25 maneras de honrar a los muertos en el mundo que no son ni Todos los Santos ni Halloween
Alegres o solemnes, ruidosas o silenciosas, de recuerdo o de olvido... Cada fiesta es un mundo rico en el que adentrarse, siempre con la misma premisa: la memoria sigue viva.
La muerte es inevitable. Nadie escapa de ella. Desde que la raza humana recibe ese nombre, no hace más que darle vueltas a sus causas, a sus consecuencias, a sus certezas y a sus dudas. Una de estas últimas, de las mayores, es lo que viene después, si es que viene algo más allá de la muerte biológica. Todas las culturas, todas las religiones, tienen una manera de abordar el tránsito del fin de la vida y las relaciones posteriores con los que se han ido. Tan diferentes, tan ricas, que son casi infinitas.
Van mucho más allá de Todos los Santos o Halloween, que son las referencias más cercanas con que contamos. Hay procesos de honra y de recuerdo, pero también de olvido, de cerrar puertas o abrirlas, de dar paz, mostrar el camino, pedir protección, tradiciones para el cuerpo, el alma y el simbolismo que trasciende todo eso, bálsamos pensando en lo que vendrá. Desde la música, la comida, la ropa o las flores, desde el color o la ausencia de él, el mundo homenajea a los que no están.
“Pocas cosas hay tan humanas como la muerte. De generación en generación, entendemos que somos la suma, indescifrable, de nuestros muertos pasados, . los queramos mucho o los repudiemos. Por ellos estamos aquí, ellos nos marcaron en lo biológico, en lo geográfico, en lo cultural, y generan en nosotros sentimientos de todo tipo, del amor y la admiración al rechazo o el odio, incluso. Pero, a la postre, son sentimientos tan fuertes, tan trascendentes, que se fue imponiendo la necesidad del recuerdo y el homenaje. En eso consisten los días de los muertos, sean como sean y donde sean: en tener memoria”, explica la antropóloga María Teresa Pineda.
“Desde que hay registros, cada una de las culturas ha sabido tejer y llevar a la práctica una serie de rituales, de diversas improntas y significación, para sobrellevar ese particular y definitivo momento. Siempre lo es, no importa el idioma que se hable. Se han creado tradiciones para la despedida y, luego, para mantener la llama viva entre los que se quedan a este lado. Como suelen predominar los buenos sentimientos, se impone la necesidad de guardar el tesoro de la vida pasada, del legado y la herencia, incluso cuando la persona ya no está. Si el vínculo vive, la persona, de alguna manera, vive. Es una visión prácticamente universal, a la que se aferran millones de personas”, añade.
Las tradiciones que localiza por el mundo se ven entreveradas últimamente de otras costumbres, contaminadas “para bien o para mal” de influencias externas como Halloween, que se impone en grandes porciones del mundo. El poder de las estampas norteamericanas. “Con brujas, escobas, calabazas o fuegos como ornamento, las bases siguen siendo diversas. Las tradiciones no se han perdido del todo y, además, hay sincretismo, que no sabemos en unos años en qué desembocará”, explica.
Hay culturas, añade, “que tratan de demorar la marcha del muerto y otras que se limitan a recordarles que su gente no está lejos, que los consideran parte de su vida”, como hay otras “que sólo entienden el cuerpo como un caparazón, temporal, y otras que le dan un valor sagrado”. “Lo básico es la trascendencia, la conciencia humana de la pérdida y los lazos, que es de lo que van estas fiestas”, concluye.
Es lo que se repite de punta a punta del planeta, en fiestas como estas:
1. Día de los Muertos, México
Si hay una fiesta casi casi tan famosa en el mundo como Halloween es el Día de los Muertos, que se celebra el 1 y el 2 de noviembre en México. Extendido primero a otras zonas de América Latina, ha saltado ya a países con grandes comunidades mexicanas, como es el caso de España y Estados Unidos.
Con diferentes raíces y tradiciones, el culto a los difuntos es el nexo común. La Santa Muerte como protagonista, en y una visión que se aleja del oscurantismo siniestro de Halloween en pos de una celebración mucho más colorida, la vitalidad sustituye al misterio en desfiles y fiestas llenos de disfraces, música, decoración e incluso humor. Quien ha visto Coco, lo sabe.
Se cree que el 31 de octubre a medianoche las puertas del cielo se abren y los espíritus de los más pequeños regresan a la tierra junto a sus seres queridos durante 24 horas, a los que realizan ofrendas de juguetes y dulces. Ya el 2 de noviembre, regresan las almas de los adultos y las ofrendas se tornan en cigarrillos y mezcal.
