Periodismo en pie de guerra
Si no hacemos nada, Fallarás y sus hijos se quedarán sin piso y sin lo que llevan pagado por su piso; y Pampliega acabará tiroteado en una cuneta, por falta de medios de protección, y seguirá debiendo al banco el crédito personal que le ofreció sin garantías para emprender su trabajo.
A Cristina Fallarás, una de las mejores profesionales del periodismo patrio, la desahucian como consecuencia de un despido laboral en pleno embarazo. A Antonio Plampliega le publican "gratis" sus crónicas de guerra en primera línea de fuego, para que vaya haciendo méritos.
Leo en el artículo de Cristina Fallarás: "No quiero que se rompa la sensación de que si sigo trabajando, si sigo escribiendo, si sigo publicando pasará algo. ¿Qué? Yo qué sé. Cuando empezó todo esto, mis amigos me preguntaban "¿Y qué harás si te desahucian?". Mi respuesta siempre era la misma: No puedo pensar en eso, tengo que seguir adelante, si dejo de pedalear me caigo".
Cristina sigue pedaleando, dando además empujones de ánimo a muchos otros despedidos, pero el pasado martes llegó a su casa el oficial de juzgados con la orden de desahucio bajo el brazo: le abrieron la puerta Lucas y Pepa, sus hijos de 10 y 4 años. Y ahora ¿qué?, ¿podrá Cristina seguir pedaleando, en su maravilloso site, donde nadie cobra porque no hay dinero para pagar a quienes escribimos porque sabemos hacerlo, y porque vemos más allá y preguntamos y extraemos conclusiones, y porque nos hemos formado para ello y continuamos formándonos todos los días, y porque llevamos toda la puta vida siendo los primeros de la clase y...? ¿Por qué?
Para colmo llega este vídeo, de Antonio Pampliega, reportero de guerra que se autofinanció la aventura de ir a los más peliagudos frentes (Afganistán, Irak, Siria...), para tener que escuchar en las puertas de las redacciones nacionales bestiadas cómo éstas: "Escribe el tema, te lo publicaremos a doble página, te servirá para darte a conocer, no vamos a pagarte" o "Ese tema (un drama, uno de los mil dramas sirios pero contado de cojones y en directo) no tiene audiencia, no vende".
Si no hacemos nada, Fallarás y sus hijos se quedarán sin piso y sin lo que llevan pagado por su piso; y Pampliega acabará tiroteado en una cuneta, por falta de medios de protección, y seguirá debiendo al banco el crédito personal que le ofreció sin garantías para emprender su trabajo: lo pagarán sus deudos.
¿En qué dirección pedaleamos? ¿Nos vamos a vender nuestro trabajo fuera de España, como ya ha hecho Antonio; como hicieron nuestros abuelos? ¿Nos quedamos en el Raval, en Malasaña, malviviendo, comiendo en la cocina económica y durmiendo...? ¿Dónde se duerme cuando te quitan tu casa? ¿Seguimos pagando el superávit de políticos (a razón de cuatro políticos españoles por cada uno alemán)? ¿Permitimos que continúen robándonos impuestos de nuestro precario y mal pagado trabajo para volver a forrar a los bancos? ¿Alguien puede explicarme otra vez por qué tenemos que pagar los agujeros de los bancos mientras los banqueros cobran indemnizaciones multimillonarias?
Demasiadas preguntas sin respuesta, pero esto es el periodismo: saber preguntar, incluso cuando de antemano conoces la respuesta.