Rusia encuentra un 'coladero' para quedarse 1.000 millones de dólares de la UE
El comercio fantasma da vida a la economía rusa.
El PIB ruso se contrajo un 1,9 % en el primer trimestre del año en comparación con el mismo periodo del año anterior, según el cálculo preliminar publicado este miércoles por la agencia de estadísticas de Rusia, Rosstat, menos de lo previsto tanto por el Gobierno como por el Banco Central y los analistas.
El Ministerio de Desarrollo Económico preveía una caída del Producto Interior Bruto ruso del 2,2 % entre enero y marzo, en tanto que la entidad monetaria rusa dirigida por Elvira Nabiúlina calculaba el retroceso en un 2,4 %.
Se tratan de datos provisionales porque Rosstat no tiene en cuenta la información de las regiones ucranianas de Zaporiyia, Jersón, Donetsk y Lugansk, anexionadas por Rusia en septiembre. La agencia publicará datos económicos más detallados el 15 de junio.
¿Cómo resiste la economía rusa pese a las sanciones?
A pesar de las fuertes sanciones impuestas por Occidente, la economía de Rusia está manteniéndose estable e incluso podría experimentar un crecimiento inesperado este año. El Banco Central ruso prevé para el conjunto del año un avance de entre un 0,5 % y un 2 % y el Gobierno de Vladimir Putin calcula a su vez un aumento del PIB del 1,2 % en el conjunto del año fiscal.
¿Cómo se las arregla Rusia para mantener el tipo pese al bloqueo económico? El diario Financial Times ha descubierto que una parte de esta resiliencia económica rusa se debe a la "desaparición" de millones de euros en bienes exportados por occidente, que son vitales para la industria y el ejército ruso. Estos bienes parecen estar llegando a territorio ruso a través de métodos ingeniosos que permiten al país mantener su economía a flote y su ejército preparado.
Más de 1.000 millones de dólares en bienes que la Unión Europea ha vetado a Rusia han desaparecido misteriosamente del comercio internacional. Estos bienes, muchos de los cuales tienen tecnología con posibles usos militares, se han perdido en las rutas comerciales que iban desde los países de la UE hacia los socios económicos de Rusia.
Este fenómeno se conoce como "comercio fantasma". Los organismos occidentales creen que este tipo de comercio está ayudando a sostener la economía de Vladimir Putin durante la guerra. La habilidad de Moscú para importar bienes intermedios clave ha permitido que la economía se mantenga relativamente estable después de la recesión sufrida en 2022.
La investigación revela que solo la mitad de una muestra de 2.000 millones de dólares en bienes considerados de "doble uso" enviados desde la UE ha llegado realmente a sus destinos declarados en países como Kazajistán, Kirguistán y Armenia. Parece ser que los otros 1.000 millones de dólares en bienes exportados se han quedado "atrapados" en Rusia.
Se sospecha que estos bienes, que tienen posibles usos militares y están sujetos a controles de exportación, han entrado a Rusia directamente desde la UE con la excusa de que solo estaban de paso por territorio ruso para llegar a otros destinos. Gran parte de las exportaciones fantasmas, que nunca llegaron a su destino oficial, salieron de países bálticos fronterizos con Rusia y Bielorrusia, y tenían como destino otras economías dentro de la órbita rusa, pero nunca llegaron a estas economías.
Los otros 'coladeros' que aprovecha Rusia
Además del comercio fantasma, Rusia ha estado utilizando otras estrategias para mantener su economía. Por ejemplo, se ha descubierto que el país vende petróleo a países con capacidad de refinamiento, que luego exportan diésel y gasolina a Europa. Estas prácticas están eludiendo las sanciones y generando ingresos para Rusia.
La Unión Europea ha tomado medidas para prohibir el comercio de bienes de doble uso a través de Rusia, pero los países bálticos consideran que estas medidas son insuficientes y están buscando formas de detener el contrabando a nivel nacional. También se espera que la Comisión Europea continúe endureciendo las sanciones para reducir los ingresos de Rusia. Sin embargo, los esfuerzos actuales parecen insuficientes para algunos países, como los bálticos y Polonia, que solicitan políticas más duras para asfixiar la economía rusa.