Con calaveras en vez de las calabazas, los niños piden dinero, no golosinas, pero no faltan los dulces en todas las mesas, especialmente el pan de muerto y las calaveras de azúcar y chocolate caliente, además de comidas como los tamales o las tortillas, y otras bebidas y alimentos.
Estos alimentos, junto a flores y fotos, decoran los altares en las casas y las tumbas de los difuntos. Son otra de las claves de la fiesta: esas construcciones efímeras que conectan a todos los que faltan en una sola familia. En Bolivia o en Perú también se levantan estos altares, casi árboles genealógicos. Aunque las fechas y tradiciones coincidan, hay variaciones. Por ejemplo, en Guatemala se elevan barriletes gigantes al cielo, una especie de papalotes, de cometas enormes, para enviar telegramas al cielo.
En la región latina, empieza a ganar adeptos también el Día de La Mascarada de Costa Rica, que tiene lugar el 31 de octubre. La Llorona, el Diablo, la Segua, el Polizonte, la Muerte, la Giganta, el Padre sin Cabeza o la Chingoleta, son algunos de los personajes del folclore tradicional cuyas pintorescas y coloridas máscaras pueden verse por las calles, referencias que se repiten en la fiesta mexicana.
2. Pao por Deus en Portugal
En Portugal tienen una curiosa versión del juego de “truco o trato” norteamericana. Es el Pao por Deus (Pan por Dios), que tiene su origen en algo muy poco sobrenatural, muy terrenal, en los niños hambrientos que recorrían las calles pidiendo pan en las casas y comercios tras el terremoto de Lisboa en 1755. Aunque hoy los críos piden dulces y golosinas en las tiendas que abren para ellos en estas fechas y en las casas particulares, lo que se recuerda es el dolor de un seísmo y un maremoto que dejaron entre 60.000 y 100.000 muertos.
¿Qué tiene eso que ver con los difuntos? Pues que el Día de Todos los Santos ya era llamado el Día del Pan por Dios desde el siglo XV, porque en esa jornada se repartía comida entre los más pobres. Con el terremoto, el hambre y la miseria se hacían sentir en toda la ciudad y reforzaban la necesidad de compartir el alimento con los más necesitados. La gente por las calles pedía “Pan, por Dios”.
En algunas zonas, para festejar este día, se elaboran panes de santos, o empanadas para ofrecer a quien las pida, por eso a este día también se le conoce como el “Día del Pastelito”. Hay canciones y versos propias de la celebración, que se cantan aún pasados los años. Una de las costumbres más bonitas es que los niños se confeccionan sus bolsas o talegas para el pan, hechas de tela y decoradas según sus gustos.
3. Gai Jatra en Nepal
El Festival de las Vacas o Gai Jatra es un momento de homenaje a los ancestros en Nepal. Aquellos que han perdido a un ser querido en el último año recorren con una vaca -o con un niño disfrazado de vaca si no tienen una propia- por la capital del país, Katmandú. Van caminando en procesión para ayudar a su difunto en su viaje a la otra vida.
Gai Jatra fue iniciado por el rey Pratap Malla durante su reinado de 1641 a 1671. Su hijo adolescente, Chakravartendra Malla, murió prematuramente y la reina lamentó amargamente la pérdida de su hijo. El monarca inició entonces esta tradición tanto para ayudar a ascender a su hijo a una próxima vida como para animar a la afligida reina y a las familias de aquellos cuyos seres queridos habían fallecido hacía poco tiempo.
Una curiosidad sobre las vestimentas: los niños suelen llevar faldas largas y deben tener un cinturón de tul alrededor de la cintura, con los extremos colgando. Los del costado izquierdo se tienen que arrastrar por el suelo al caminar, porque si no, los suyos no ascenderán al cielo.
4. Obón en Japón
En Japón, Halloween ha adquirido gran popularidad pese a ser una fiesta extranjera. Como en España, abundan las calabazas y las brujas, pero combinados con los cosplay, con personajes de anime y videojuegos, y hasta se celebra el Kawasaki Halloween Parade cada año. Eso no evita que la tradición propia del país se mantenga muy viva. En este caso, lo más parecido que tienen a los Santos es el Obon Festival, también conocido como “Urabon” o “Matsuri”, que se celebra en julio o agosto, dura tres días y tiene como objetivo honrar a los difuntos.
Para ello, además de visitar las tumbas de sus ancestros, se encienden fuegos para guiar a los espíritus hasta sus hogares y las mesas se llenan de comida especial, que también se lleva a altares y templos. Además, los ríos, lagos y mares se cubren de faroles flotantes, los conocidos como chōchin (de papel o seda), mientras se fondo se escenifican las danzas Obon (bon odori).
