“La gente nos necesita”: los médicos ucranianos se niegan a abandonar las ciudades asediadas por Rusia

“La gente nos necesita”: los médicos ucranianos se niegan a abandonar las ciudades asediadas por Rusia

En las zonas más afectadas, muchos médicos se han negado a evacuar o incluso han acudido como voluntarios, con todos los riesgos que ello acarrea.

La doctora Ilona Butova posa frente al departamento de terapias, destruido tras un ataque ruso en Zolochiv, en la región de Járkov.EVGENIY MALOLETKA VIA ASSOCIATED PRESS

La doctora Ilona Butova parece fuera de lugar con su bata lavanda pulcra frente a una puerta que cuelga de una pared derruida en lo que solía ser una oficina administrativa de su hospital en Zolochiv.

Ningún edificio de esta ciudad del noreste de Ucrania, cerca de la frontera con Rusia, se ha librado de ser alcanzado por los proyectiles de artillería.

Desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero, el espacio para tratar a los pacientes se ha reducido constantemente debido a los daños en el hospital. Su personal se ha reducido de 120 a 47. Y el número de personas que buscan tratamiento en esta pequeña ciudad situada a 18 kilómetros de la frontera creció con el inicio de los combates.

El sistema sanitario ucraniano ha tenido problemas durante años por culpa de la corrupción, la mala gestión y la pandemia de coronavirus, y la guerra no ha hecho más que empeorar la situación: instalaciones dañadas o destruidas, personal médico trasladado a lugares más seguros, medicamentos agotados o escasos... En las zonas más afectadas, muchos médicos se han negado a evacuar o incluso han acudido como voluntarios, con todos los riesgos que ello acarrea.

“Es muy duro, pero la gente nos necesita. Tenemos que quedarnos y ayudar”, declara Butova, neuróloga y administradora del hospital de esta localidad cercana a Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Butova confirma que ha tenido que hacer más trabajo con menos recursos.

  Varios médicos atienden a una mujer mayor en el hospital de Zolochiv el 31 de julio.EVGENIY MALOLETK VIA ASSOCIATED PRESS

La OMS declaró su nivel más alto de emergencia en Ucrania al día siguiente de la invasión y comenzó a coordinar múltiples ayudas humanitarias allí y en los países vecinos cuyos sistemas médicos también quedaron bajo presión.

Unos 6,4 millones de personas han huido a otros países europeos, y hay un número aún mayor de refugiados internos, según estimaciones de la ONU. Esto supone un gran reto para un sistema sanitario basado en derivaciones de los médicos de cabecera y en administraciones separadas por regiones.

En toda Ucrania, 900 hospitales han sufrido daños y otros 123 han sido destruidos por completo, según declaró el ministro de Sanidad, Viktor Liashko: “Esos 123 han desaparecido, y estamos teniendo que buscar nuevos lugares para levantar los reemplazos”.

Decenas de farmacias y ambulancias han sido igualmente destruidas o están gravemente dañadas, y al menos 18 miembros del personal sanitario civil han muerto y otros 59 han resultado gravemente heridos.

“En las zonas ocupadas por Rusia, el sistema de derivación de pacientes se ha roto por completo”, explica Liashko a The Associated Press. “La salud de la gente y sus vidas están en peligro”.

  Médicos de la Cruz Roja ucranianos le toman la tensión a una paciente en un centro de refugiados de la región de Járkov, el 8 de agosto.EVGENIY MALOLETKA VIA ASSOCIATED PRESS

La economía de Kiev lleva lastrada por el conflicto con los separatistas prorrusos desde 2014. Cuando llegó al poder cinco años más tarde, el presidente Volodimir Zelenski heredó un sistema sanitario mermado por las reformas de su predecesor, que había reducido las subvenciones gubernamentales y cerrado muchos hospitales de pueblos pequeños. Durante la pandemia, los habitantes de esas comunidades tuvieron que buscar atención médica en las grandes ciudades, lo que llevaba a algunos a esperar hasta ocho horas por una ambulancia en casos graves de coronavirus.

  Uno de los pasillos del departamento de terapias del hospital de Zolochiv.EVGENIY MALOLETKA VIA ASSOCIATED PRESS

A medida que Rusia ha ido ampliando el territorio que controla en el este y el sur de Ucrania, el suministro de medicamentos en esas zonas ha disminuido, así como el personal médico para administrarlos. En la ciudad de Nicolaiev, en el sur del frente, “las cosas han sido muy difíciles”, asegura el voluntario Andrii Skorokhod.

  Sala de espera de un hospital de la región de Járkov.EVGENIY MALOLETKA VIA ASSOCIATED PRESS

“Las farmacias no han podido funcionar y la escasez se ha agravado: buena parte del personal del hospital se encuentra entre los evacuados, incluidos los especialistas. Necesitamos más personal”, denuncia Skorokhod, que dirige una iniciativa de la Cruz Roja para proporcionar medicamentos gratuitos a los necesitados.

Voluntarios como Skorokhod salvaron la vida de Vanda Banderovska, de 79 años, cuya casa cerca de Nicolaiev fue destruida por las bombas rusas. Su hijo de 53 años, Roman, murió, y ella fue trasladada al hospital muy magullada y semiinconsciente.

“Mi hijo salió para coger su móvil, que estaba en el coche, cuando los rusos empezaron a bombardearnos. Le dieron en la cabeza”, relató en una sala de recuperación, con la voz temblorosa por la emoción. “Lo han destruido todo y no me queda nada”.

Banderovska dice estar profundamente agradecida a las personas que le salvaron la vida, pero no puede evitar que le invada la pena y la rabia.

“El dolor que siento es muy grande. Cuando los médicos me llevaron al hospital estaba muy magullada, pero poco a poco me he ido recuperando”.

 

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Derek Gatopoulos, Vasilisa Stepanenko y Hanna Arhirova han informado desde Kiev.

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Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.