7 errores de pareja que los padres transmiten a sus hijos
"Los niños suelen tener la percepción de que los adultos ya lo saben todo y no tienen que seguir aprendiendo y creciendo".
A pesar de tus esfuerzos y buenas intenciones, es inevitable que a veces metas la pata educando a tus hijos.
Es posible que les digas algo incorrecto a tus hijos o que reacciones de mala manera ante algo que hacen. Otras veces, manejas mal una situación con otra persona, como puede ser tu pareja, delante de tus hijos.
La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con expertos educativos para conocer los errores más habituales en las relaciones que los padres transmiten sin querer a sus hijos. Si estos comportamientos te resultan familiares, no te fustigues. Simplemente transfórmalos en momentos de aprendizaje para actuar con más atención en el futuro.
“Un consejo para los padres: aceptad vuestros errores. Son inevitables y os dan la oportunidad de crecer y aprender”, comenta la psicóloga Claire Nicogossian, profesora adjunta de Psiquiatría y comportamiento humano en la Universidad Brown.
Error 1: Contestarle de malas maneras a tu pareja cuando tienes estrés
A todos nos ha pasado: tienes prisa porque se te acaba un plazo en el trabajo, tu hijo está irritable porque tiene hambre, la nevera está vacía, tienes que llevarlo al entrenamiento dentro de 15 minutos... y te das cuenta de que tu pareja se ha olvidado de que tenía que hacer la cena esta noche. No es de extrañar que tu paciencia se agote y pierdas los nervios. Pero tus hijos se dan cuenta de cómo te comportas en situaciones de estrés, por lo que deberías prestar más atención a cómo reaccionas en esos momentos de tensión en el día a día.
“Los niños observan cuando reaccionamos ante el estrés, los conflictos, la presión o el agotamiento, y cuando nos ponemos nerviosos con nuestras parejas”, explica Nicogossian. “Al mismo tiempo, empiezan a interiorizar cómo responder y reaccionar en situaciones similares”.
Sin embargo, cuando aprendes a gestionar tus emociones y lo haces en tu día a día, estás enseñando a tu hijo a hacer lo mismo.
Error 2: Intentar resolver una discusión de forma acalorada
Muchas parejas tienen la tentación de resolver la discusión que tienen entre manos lo antes posible, aunque no estén en el estado emocional adecuado para mantener una conversación productiva. Esa sensación de urgencia proviene de la reacción de lucha o huida, explica la psicóloga clínica Laura Markham.
“Creemos que perderemos algo si no actuamos ahora mismo para ganar la discusión”, explica. “Pero cuando estamos en ese estado, nuestra pareja parece el enemigo. Se nos olvida que estamos en el mismo equipo. No podemos entender su perspectiva ni estamos dispuestos a cambiar la nuestra”.
En estas situaciones, la conversación tiende a convertirse en una pelea a gritos, lo que no es bueno para la relación ni para los niños.
“Los estudios son claros sobre los padres que discuten a gritos: a los hijos les entra ansiedad”, explica Markham, autora de Peaceful Parent, Happy Kids. “No es eso lo que queremos transmitirles a nuestros hijos sobre cómo expresar nuestras necesidades o cómo resolver los conflictos”.
Lo mejor que puedes hacer en esos casos es reconocer que necesitas un descanso. Podrás retomar la conversación cuando se hayan calmado las ideas.
“No evites el tema. Escríbelo”, propone Markham. “Puedes poner una lista en la puerta de un armario o del frigorífico y programar un momento al final del día o de la semana para hablar de los problemas que han surgido”.
De este modo, tus hijos verán que sus padres no siempre están de acuerdo y que eso es algo normal, pero que siguen siendo capaces de ser amables el uno con el otro y de solucionar sus diferencias de forma constructiva.
Error 3: No hacer las pacer delante de los niños
A veces, tus hijos van a ver cómo discutís y os levantáis la voz. Cuando esto ocurra, es fundamental que os reconciliéis delante de ellos también, “de forma afectuosa”, comenta Markham.
“Si podéis corregir el rumbo después de discutir, mejor”, dice. “Aunque sea al día siguiente, aseguraos de que vuestros hijos vean que habéis resuelto la situación”.
Si los pequeños no están delante cuando os reconciliéis, podéis decirles algo como: ”¿Recuerdas cuando papá y yo discutimos sobre si era hora de comprar un coche nuevo? Nos enfadamos mucho, pero lo estamos resolviendo. Siempre lo hacemos, porque nos queremos y nuestra relación es más importante que cualquier discusión. Puedes estar enfadado con alguien y amarlo al mismo tiempo, ¿sabes?”.