Este festival budista se ha celebrado durante más de 500 años. Se basa en la historia de Maha Maudgalyayana (Mokuren). Fue un discípulo de Buda que utilizó sus poderes para ver el espíritu de su madre fallecida. Descubrió que había caído en el Reino de los Fantasmas Hambrientos y que estaba sufriendo. Buda aconsejó a Mokuren hacer ofrendas a los monjes budistas. El día 15 del séptimo mes, siguió los consejos de Buda y su madre fue liberada de su sufrimiento. Mokuren bailó con alegría para celebrarlo, y es ahí donde surge el origen de la danza Obon.
5. Ognissanti en Italia
El Ognissanti es la celebración del Día de Todos los Santos en Italia, el 1 de noviembre, popularmente llamada “i morti”. Al igual que en muchos otros países de tradición cristiana, los italianos rinden homenaje a sus difuntos en los cementerios, llevando desde días antes flores a las tumbas, especialmente crisantemos de todos los colores, que son considerados mensajeros de bien, alegría y prosperidad en todo el mundo, mientras que en Italia se asocian con contextos de luto y tristeza. Hay una costumbre bonita: se llenan con ramos hasta las tumbas más viejas, las más dejadas, las más olvidadas.
Las tradiciones populares incluyen encender en los alféizares de las ventanas al atardecer un “lumino” (vela roja) y poner una mesa para los queridos difuntos que vendrían de visita y dejarían confeti y judías verdes a los niños para enseñarles que los estaban vigilando. Luego, el 1 de noviembre aparece ya en casi todas partes el primer caldarroste (puesto de castañas asadas) de la temporada para el disfrute de grandes y pequeños.
Las calabazas y la búsqueda de dulces y regalos no son, en este caso, una importación estadounidense reciente para la fiesta de Halloween, sino características tradicionales del pasado, populares en muchas regiones italianas. En la región de Cerdeña, por ejemplo, se tallan y reciben el nombre de Concas de Mortu (Cabezas de los Muertos).
6. Alla Dag Helgons en Suecia
“Alla Dag Helgons” es el “Día de Todos los Santos”. No hay nada nuevo en su denominación. Sin embargo, en Suecia la celebración no dura un único día, sino que abarca del 31 de octubre al 6 de noviembre. Es una fiesta de raíz cristiana, celebrada en honor a los mártires y santos, inicialmente, que se ha extendido a todas las familias, parte del año eclesiástico sueco sin interrupción desde la Edad Media.
“Los santos nos ayudan a ver la gracia de Dios”, es una de las máximas de este día, en el que los suecos suelen acudir a un servicio conmemorativo o visitar un cementerio para encender una vela en la tumba de un amigo o familiar o pasear entre las tumbas y maravillarse con su belleza. La primera vez que surgió esta práctica de llevar velas en Suecia se sitúa en la década de 1920, en el cementerio de Värmdö. También se lleva la tradición a casa, con el encendido de velas en la intimidad.
Muchos lugares próximos a las iglesias se mantienen abiertos la noche anterior al Día de Todos los Santos y en ellos se toca música y se sirve café. Es un día de contacto con los seres queridos que siguen vivos, una manera de exaltar la vida.
7. Fet Gede en Haití
El 1 y el 2 de noviembre, las calles de Haití se tiñen del rojo y negro con el que visten sus habitantes. ¿El motivo? Celebran El Día de Todas las Almas, llamado Fet Gede (o Ghede), en el que rinden homenaje a sus difuntos. Para ello, acuden en procesión a rituales de vudú sagrado en el cementerio, muy vistosos y espectaculares. Las tumbas han sido previamente adornadas con flores, guirnaldas, fotos y, sobre todo, ofrendas al pie de las cruces con alimentos como pan, maíz o cacahuetes, y bebidas como el ron y el café.
La gente se disfraza, sale a la calle, baila en comunión con los antepasados, camina en estas procesiones y alimenta a sus muertos porque así se honra a los espíritus y se gana su protección para el próximo año. En las iglesias del país se hacen oficios pero también hay música, baile y fiesta, para resucitar a los muertos si es posible.
La vertiente vudú es la más novedosa, deriva de las tradiciones africanas conservadas en gran parte sin cambios a lo largo de los siglos. Los vudistas van en peregrinación espiritual al cementerio para presentar sus respetos a los muertos, pero primero se debe obtener un permiso de paso y acuden a la tumba del Papa Gede, el primer hombre que murió. Despliegan sus artes en este cruce de caminos, considerado un puente entre la vida y la muerte, y luego ya pueden seguir con su procesión.
8. Awuru Odo en Nigeria
El Awuru Odo o sencillamente Festival Odo es el equivalente nigeriano a Halloween. No se celebra todos los años, sino cada dos, pero su duración es mucho más larga de lo habitual en otras culturas: hasta seis meses pueden durar los fastos.
