30 años y 6.714 sueños ahogados en el Estrecho
Un chico de Nador, de 23 años, fue el primer ahogado que se encontró en la costa de Cádiz, en 1988. Desde entonces, al menos 6.714 personas han fallecido tratando de llegar a España.
Los brazos en cruz, el rostro buscando el cielo, la ropa y los zapatos aún en su sitio. Sobre el cuerpo de hombre joven, algas y arena. Descansa en el suelo soñado, ya para siempre. Sin futuro. Sin gloria. El fotógrafo de Diario de CádizIldefonso Sena captó la imagen en la playa de Los Lances hace 30 años, un primero de noviembre de 1988, la del primer inmigrante ahogado del que se tiene noticia en el Estrecho de Gibraltar. El Mediterráneo occidental empezaba a sumar muertos de las pateras y así sigue, sin parar, hasta hoy. Sin que nadie acabe con el espanto.
Aquel chico de Nador, de 23 años, que había pagado 25.000 pesetas (unos 150 euros), había tratado de llegar a la costa andaluza en una embarcación con 22 personas más. Las crónicas de la época -la del propio Sena, la de Arturo Pérez-Reverte para TVE- explican que el fuerte temporal con viento de Levante sorprendió a la nave cuando casi rozaban Tarifa. Los inmigrantes, todos marroquíes, se pusieron nerviosos y decidieron completar el trayecto nadando. Las luces les decían que estaban cerca. A 30 metros se la playa se lanzaron al agua, todos por el mismo lado, y la embarcación volcó. Tras el primer cadáver, con los días se recuperaron 11 más. Siete más quedaron como desaparecidos y sólo cuatro fueron arrestados, vivos, en tierra.
Es la primera patera de sin papeles de la que se tiene noticia. Hasta ese momento, claro, también había inmigración ilegal desde Marruecos, pero la mayoría de los que intentaban alcanzar Europa se colaban como polizones en los ferris que iban de una orilla a la otra. Los mayores controles les llevaron a jugarse la vida en embarcaciones precarias, no para instalarse en España, sino para saltar a sus destinos buscados, Italia y Francia. Un lugar en el que prosperar.
Desde entonces, el tráfico de soñadores ha sido constante, y poco ha cambiado: han variado los medios empleados para venir (pesqueros, nodrizas, pateras, lanchas neumáticas, cayucos, lanchas de juguete, llantas de camiones y bajos de coches, tablas de surf, motos acuáticas, contenedores del puerto...), se han diversificado los que se embarcan (magrebíes, subsaharianos, de Oriente Medio, hombres, mujeres y niños), se ha encarecido el precio (unos mil euros hoy), son variados los motivos para cruzar (migrantes económicos, refugiados, víctimas de la trata de mujeres para ser explotadas sexualmente), y hasta los llamamos de maneras variadas (ilegales, clandestinos, espaldas mojadas, mojaítos, atunes) pero la muerte no, no varía.
Según un informe elaborado ante este aniversario por la Fundación Por Causa y Andalucía Acoge (y que puedes leer completo al final de esta noticia), en estas tres décadas al menos 6.714 personas han fallecido en el Estrecho de Gibraltar intentando llegar a España. Se han producido al menos 235.568 entradas irregulares a España por mar entre los años 1999 y 2017, una cifra a la que hay que sumar las 43.467 personas que han llegado a España en los que va 2018, a bordo de 1.636 embarcaciones, según datos del Gobierno central actualizados a 15 de octubre.
El presente es ya, sin acabar, un año de récord, incluso por encima del 2006 de los cayucos (con capacidad para 200 personas o más) a Canarias. Sólo en 2018 hay constancia de la muerte de 239 personas y de la desaparición de 279 más, 518 en total. Los expertos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estiman, no obstante, que por cada persona que se recoge muerta del mar hay tres que no se encuentran.
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"La historia se repite, la arbitrariedad y el parcheo son el eje transversal en las políticas migratorias, la ausencia de recursos de acogida se mantiene, la muerte sigue acompañando a la inmigración: gente joven, adulta, bebés, adolescentes, hombres y mujeres forman parte de un cementerio marino que se extiende por todo el Mediterráneo porque Europa y el sistema capitalista que gobierna el mundo no da alternativas de vida a esta tragedia humana interminable", denuncia el informe.
Año a año, el panorama no cambia
Repasando año a año lo ocurrido en materia de inmigración en España, como hace el informe, se aprecia que nuestro país ha ido evolucionando siempre en función de las obligaciones que debía cumplir con la Unión Europea (UE) como frontera sur de la unión, con una visión de seguridad que prima sobre la humanitaria, con leyes de extranjería y regularizaciones oscilantes según el momento económico y sin tener al migrante en el centro de sus políticas. Se saca la conclusión de que el discurso del miedo asociado al extranjero gana terreno, pero también de que siempre ha existido una corriente solidaria intensa, desde los gaditanos que escondían en sus casas a los que tocaban tierra vivos a los tripulantes del Open Arms.