No pasa nada si aún no lo habéis solucionado. Muchos de los problemas por los que discuten las parejas tardan en resolverse. El mero hecho de mostrarles a vuestros hijos que ambos respetáis vuestros puntos de vista es muy importante.
Después de la discusión, tomaos el tiempo necesario para hablar con los pequeños sobre lo que han visto. No intentéis minimizar lo que ha sucedido ni sus sentimientos al respecto.
“Pedidles que compartan sus pensamientos y sentimientos, y preguntadles si tienen alguna pregunta”, propone Nicogossian.
Si hubo insultos o comportamientos poco ejemplares, reconocedlo y hablad con vuestros hijos sobre lo que debéis mejorar.
“Los niños suelen tener la percepción de que los adultos ya lo saben todo y no tienen que seguir aprendiendo y creciendo”, explica Nicogossian. “Y, en realidad, es un proceso que dura toda la vida y es parte de ser humano: estar siempre evolucionando, creciendo y desarrollándose”.
Error 4: Culpar a tu pareja y no asumir tu responsabilidad
Cuando un niño ve que sus padres se ponen a la defensiva y se echan las culpas en lugar de reconocer sus errores, están enviando el mensaje: “Yo puedo hacer lo mismo”, comenta Nicogossian.
“En los conflictos de pareja, suele haber tres verdades: la tuya, la mía y lo que realmente ocurre”, señala. “Encontrar la verdad puede ser difícil, por lo que escuchar la perspectiva de cada persona y trabajar para resolver el conflicto dentro de unos límites sanos debe ser la prioridad por encima de la necesidad de ‘tener razón’ o ‘ganar’ la discusión”.
Admitir que te has equivocado no es fácil, pero es una habilidad fundamental en las relaciones de pareja y en la vida en general para dar ejemplo a tus hijos. Y no es algo que puedas hacer cuando te superan las emociones.
“Para asumir la responsabilidad de tus actos, tienes que estar en un estado emocional tranquilo”, advierte Nicogossian.
Error 5: No comunicar claramente tus necesidades
Cuando estás agotado y frustrado, resulta más fácil lamentarse en silencio y criticar a la pareja que explicar con calma lo que necesitas de ella.
“Con demasiada frecuencia, entramos en discusiones sin una idea clara de lo que necesitamos”, afirma la psicóloga Jazmine McCoy. “Tómate un tiempo para reflexionar y, cuando llegue el momento de comunicarte, expón tus necesidades en primera persona”.
Es mejor utilizar el pronombre “yo”, que se centra en cómo te sientes y en lo que necesitas, en lugar del pronombre “tú”, que suena acusador y se centra en los errores de tu pareja.
Un ejemplo puede ser: “Oye, me vendría muy bien unos minutos sin móviles ni televisión para conectar contigo después de que los niños se vayan a la cama”.
“Dar ejemplo con una conversación clara que no sea exigente ni crítica ayudará a los niños a aprender también esta habilidad”, sostiene McCoy.
Error 6: Usar un lenguaje de todo o nada
Otro mal hábito en el que caen las parejas es hablar en términos absolutos, como “siempre haces esto” o “nunca haces aquello”. Este tipo de lenguaje de todo o nada pone inmediatamente a la otra persona a la defensiva.
“Durante las discusiones, evita el lenguaje extremo y las generalizaciones”, recomienda McCoy.
“En lugar de lanzar generalidades o sacar trapos sucios, mirad al futuro y sed específicos”, añade. ”‘Quiero hablar sobre lo que ha pasado cuando has llegado a casa esta noche’. Tener el mismo enfoque con nuestros hijos me parece importante”.
Error 7: No predicar con el ejemplo
Según la psicóloga pediátrica y asesora de padres Ann-Louise Lockhart, un ejemplo puede ser que los padres les digan a sus hijos que no interrumpan, griten o utilicen un lenguaje hiriente con los demás, pero luego ellos mismos lo hagan continuamente.
“Esos dobles raseros confunden a los niños y transmiten una expectativa muy diferente a la que desean los padres”, dice Lockhart.
Cuando te des cuenta de que has actuado de una manera que contradice lo que tratas de inculcarles a tus hijos, para un segundo y reconócelo en voz alta, recomienda Lockhart.
“Señala ese comportamiento y corrígete en ese momento”, aconseja. “Si te das cuenta más tarde, asume la responsabilidad. Si tu hijo no está delante cuando te des cuenta de que te has equivocado, vuelve a hablar con él para hacerle saber que te has dado cuenta de tu error y lo que has hecho para corregirlo”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.