Se celebra de esta manera porque coincide con el momento en que creen que los espíritus de los muertos regresan a la tierra. Es entonces cuando les invitan a convivir con los vivos y eso no puede ser por un rato, solamente, de ahí la extensión de la fiesta. La convivencia entre los vivos y los muertos termina en el momento en que consideran que los fallecidos tienen que volver al más allá, suben las colinas de Ukehe y hasta la próxima. Durante esas semanas, hay banquetes, música y máscaras por todos lados.
El dios supremo de la religión igbo, que es de donde nace esta tradición, se llama Chukwu (aunque también es conocido como Chineke) y fue él quien creó el mundo y quien domina a los hombres y a los espíritus, a los alusi. Se cree que pueden intervenir en los asuntos humanos, para bien y para mal, y por eso hay que tenerlos contentos con oraciones y rituales.
Aunque cada familia celebra una particular ceremonia de bienvenida a los muertos, se hace una gran celebración colectiva en abril, representando a todos los que han vuelto. Las ofrendas son especialmente generosas por parte de las mujeres que han dado a luz en los últimos años.
9. Teng Chieh en China
La fiesta en que creen los chinos que los espíritus ascienden desde lo más profundo es el Teng Chieh, que guarda muchas similitudes con la celebración occidental, por más que la celebración se siga por el calendario chino y no case con el noviembre de costumbre occidental. El nombre de esta festividad vendría a significar algo como “El Día de los Fantasmas Hambrientos”, y es que precisamente uno de sus rituales consiste en dejar agua y comida frente a las fotos de sus allegados fallecidos.
Además, es costumbre visitar los templos budistas, crear barcos de papel que simbolizan el viaje de sus seres queridos, y quemar figurillas de papel en las hogueras para representar la liberación de sus almas. Dichas hogueras, linternas y farolillos se encienden para guiar a los espíritus en su camino.
Es el momento de los grandes festivales de luces, también. Las linternas se hacen en forma de dragones, pájaros u otros animales y se cuelgan en las calles, se colocan en parques y fuera de los templos y alrededor de las casas. A menudo se escriben frases auspiciosas para alejar a los malos espíritus. Algunos decoran su farol con un acertijo, ofreciendo un premio al primero que lo resuelva. Se cree que la luz que emiten las linternas atrae a los espíritus celestiales y permite que los vivos los observen. Las celebraciones incluyen fuegos artificiales, bailes folclóricos y actuaciones, siempre con mucha comida y con reuniones familiares.
10. Chuseok en Corea del Sur
A finales de septiembre se celebra en Corea del Sur el Chuseok (tarde de otoño, en español), que tiene su origen en la creencia coreana de que quienes mueren no se marchan, sino que sus espíritus siguen vivos para proteger a sus familiares. Por ello, las familias preparan ese día comidas y bebidas a sus difuntos y visitan sus tumbas para limpiarlas. De hecho, si viven lejos, regresan a sus pueblos originarios para cumplir con esta tradición, que parte del año 935.
Es una fiesta vinculada a las cosechas de otoño, era tradicionalmente un momento en el que las familias se reunían para agradecer a sus antepasados por una cosecha abundante. A las referencias al campo se añaden el Charye, los servicios conmemorativos de antepasados en el hogar, y el y Seongmyo, la visita familiar a las tumbas ancestrales. Más que poner flores, lo principal es limpiar muy bien las sepulturas. También se prepara a los antepasados de la familia sus comidas favoritas, como ofrenda.
11. Pchum Ben en Camboya
Aunque no sea exactamente Halloween, en Camboya también dedican en una época similar un festejo a los muertos: desde finales de septiembre hasta la mitad de octubre, tiene lugar la celebración de Pchum Ben, el día de los ancestros.
Durante esta época, las familias budistas se unen para mostrar respeto por los fallecidos, honrarles y, también, para homenajear a los ancianos de la casa. Para ello, visitan los templos llevando como ofrenda cestas llenas de flores y regalan alimentos como judías o arroz dulce envueltos en hojas de plátano. También se prenden barras de incienso, echando la vista atrás al menos siete generaciones.
Los monjes pasan estas dos semanas entregados a la oración y a los cánticos sagrados y la primera noche están rezando sin parar, sin dormir. Y es que, según la cosmología y la tradición de Camboya, las puertas del infierno se abren durante esos 15 días y hay que estar preparados para que nada malo ocurra. Son días para liberar a los espíritus, pero hay que cuidarlos bien. Así, algunos podrán terminar su período en el purgatorio y los que sigan en el infierno, podrán descansar durante unos días, antes de regresar a soportar más sufrimiento. Para los que han pasado todo eso y descansan en paz, es un momento de recuerdo, más que de tregua.