Cada año de los 30 que han pasado desde aquel naufragio en Los Lances tiene un dato en el que detenerse, y así lo hace el informe. En los primeros 90, España ya se convierte en destino, no en tierra de paso, y la inmigración deja de ser un fenómeno pasajero. En el primer año de esa década se instalan las primeras vallas en Ceuta y Melilla, germen de las que ahora copan titulares a diario. En el 91 se empiezan a usar las rutas del contrabando y el hachís para las embarcaciones, otra fuente de ingresos para las mafias. En el 92 se abre el primer centro de internamiento temporal en Tarifa y, ya ese año, hay días en que su capacidad queda desbordada. Llega Rachida, la primera mujer. Al año siguiente, lo hace el primer menor no acompañado, un crío de 17 años que iba en los bajos de un camión rumbo a Italia, y se crean los primeros campamentos de subsaharianos y argelinos a las puertas de las ciudades autónomas.
Si en el 94 llegó la primera patera a Canarias, en el 95 se dan los primeros episodios de hacinamiento en Ceuta por la "porosidad" del vallado. Los mayores controles en Algeciras llevaron a los subsaharianos a apostar por las ciudades autónomas y se celebran, entonces, las primeras marchas pidiendo atenciones básicas. Llegan las primeras cargas policiales. El entonces ministro del Interior, Juan Antonio Belloch (PSOE) fue quien empezó a reforzar con alambradas, hormigón, guardias civiles y helicópteros las fronteras con Marruecos. Todo muy actual. Un año después, el PP de José María Aznar gana las elecciones y su titular de Interior, Jaime Mayor Oreja, manda a más de cien personas "engañadas, drogadas y esposados con las manos a la espalda" fuera de España. Ni siquiera a los países de los que procedían. En ese 96 se detecta el primer caso de una chica nigeriana a la que directamente esperaban en la costa española para llevarla a un burdel.
En el 97 se impusieron multas por valor de 500.000 pesetas (poco más de 3.000 euros) a personas que ayudaron a los inmigrantes dándoles cobijo o alimento, "un castigo a la solidaridad sin precedentes". Esas sanciones llevaron en el 98 a una campaña de autoinculpación a la que se adhirieron 4.000 españoles. En 1999 se instala de forma inicial el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil; entonces llegaban unos 5.000 migrantes al año. En 2003 ya eran más de 20.000. Son tiempos de estallido económico, hasta 2005, que permiten abrir cuatro procesos de regularización. Pero también de brotes racistas como el de El Ejido (Almería), en 2000. Llegan los primeros africanos en lanchas neumáticas -lo que hace que las mafias suban el precio- y también los primeros niños y bebés. Los centros de acogida se saturan, hasta hoy.
Más vigilancia, más dinero para que Marruecos bloqueara los flujos, nuevas rutas... Bajan los números, pero el drama se mantiene: en 2002 se encuentra en la provincia de Cádiz el cuerpo de la primera niña ahogada, una pequeña de dos años que viajaba con sus padres. En 2003, 37 migrantes mueren en Rota (en la patera iban 54) y España ni se sonroja con el rescate más negligente que se recuerda, sin medios, con una hora de retraso. En 2005 se dan los primeros saltos organizados de las vallas de Ceuta y Melilla, en 2006 los cayucos llegan sin cesar a Canarias (31.000 personas arribaron a las islas en un año), y mientras se suceden las reformas y contrarreformas de la Ley de Extranjería, hay que esperar a 2010 para incorporar el delito de trata de seres humanos a nuestro Código Penal. Con las Primaveras Árabes de fondo y las fronteras africanas menos vigiladas, nace Happiness, un niño nigeriano, en mitad de una patera en el Mar de Alborán.
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Los recortes en la sanidad universal del PP coinciden con la llegada de sirios que escapan de la guerra, que empiezan a detectarse ya en las ciudades autónomas del norte de África. En 2013 se localiza el primer toy, esto es, una balsa de juguete usada a modo de patera. Para el 2014, ya el 75% de las muertes de migrantes del planeta se producen en el Mediterráneo. En el recuerdo, los 360 ahogados en Lampedusa. Y los 14 disparados en el Tarajal, un caso aún sin justicia.
La crisis de los refugiados de 2015, aunque afectó sobre todo al Mediterráneo oriental y central, también se dejó sentir en España. Se duplicaron las muertes en el mar, mientras Madrid aplicaba a destajo las devoluciones en caliente. En el 16 ya teníamos la peor crisis de migrantes desde la Segunda Guerra Mundial. Llegan 5.554 personas; mueren 69 en el intento. El Gobierno gasta más en deportaciones que en mejora de CIES. Todo en orden. Las llegadas en 2017 pasan de 27.253 a 13.871, un 96% más. Ese año, se recoge de una playa de Barbate el cuerpo del Aylan patrio: se llamaba Samuel, tenía seis años y era congoleño. Su madre se ahogó en Argelia.
30 años en los que las tragedias se han ido superponiendo, en los que la desmemoria ha hecho estragos, en los que miles de españoles se han dejado el alma ayudando, en los que poco se ha hecho desde los Gobiernos. Por Causa y Andalucía Acoge reconocen que con la nueva Administración Sánchez tienen "grandes expectativas", por su "cambio de actitud" ante el problema. Pero se siguen aplicando "devoluciones dudosas, sin suficientes garantías jurídicas", se retoman viejos acuerdos de repatriación con Marruecos, se mantiene el discurso policial y el mar sigue "militarizado".
¿Qué tendremos que contar dentro de otros 30 años?
30 AÑOS DE MUERTES EN EL ESTRECHO. Informe de Por Causa y Andalucía Acoge. by Anonymous VEU9TMsZzD on Scribd
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Frontera Sur, 30 años de indiferencia en el Estrecho. TheObjective.com