches a cinco. Unas representaciones en el coso madrileño que comienzan a las puertas del teatro con protestas por su presencia. 

  Netrebko y Eyvazov en 'Aida'.Javier del Real.

Mientras todo esto entretiene a los corrillos operísticos y a los que no lo son, las representaciones siguen su curso. El show debe continuar. Y, no hay duda, que lo que se ve en escena es un show. Quizás no con la espectacularidad con los que se hacían en el pasado, en el Teatro Colón de Buenos Aires hasta había elefantes en escena, o los que se pueden ver en verano en la Arena de Verona, pero tendente a ello. 

Una espectacularidad que tiene que ver con la grandiosidad de la escenografía. Hasta hay un telón plateado con motivos sacados de las tumbas de las pirámides que ya causa sensación cuando se entra el en teatro. Sobre todo, cuando se entra por la puerta central del patio de butacas. Una grandiosidad conseguida a base reproducciones de pirámides en ruinas, como se pueden visitar ahora y no como estarían en su tiempo, y proyecciones, único recurso verdaderamente contemporáneo que se permite Hugo de Ana, el director de escena, escenógrafo y figurinista. En lo demás él va a lo clásico.

A la que sigue todo el vestuario. Bonito hasta para los ballets y figurantes que van en taparrabos. Aunque nada como los vestidos de la soprano, Aida, y de la mezzosoprano, la princesa Amneris. A la que se viste túnicas coloridas y tocados, como le corresponden a la heredera al trono de Egipto que es. Rivales por el amor de Radamés, el gran guerrero egipcio. La primera, correspondida, a pesar de ser esclava de guerra y enemiga, y la segunda, sin éxito, por lo que sufre, se enfada, busca venganza.

Personajes a los que se añaden cienes y cienes de personas en el escenario. Desde luego, muchísimas más de las que se suele ver en un escenario hoy en día. Y es que hay que poner en escena ejércitos, servicio, corte real, pueblos enemigos, el boato religioso y sus procesiones, grandes templos llenos de fieles y sacerdotes. Representar, en definitiva, una corte rica y dorada como la que ocupa el imaginario colectivo gracias al cine de Hollywood, Cleopatra y la citada tumba de Tutankamón y, en España, a las novelas y la afición del escritor Terenci Moix, un novelista hoy olvidado al menos a nivel popular.

  Escena de 'Aida'Javier del Real

Elementos que permiten dibujar un contexto sociopolítico que influirá negativamente en el curso de los acontecimientos amorosos de Aida con Radamés. Que serán la barrera para que consumen ese amor que se profesan en silencio y que se confiesan y confiesan cantando cuando creen que están solos, que los otros no les oyen.

Y es que se quieren, pero, como Romeo y Julieta y tantas otras parejas de ficción, pertenecen a bandos enemigos irreconciliables y correrán una suerte similar, porque ese contexto social de enemistad siempre está poniendo piedras y palos en las ruedas del amor. En este caso Aida es una princesa etíope, cuyo pueblo quiere invadir Egipto, y Radamés es egipcio y capitán de los ejércitos que combatirán al ejército invasor. Vamos, que no se cuenta nada nuevo. Y cantar, por lo menos ahora, tampoco.

A pesar de todo lo anterior la crítica operística sigue y se mantiene en la crítica de la reproducción musical. No importa que, como recoge el propio programa, Verdi estuviera interesado en hacer teatro con esta obra. A él, como a Wagner, le interesaba el drama y si había que infringir la ortodoxia musical y versal de un texto, pues se infringía. Incluso habla de apartarse como músico para que suceda el teatro.

El caso es que en la crítica habitual, lo teatral suelen quedar al margen. Y, si bien es cierto que la cosa no empezó bien en cuanto a canto el día al que pertenece esta crónica, lo cierto es que fueron ganando. La Netrebko solo jugó a diva en sus arias en solitario, para disfrute de parte del público (seguro que con su pianísimo alguien se hizo pis como Julia Roberts viendo La Traviata en Pretty Woman) y jugó en equipo en todo lo demás. Y el resto del elenco jugó con la calidad que debe ofrecer un teatro de ópera de primera como es el Real.

La orquesta también estuvo al nivel esperado, como corresponde a una de las mejores orquestas de ópera de España y posiblemente de Europa, a los mandos de Nicola Luisotti. Un director de orquesta muy presente en el repertorio italiano en el Metropolitan de Nueva York, y desde hace varios años en el del Teatro Real.

El coro, ¿hay que repetirlo? Es lo mejor que tiene este teatro y, por tanto, hacen bien en aprovecharlo y programar ópera en las que tengan mucho papel en escena. El público siempre se lo agradece. Todavía se recuerdan los bises que se le pedían en Nabucco, otro Verdi, con el que se cerró la temporada.

  El Coro del Teatro Real en 'Aida'.Javier del Real

Concluyendo, que es gerundio. Esta Aida es una producción muy bonita, ¡pero qué bonita que es! y a la antigua. Una producción que trabaja una visión romántica de Egipto y coloca a sus personajes entre las ruinas arqueológicas, al gusto decimonónico. Aunque en el tiempo que sucede la historia deberían ser tan nuevas y flamantes como los sorprendentes rascacielos de Dubái, Abu Dhabi o Singapur.

Producción que ofrece entretenimiento y diversión. Una velada para maquearse. Ponerse de tiros largos e ir con la pareja del brazo. Abrazarse durante la representación ante tanto sufrimiento por amor. Para después de aplaudir mucho salir con el corazón contento, lleno de alegría por no tener tanta dificultad para besarse y tocarse en una cena posterior a ser posible a la luz de las velas. Lo demás, ¿importa? Si le importa, no, esta no es su representación.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.