Pachum Bun se considera una fiesta exclusiva de Camboya, pero ha habido transferencia de costumbres en su región y hay grandes ofrendas de comidas en Sri Lanka o escenificaciones de la apertura del infierno en Taiwán.
12. Famadihana en Madagascar
“Famadihana” significa, literalmente, “Funeraria”. Esta fiesta de Madagascar es de las más especiales, de las más diferentes a cuantas tenemos cerca. Para empezar, no es anual, sino que se celebra siete años. Y, para seguir, los muertos regresan a ver a los vivos, pero es que lo hacen literalmente: los vecinos de origen malgache acuden a los cementerios a sacar los restos de sus seres queridos de las tumbas, para envolverlos en sudarios o vestirlos, les ponen su nombre en las telas de nuevo para que sean recordados y los pasean. Así, comparten con ellos desfiles, música y bailes y honran a sus difuntos a la vez, celebrando la vida.
La de Famadihana parece ser una costumbre que parte del siglo XVII en su forma actual, aunque puede ser una adaptación de las costumbres funerarias dobles premodernas del sudeste asiático y Oceanía. Se basa en la creencia de que los espíritus de los muertos finalmente se unen al mundo de los antepasados después de la descomposición completa del cuerpo y de las ceremonias apropiadas, lo que puede llevar muchos años.
En Madagascar, se ha convertido en una cita crucial para las familias, con celebraciones extensas que abarcan a miembros lejanos incluso, y en la que se busca poner paz si hay relaciones problemáticas de por medio.
13. Yu Lan en Hong Kong
“Yu Lan” o “El Día del Fantasma Hambriento” es la fiesta de los muertos en Hong Kong. Tiene lugar durante el séptimo mes del calendario lunar y se centra en homenajear a los que no están, según las tradiciones taoísta y budista. En realidad, todo el mes se considera fantasmal, los espíritus salen de los inframundos y los reinos del más allá y el día 15 todos esos espacios se abren, el cielo, el infierno, la Tierra... Los fallecidos vienen entonces a visitar a sus descendientes vivos.
Lo que se suele hacer pata tener contentos a los que se fueron es quemar dinero falso en hogueras que se encienden en las carreteras y caminos y colocar ofrendas de comida en las puertas de las casas. Esto es fundamental, porque con la comida arranca la tradición: el Yulanpen Sutra , una antigua historia budista india, relata cómo Maudgalyayana (uno de los discípulos más cercanos de Buda) encontró a su difunta madre hambrienta en el mundo preta o el reino del “fantasma hambriento”. Vegetariana, su madre había consumido accidentalmente una sopa cocinada con carne y había sido sentenciada al infierno. Maudgalyayana buscó la ayuda de Buda, quien le aconsejó que ofreciera comida en nombre del preta a la comunidad monástica, un acto que permitiría que los antiguos pretas renacieran y se liberaran de su sufrimiento.
Es una fiesta llena de supersticiones: es mejor mantener la ropa dentro de casa, porque la tendida fuera puede impregnarse de energía negativa de los malos espíritus; por lo mismo, mejor cerrar puertas y ventanas; hay que encender luces porque la oscuridad sólo gusta a las sombras y, en los espectáculos de ópera china de esos días, mejor reservar un asiento para quien ya no está.
14. Jueves de los Muertos en el Levante mediterráneo
El jueves de los muertos, también conocido como jueves de los secretos o jueves de los huevos, es un día festivo compartido por cristianos y musulmanes en el Levante. Se celebra en algún momento entre los domingos de Pascua de las tradiciones católicas y cristianas ortodoxas orientales. Es un día en el que se honra a las almas de los muertos, un día popular entre las mujeres de la región, que cocinan sin descanso -la paridad no ha llegado a esta tradición- y que subraya la cultura compartida entre árabes cristianos y musulmanes.
Se cree que esta curiosa fiesta compartida se remonta al menos al siglo XII, cuando Saladino instó a los musulmanes a adoptar las costumbres cristianas para promover la tolerancia religiosa en la región. La idea es que tanto los vivos como los muertos forman una misma comunidad.
Las mujeres suelen ir al cementerio antes del amanecer para rezar por los difuntos y distribuir pasteles de pan conocidos como kaʿak al-asfar (pan horneado amarillo) y frutos secos para los pobres, los niños y sus familiares. Los niños también reciben huevos pintados, generalmente de color amarillo.
La conmemoración de esta festividad es menos frecuente hoy en día, aunque los pasteles de pan estampados se siguen distribuyendo los jueves y lunes después de la muerte de un miembro de la familia y durante la temporada de Pascua.
