Hay países que solo fingen querer ayudarte
¿Ha estado en situaciones en las que de verdad necesitaba la ayuda y sus amigos no hacían nada para echarle una mano? Podían y no le ayudaban. Y esa sensación, cuando no le debían nada pero igual usted esperaba algo. Ahora los ucranianos sentimos lo mismo.
¿Ha estado en situaciones en las que de verdad necesitaba la ayuda y sus amigos no hacían nada para echarle una mano? Podían y no le ayudaban. Y esa sensación, cuando no le debían nada pero igual usted esperaba algo, su humanidad, por ejemplo, su comprensión y apoyo...
Ahora los ucranianos sentimos lo mismo. A escala nacional. Desde los comienzos de la revolución Euromaidán estábamos seguros de que nuestros defensores extranjeros no nos abandonarían. Cuando Yanukóvich & Co dieron orden de fusilarnos, esperábamos que las sanciones y tribunales internacionales de derechos humanos los castigaran. Cuando Rusia nos quitó la península de Crimea, pedimos su aislamiento económico y político por parte de la comunidad internacional. Cuando derribaron Boeing 777 estábamos seguros de que Putin se deslizaba al abismo.
Pero ahora parece que somos nosotros, los que estamos al bordo de este abismo. No vemos el fin de la guerra. Sin embargo, podemos ver la sangre de ucranianos, holandeses, indonesios, británicos. ¿Quién puede estar seguro de que no va a ser la siguiente víctima de este conflicto? ¿Alguien tiene dudas de que es sólo nuestra guerra entre Rusia y Ucrania?
¿Recuerda cómo intentaba acatar Europa la neutralidad antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y se resignó con la anexión de Austria? ¿Y cuando Estados Unidos se unió a la coalición anti-hitleriana?
Hace poco nos enteramos del posible plan de negociaciones secreto entre Angela Merkel y Vladímir Putin, según el cual Rusia dejaría de apoyar a los terroristas del Este de Ucrania si Europa reconoce a Crimea como territorio ruso y no permite a Ucrania ser miembro de la OTAN.
Claro, que la veracidad de esta información no la puedo confirmar. Pero la realidad que podemos contemplar con nuestros propios ojos no contradice a estos datos. Más bien, es un argumento a favor.
Europa no tiene prisa por castigar a Rusia por su voluntariedad. El periódico The Economist publicó un gráfico excelente de la dependencia de Europa del gas ruso. De toda la cantidad de gas que compran Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia, el 100% de los recursos son rusos. El 37% de gas que consume Alemania, también lo suministra la Federación Rusa.
Estas sanciones económicas, que implementa la Unión Europea, son puramente simbólicas. No tocan a los círculos de hombres de negocios influyentes. Alemania, Italia y Gran Bretaña insisten en negociaciones con los terroristas. Es curioso, ¿cómo se imaginan las negociaciones de dos partes con exigencias incompatibles? Me parece, que ellos aún no intentan imaginarlo. Solamente ponen caras de pacificadores indignados.
Aquí, en Ucrania, sabemos bien que buenos amigos son los Estados Unidos. Sabemos sobre todos los golpes de Estado que organizaban en América Latina. Sobre su ayuda a Israel en el conflicto con Palestina. Sabemos que a ellos les gusta defender los derechos de compatriotas por todo el mundo tanto como a Rusia. Y que Ucrania tiene la importancia geopolítica en su rivalidad constante con la Federación Rusa.
Muchos medios de información están escribiendo sobre la fuerza de Putin y debilidad de Obama. Que Putin es un cool guy y Obama un cobarde. En realidad Putin no tiene nada de cool. Es como un bandido ordinario, callejero, que le puede romper la cara a cualquiera porque sabe que va a salir impune. Que todos alrededor van a quedarse indiferentes, porque no quieren convertirse en su siguiente blanco, o intentan negociar con él por la misma razón.
A pesar de todas las excusas que inventan los jefes de Gobierno, presidentes y cancilleres, ellos saben quien es culpable en este conflicto. Y cómo se organizó el referendo en Crimea. Y de dónde sacan los terroristas del Este sus pertrechos más nuevos y potentes. Y quien derribó el Boeing 777. Para saberlo no necesitan ninguna clase de peritajes, de misiones de la OSCE. Es una farsa, una simulación de actividad. Es una hipocresía grande y sucia, que está revelándose en todo, desde su indignación hasta la imitación de sanciones.
No quieren meterse con Putin. Mientras, él está aumentando la potencia militar del Estado. Todas estas guerras en Chechnya, en Osetia del Sur, favorecieron a la fuerza de Rusia. Hay que ahogar la víbora mientras sea pequeña. ¿A qué espera la comunidad internacional? ¿Acaso piensa que Ucrania es el último objetivo de Putin?