Caracas, capital política de España
El Gobierno se defiende ante la ofensiva de la oposición por el polémico encuentro Ábalos-Rodríguez
Caracas, capital política de España. El Congreso de los Diputados ha viajado 6.990 kilómetros mentalmente. ¿Cosas del siglo XXI? No, no, no es una serie de Netflix (como defiende el PP). La primera sesión control al Gobierno de coalición ha sido un disparadero de la derecha contra el Ejecutivo central por la reunión del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas.
PP, Ciudadanos y Vox han desplegado toda una ofensiva parlamentaria a lo largo de toda la mañana para intentar hacer caer a la pieza de Ábalos -hombre de máxima confianza de Pedro Sánchez y pieza clave en el engranaje político del Gobierno y del PSOE-. “Dimisión, dimisión, dimisión”, calentaban desde la bancada popular a ratos el ambiente del Hemiciclo.
Casado era el primero en tirar: contra Sánchez y pidiéndole no seguir los pasos de Nicolás Maduro. El presidente evitaba en los primeros minutos entrar en terreno venezolano, pero le ha tocado sumergirse de lleno con la segunda pregunta. Debut de legislatura en la sesión de Santiago Abascal (Vox) y la ultraderecha empezaba fuerte cargando contra la reunión con un “Narcogobierno”.
Y Sánchez ha viajado de lleno a Venezuela para defender a capa y espada a su ministro: “Hizo su deber y evitó una crisis diplomática”. El presidente ha reiterado su apoyo sin paliativos a uno de sus principales ‘fontaneros’. Eso sí, lo que más llamaba la atención era que se refería a Juan Guaidó como líder de la oposición y no como presidente encargado, como había hecho hasta ahora.
En concreto, Sánchez decía: “Está bastante clara la posición del líder de la oposición en Venezuela”. Lo decía tras recordar unas palabras de Guaidó que señalaban que tiene las “mejores relaciones con España”.
Y antes de que le tocara el turno a José Luis Ábalos, ha tenido que pasar por la ofensiva parlamentaria el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha tenido que escuchar unas duras palabras por parte de Ana Belén Vázquez (PP), que le ha acusado de ser un “utillero” y de poner en riesgo a la Policía. Esto especialmente ha revuelto al titular de Castellana 5, que ha reprochado a los populares que acusen a los cuerpos de seguridad de prevaricación por supuestamente obedecer una orden “ilegitima”.
Llegaba, llegaba, llegaba casi el momento de Ábalos, sentado al lado de Marlaska. Le esperaban especialmente los diputados del Partido Popular. Disparos directos primero de Valentina Martínez: “Mentiroso”. Y minutos más tarde la valenciana Belén Hoyo, que entonaba que parecía una serie de Netflix cuya temporada final se podría rodar en la finca de Quintos de Mora (Toledo) con Delcy Rodríguez como invitada.
Ábalos ha desplegado su argumentario político y se ha defendido diciendo que consiguió “dos cosas”: que Delcy Rodríguez no pisara territorio Schengen y evitar más problemas diplomáticos. Además, ha acusado al Partido Popular de “poner en cuestión la credibilidad” de España y enfrentar al país con Estados Unidos y la Unión Europea.
El ministro de Transportes ha tirado también de su habitual ironía y lengua afilada. “Si le pagan por lo que acaba de decir, estamos que derrochamos”, ha soltado el dirigente socialista, que le ha afeado a la popular que le pregunten por esto cuando hay tantos problemas por debatir sobre Valencia -la circunscripción de ambos”.
Los populares coreaban “dimisión, dimisión”, otra vez. Por cierto, los socialistas respondían con aplausos y más tarde, durante la interpelación, se han levantado de los asientos mientras aplaudían para mostrar su apoyo a Ábalos. Desde la bancada del PP se escapaban gritos como “mentira” y “es falso”. Los miembros del Partido Popular ya lo han definido como el Delcygate.
Ciudadanos también quería parte de la tarta antiÁbalos. Y muy vehemente ha tomado la palabra Edmundo Bal, “Usted ha metido tanto la pata en el caso Ábalos que es absolutamente imposible interrogarle en dos minutos y medio. ¿Nos van a seguir negando una comisión de investigación?”, le espetaba el ‘naranja’. “Fue a la sala VIP volando por los aires españoles”, agregaba: “No se me aturulle, que sigo después de la publicidad”. Ábalos respondía ironía on: “Se ha esforzado en el humor, está bien porque destensa”.
Y ha cargado directamente contra los de Inés Arrimadas: “Hoy ustedes solo tienen una pregunta, España les ha interesado bien poco”. Ábalos ha metido el dedo en la llaga: el absoluto descalabro de Cs, que ahora solo tiene diez diputados. Ha acusado a Bal de hacer el “ridículo” en Europa al llevar este tema ayer ante el “desidio” de la Eurocámara.
No todo estaba dicho. Quedaba el supuesto plato fuerte: la interpelación de Cayetana Álvarez de Toledo a Ábalos, una fórmula parlamentaria más larga que las anteriores preguntas de sesión de control. Eso sí, el tema ya llevaba caliente toda la mañana y el duelo se ha diluido más.
Y no por falta de acusaciones por parte de la portavoz del PP: “El Gobierno de España ha amparado a una torturadora”, “¡Qué derroche de versiones, qué imaginación pirotécnica”, “Usted no ha contestado nada”. Desde la tribuna, Ábalos volvía a justificarse: “No hubo ninguna reunión formal”. Y ha contraatacado acusando a la popular de “soberbia de alcurnia: le viene de origen”.
Primera sesión de control. ¿De verdad el Congreso de los Diputados está en Madrid?