15. Noche del diablo o de las travesuras en Reino Unido
A priori, se suele pensar que en las Islas Británicas se celebra Halloween y punto, pero no, la influencia anglosajona nos hace meter todo en el mismo saco, cuando hay diferencias con Estados Unidos. Sí, Halloween es popular, los niños sí que se disfrazan para jugar al “truco o trato”, pero las viejas tradiciones se mantienen.
En Reino Unido tienen una celebración equivalente, en realidad, aunque suele festejarse el 30 de octubre en vez del 31. Es cuando tiene lugar la Devil’s Night (Noche del Diablo) o Mischief Night (Noche de las Travesuras), en la que los disfraces son costumbre y, además, los fuegos artificiales y hogueras acompañan a los desfiles celebrados. “Es la única noche del año en la que casi todo vale cuando se trata de gastar bromas a tus compañeros”, como dice el diario The Sun.
Mischief Night es una festividad informal que se remonta a la década de 1700, cuando el director de una escuela instó a los niños a gastarse bromas entre ellos. De arrojarse huevos y harina unos a otros, a tirar enormes rollos de papel higiénico sobre edificios y untarse melaza pegajosa. Pese a que ha ido bajando su popularidad, es una cita esencial en ciudades como Liverpool, donde las autoridades tienen que pedir prudencia cada año porque son frecuentes los incendios por las fogatas.
16. Mahalaya, Pitru Pashka y Holi en La India
La de Mahalaya es una fiesta que se celebra en India en la que se realizan rezos para invocar a los antepasados, hacerles ofrendas y adorar sus almas, además de pedirles deseos para los vivos. De esa forma, los ciudadanos quedan en paz con el más allá durante lo que resta de año. La fecha es aproximada a la de los Santos, pero varía al tener lugar cuando el sol y la luna están en conjunción con la constelación de Virgo. Es el ”último día” de ofrecer tributo a los antepasados difuntos, de ahí que sea troncan en el calendario local.
En este caso, toda la liturgia es puramente religiosa y no hay acontecimientos paganos, ya que los familiares de los difuntos rezan a la diosa Durga para mantener alejados a los demonios y proteger contra los malos espíritus a vivos y muertos.
La rica cultura local, con enorme conexión con las generaciones pasadas, tiene más fiestas similares, como la de Pitru Pashka, la fecha en la que a las almas de los fallecidos se les permite regresar a la tierra y estar con sus familias. Pero, para asegurarse de que sus espíritus no se queden vagando como almas en pena, los familiares deben realizar un ritual de fuego llamado Shraddha. Además, se ofrecen lentejas, kheer (una especie de arroz con leche), calabazas (como en Halloween), judías, lapsi (un batido dulce) o arroz, cocinados en ollas de cobre o plata y servidos en hojas de plátano.
En ninguna de estas fiestas son típicos los disfraces, como en Halloween o el Día de los Muertos mexicano. Para eso hay una fiesta mucho más conocida, la de Holi. Al menos desde el siglo XVII, cuando fue documentada por comerciantes europeos, una nube de color se levanta sobre una muchedumbre que baila y se agita feliz. Se arrojan polvos de colores con total libertad, los cuerpos y las ropas quedan cubiertos totalmente por los pigmentos y hay risas y bailes. Se celebra entre marzo y abril y es una exaltación de la vida. Es la llegada de la primavera, el triunfo del bien sobre el mal, en el que también se recuerda a los muertos para bien, por su fuerza.
17. Pangangaluluwa en Filipinas
En Pangangaluluwa, los niños de Filipinas van disfrazados por las casas entonando oraciones y canciones que permitirán a las almas en pena atrapadas en el purgatorio poder descansar en paz, yendo al cielo de una vez por todas. La influencia de Halloween ha ido desplazando a esta tradición por el famoso “truco o trato”, aunque lo normal hoy día es que se entremezclen las dos fiestas en la práctica.
Proveniente de una tradición tagala, se celebra el 31 de octubre y tiene especial raigambre en zonas rurales. La mayoría de los participantes en esta fiesta se visten con trajes macabros, pero eso también es un contagio de la influencia de EEUU. Lo que viene de serie, de historia, es la abundante literatura y documentación oral que hay en las islas sobre la conexión de los vivos con el más allá, una de las relaciones más profundas conocidas en la antropología.
Recientemente se ha tomado como una excusa para hacer el bien, con organizaciones locales que organizan colectas para los más necesitados.
18. Samhain en Irlanda
Para muchos, es el origen de Halloween. Los antiguos pueblos celtas solían celebrar el Samhain, una gran fiesta para conmemorar el final de la cosecha, representaba el momento en el que se comenzaban a almacenar los excedentes y sacrificaban ganado para el frío invierno. Se creía que, durante esos días, las ánimas volvían al mundo de los mortales, por lo que encendían grandes hogueras, se colocaban hongos venenosos y figuras siniestras para ahuyentar a los malos espíritus.
