A la mujer que me dijo que estaba estupenda en bikini
Vivir con una enfermedad crónica no es fácil, y es aún más duro cuando es una enfermedad que cambia el aspecto.
Este post fue publicado originalmente en la web de The Mighty.
Escrito por Sara Gebert
No sé si te costó mucho acercarte a mí en la playa, pero sé que a mí me cuesta mucho hablar con desconocidos. Pero te me acercaste tan campante, con tal seguridad que nadie esperaría que ninguna de las dos tuviera problemas de autoestima, aunque parezca que siempre llevo conmigo un aura de inseguridad. Viste lo que soy: una chica asustada que se esfuerza por no dejar que nadie vea el miedo en sus ojos.
No sé si te acercaste a mí por eso o no, pero quiero darte las gracias. Vivir con una enfermedad crónica no es fácil, y es aún más duro cuando es una enfermedad que cambia el aspecto, como es mi caso. Cuando voy completamente vestida, nadie se da cuenta de que no soy una persona "típica", pero cuando estoy en la playa es otra historia.
En la playa todo el mundo está expuesto, pero yo encima llevo cosas colgando. Llevo una bolsa de ileostomía, un tubo G y un tubo J, no es algo que se vea todos los días. Yo estoy acostumbrada; para mí, son cosas normales. Pero, para el resto del mundo, parezco salida de una película de ciencia ficción. En cambio, tú me miraste como si fuera una persona. No te quedaste observando mi bolsa y mis tubos, me miraste a los ojos y me diste las gracias.
No estoy segura de si te diste cuenta, pero me quedé pasmada. Otras veces se me ha acercado gente a decirme "qué asco" o a preguntarme si me iba a meter a la piscina así. Y, cuando te me acercaste, estaba preparada para lo peor. Todavía no me creo lo que sucedió. Me diste las gracias por llevar bikini, me dijiste que estaba estupenda y me contaste que tú también habías llevado una bolsa de ileostomía y que ya no tenías intestino grueso. Me dijiste que yo era una inspiración. Significa mucho para mí.
Cuando estaba haciendo la maleta para irme de viaje, me pasé horas agonizando y pensando qué bañadores llevarme. Metí en la maleta todos los que tenía y dinero para comprarme otro porque creía que no tenía ninguno apropiado que me lo tapara todo. Esa mañana, en el último momento, decidí ponerme un bikini, como si de mi tripa no sobresaliera nada. Estaba muy nerviosa. Hay muchas adolescentes que no se sienten cómodas con su cuerpo, y desde que me hicieron la ostomía mi incomodidad se multiplicó por cien. Llevaba poco tiempo en la playa cuando apareciste y ya me sentía incómoda y pensaba que todo el mundo me estaba mirando. Pero después de hablar contigo mis preocupaciones desaparecieron. En ese momento, me di cuenta de que el aspecto no importaba y de que mi único problema iba a ser que me había llevado más bañadores de los que iba a poder ponerme.
Así que te doy las gracias. Gracias por devolverme la fe en la humanidad. Gracias por hacer que me sintiera cómoda siendo como soy. Y, por último, gracias por darme la seguridad necesaria para disfrutar de mis vacaciones al máximo.
Este post fue publicado anteriormente en la edición estadounidense del 'HuffPost' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.