Ciudadanos, el recambio más anticiudadano

Ciudadanos, el recambio más anticiudadano

Es lógico que la velada Operación Ciudadanos como opción de cambio esté empezando a caer por su propio peso: cuanto mejor se conocen sus propuestas, menos empatía despierta entre los ciudadanos. De ahí que la consigna parezca haber sido siempre no hablar claro. Basta un ejemplo: el "yo no soy ni de izquierdas ni de derechas"...

Es perfectamente entendible, e incluso lógico, que la velada Operación Ciudadanos como opción de cambio esté empezando a caer por su propio peso: cuanto mejor se conocen sus propuestas, menos empatía despierta entre los ciudadanos.

De ahí que la consigna parezca haber sido siempre no hablar claro o, al menos, intentar no hacerlo nunca. Basta un ejemplo: con el "yo no soy ni de izquierdas ni de derechas"... sino del viento, que nos pillen a todos confesados.

Lo cierto es que no son los únicos: hay quienes prefieren decir "ajustes presupuestarios" en lugar de "recortes" o "investigado" en vez de "imputado". Es que lo de "imputado" y "recortes" suena demasiado mal.

Ciudadanos parece pertenecer a la vieja escuela del no hablar claro. En todo caso, si deciden no hacerlo, ya nos encargaremos nosotros de descifrar, aun en parte, sus códigos, y dejar las cosas claras por ellos: nos convertiremos, con o sin ganas, en sus legitimados portavoces.

Contrato único. Como propuesta estrella de la formación política, el contrato único, vendido como una cierta forma de hacer fijos a todos los trabajadores, no es sino la manera más idónea de generalizar y normalizar la precariedad.

Otorga al empresario flexibilidad máxima en los despidos, superando incluso a la ya existente en el mercado laboral estos últimos años, con una indemnización generalmente irrisoria; deja totalmente desprotegido al trabajador y convierte al empresario en maestro y señor.

Sin un Estado que garantice suficientemente las prestaciones sociales necesarias para amparar al trabajador desprotegido, esta propuesta es una clara puñalada trapera a la clase trabajadora.

El compromiso de Rivera de priorizar el pago de los intereses de la deuda sobre cualquier otra necesidad ciudadana es claro y, por ende, un eventual gobierno de Ciudadanos no incrementaría el gasto público en prestaciones sociales, por lo cual el trabajador se volvería aún más vulnerable.

Como bien dice Vincenç Navarro, excatedrático de Economía Aplicada, en su artículo Lo que Ciudadanos oculta sobre su contrato único, de todo lo que se podría aprender de Dinamarca a Rivera sólo se le ocurre importar el contrato único. Es más: únicamente su flexibilidad, y no su seguridad.

La paradoja se entiende a la perfección cuando recordamos que el diseñador del programa económico del partido es el señor Garicano, quien en su momento reprochó a los sindicatos que no se permitiera el despido sin causa. Sí, sin causa.

Lucha contra la violencia machista. A Ciudadanos no parece preocuparle demasiado la alarmante situación que acapara noticias y conciencias, y propone eliminar el agravante penal por violencia machista. Además de insultante y decepcionante, es una medida del todo reaccionaria e injusta.

Es una bofetada a todas las víctimas y potenciales víctimas de la violencia de género de este país. Es el súmmum del desprecio hacia este colectivo. En lugar de seguir avanzando en la lucha por una sociedad igualitaria, la propuesta de Ciudadanos es un guiño a la violencia machista e invita a disfrutar de "barra libre" a los maltratadores, que deben de llevar ya días brindando por esta "moderna" propuesta de Ciudadanos.

Rechazo a la corrupción. Si bien Ciudadanos, teóricamente, siempre se ha posicionado en contra de la corrupción en las instituciones públicas mediante sobres y otras tretas, no parece tenerlo tan claro en lo que considero una variante de las puertas giratorias.

Imputado por presuntos fraudes, Jordi Cañas, apartado por voluntad propia o con ánimo de salvar a su partido de la reprobación ciudadana, fue luego recolocado como asesor de un eurodiputado de Ciudadanos.

La idea es clara: burlarse de la ciudadanía. No incluyen a presuntos corruptos en sus listas, pero los tienen colocados en el Parlamento Europeo. No parece ser, para Ciudadanos, una buena idea apartarlo del todo: es su Marcelo.

El voto favorable de Ciudadanos al muy controvertido TTIP, su obsesión por excluir de la sanidad pública a determinados colectivos, su pacto con la extrema derecha en las elecciones de 2009, entre otros, despeja toda duda sobre el preocupante cambio que se avecina.

Si en verdad estamos viviendo una segunda transición, como a Rivera le gusta decir, dudo que no se necesite pronto una tercera, ya que el cinismo hacia los colectivos más débiles es evidente. ¡Cuidado, que viene!

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