Los espíritus de los ancestros buenos volvían a su hogares de visita y se les podía pedir consejo y ayuda, por eso se ornamentaban las casas con flores de la estación, hojas de roble secas y salvia. También era costumbre preparar melones con forma de calavera, algo que obviamente trae a la cabeza la imagen de las calabazas.
A día de hoy, la celebración es similar: hay disfraces y hogueras en mitad de la noche, los niños van por las calles en busca de dulces y los vecindarios se llenan de calabazas talladas. Uno de los platos típicos que se preparan es un pan dulce con pasas llamado Barmbrack, en el que se esconden varios objetos dentro como un guisante, un anillo, un trozo de tela, una moneda o un palo, cada uno portador de un tipo de suerte diferente para quien lo encuentre. La bebida típica de esa noche es la Lamb’s woos hecha a base de leche, manzanas asadas y cerveza.
En algunos lugares de España donde hubo asentamientos celtas se celebra de la misma forma, como en el coruñés pueblo de Cedeira.
19. Dzień Zaduszny en Polonia
A inicios de noviembre, los polacos, fervientemente católicos, visitan los cementerios para honrar las tumbas de sus familiares y decorarlas con velas y flores. También se hacen oraciones y ofrendas. El día más importante es el 2, el de los Difuntos en España.
Se vive como una es una expresión de convicción sobre la comunión de los santos, la resurrección de los cuerpos, la vida eterna y la eficacia de la oración para interceder por ellos, por eso es central en los oficios de estos días. También lo son las velas, ese fuego que ayuda en los cruces de caminos de los que se han ido y que recuerdan a las hogueras, que dan calor a los que se fueron y protegen a las almas que vagan por la tierra.
Sobre todo en la zona oriental, se suele comer en los hogares o ante las tumbas para asegurarse el favor de los muertos y ayudarlos, a su vez, a lograr la paz. Y en la occidental, se suele llevar la comida a las iglesias para que se distribuya entre los necesitados, a los que se pide que recen por los que faltan.
20. Kukeri en Bulgaria
Esta sin duda es una de las festividades más divertidas en torno a la muerte. Ocurre durante el último fin de semana de enero y gente de todos los pueblos del país se reúne a las afueras de Sofía, la capital, para pasearse disfrazados de monstruos; cada pueblo tiene un monstruo distinto, diferenciado. Son disfraces muy elaborados, con el propósito de ahuyentar a los malos espíritus, por lo que van cargados de lazos, de colores, de cascabeles o de pieles y se completan con palos o garrotes. Son los varones los que se ponen estos trajes. Esta tradición está extendida, con cambios, en los Balcanes o Grecia.
Los trajes cubren la mayor parte del cuerpo e incluyen máscaras de animales de madera decoradas (a veces de dos caras) y grandes campanas unidas al cinturón. Alrededor de Año Nuevo y antes de la Cuaresma , los kukeri caminan y bailan por los pueblos para ahuyentar a los malos espíritus con sus disfraces y el sonido de sus campanas. También se cree que proporcionan una buena cosecha, salud y felicidad al pueblo durante el año. Los fin de fiesta en las plazas de los pueblos, con bailes salvajes, son tan vistosos como energéticos.
21. Tet Trung Nguyên en Vietnam
Tet Trung Nguyên es una versión del festival de los fantasmas hambrientos, pero aquí se añade un momento de perdón para los fantasmas que están en el infierno, que aún tienen cuentas o crímenes o pecados pendientes. Lo que se suele hacer es alimentar a los ancestros con ingentes cantidades de comida y se les ofrece dinero y ropa de papel para ayudarles a trascender. Se les llama popularmente “los sin hogar”. El rituan suele ir acompañado de bailes y manualidades especiales.
Se celebra el 30 de agosto, aunque hay actos durante todo un mes, el de Tháng Cô Hồn, el de los espíritus solitarios, un tiempo que se cree que está embrujado y es particularmente desafortunado.
Con base taoísta y budista, esta fiesta ha sido adaptada con el paso de los tiempos y tiene la particularidad de que no sólo se centra en los muertos, sino en los vivos, que tienen que hacer méritos para seguir en este mundo. Para ello, se liberan pájaros y peces.
En los tiempos modernos, Vu Lan -como se llama también esta fiesta- se considera igualmente el Día de los Padres. Las personas con padres vivos les llevan una rosa roja y les dan las gracias por su crianza, mientras que los que no los tienen pueden optar por llevar una rosa blanca y asistir a los servicios religiosos para orar por los difuntos.
22. Hari Raya Galungan en Indonesia
Se trata de un festival de dos semanas que tiene lugar en enero, que ocurre cada 210 días exactamente. Galungan marca el comienzo de las ceremonias religiosas más importantes entre los balineses, cuando los espíritus de los familiares difuntos que han muerto y han sido cremados regresan a visitar sus antiguos hogares. Los locales tienen la responsabilidad de ser hospitalarios con ellos, a través de oraciones y ofrendas.
El signo más visible de las celebraciones son los penjor, unas cañas de bambú con ofrendas suspendidas en la punta. Se instalan al lado de las carreteras y caminos para proteger a quienes pasan. Pero también se deja notar en el revuelo en las casas, en las que se ofrece comida, ropa y dinero a las deidades y a los fallecidos. Es muy típico cocer plátanos, hacer tortas de arroz frito o sacrificar animales para los banquetes especiales.
Cuando han pasado los días más solemnes, hay una fiesta final, el día de Manis Kuningan, que es mñas abierta y divertida, pues se supone que el bien ya se ha impuesto al mal y los vivos pueden respirar.
23. Totensonntag en Alemania
El domingo previo al Adviento, los protestantes alemanes -donde empezó el cisma con los cristianos- visitan a sus seres queridos en los cementerios. Es algo inalterable. Lo que ocurre es que, por cuestiones reglamentarias, en casi toda Alemania estas celebraciones ocurren en silencio, porque se decreta un día de luto, especialmente contenido. Lo estados federales estipulan que no se pueden realizar eventos públicos en este “día festivo silencioso” que no correspondan al “carácter serio” del día. Nada que ver con el ruido de Halloween. Hasta los mercados navideños, que cada año abren antes en países como España, se esperan a que pase ese día para echar a andar.
Este Domingo de los Muertos o Domingo de Eternidad data de 1816, cuando el rey Federico Guillermo III de Prusia emitió un decreto que requería que todas las iglesias luteranas en las áreas bajo el dominio observaran esa jornada como una “celebración general en memoria de los difuntos”. Luego, le siguieron las iglesias del resto del país.
24. Radonitsa en Rusia
El segundo día de Pascua, la Iglesia Ortodoxa llama a los rusos a visitar los cementerios donde están las tumbas de sus seres queridos para compartir con ellos una comida. Así, los camposantos y sus alrededores se convierten en fiestas enormes. De nuevo la vida que se impone, los buenos recuerdos y los buenos sentimientos alejando los malos.
Los eslavos, como muchos pueblos antiguos, tenían la tradición de visitar las tumbas de los miembros de la familia durante la primavera y festejar con ellos los lazos que los mantenían unidos. Después de su conversión al cristianismo, esta costumbre se transfirió a la Iglesia Ortodoxa con esta fiesta, cuyo nombre proviene de la palabra eslava radost, que significa “alegría”. Puede parecer extraño llamar “gozoso” a un memorial por los difuntos, pero la creencia cristiana que subyace a este jolgorio es el recuerdo de la resurrección de Jesús y la esperanza que trae a todos los demás.
En algunos monasterios, se ayuna el día antes para disfrutar luego del festín, un tiempo en el que se celebran oficio y se cantan salmos. Cuando se hacen las visitas a las tumbas, es común colocar en ellas un huevo de Pascua, símbolo de la salida de Cristo de la tumba.
La fiesta está instaurada también en países como Ucrania, Bielorrusia o Serbia, con leves modificaciones.
25. Jum Il-Mejtin en Malta
Los malteses observan el 1 y 2 de noviembre como fiestas espirituales de gran devoción. El Día de Todos los Santos o Jum il-Qaddisin kollha, los cristianos proclaman con alegría la gloria de todos los santos conocidos y desconocidos y el 2, Día de los Difuntos o Jum l’Erwieħ - L-Għid tal-Imwiet, se acuerdan de quienes al morir no expiaron completamente sus pecados y aún no han podido alcanzar el cielo.
En la isla mediterránea, las campanas de la iglesia tocan tristemente, hay misas y oraciones constantes. Las puertas del cementerio se dejan abiertas todo el día, para que las personas visiten a sus seres queridos y decoren las tumbas con ramos de flores, velas y fotos. Para conmemorar este mes, los pasteleros locales hornean pasteles dulces en forma de hueso, los l-għadam tal-mejtin que aquí conocemos como huesos de santo, que se decoran con glaseado blanco.
Lo que hace diferente esta fiesta es que se suele liberar a un cerdo con una campana en el cuello en algunos lugares; la gente más rica del pueblo lo atrapa y lo cocina para alimentar a los que menos tienen.