Pequeños comerciantes del Metro de Madrid denuncian "un plan" para "acabar con ellos por completo"
Afirman que las políticas regionales, del Ayuntamiento y de la empresa pública han obligado a cerrar en torno a 125 locales y destruido 700 puestos de trabajo.
¿Qué tal estás? "Bien, aunque aún me dura la tensión". El que habla es Marcelo García, desde el otro lado del mostrador del pequeño local que regenta desde 1994, 'El Pipón', en la estación de metro de Aluche, al sur de Madrid, el jueves pasado. La "tensión" se debe a que apenas han pasado 24 horas desde que se presentaran a sus puertas los letrados del suburbano y una comisión judicial para desahuciarle. Finalmente, la presencia de los vecinos que se acercaron a apoyarle consiguió que el lanzamiento se pospusiera dos meses, aunque Marcelo sigue lidiando con el "susto", que no termina de irse.
'El Pipón' es uno de los últimos cinco locales que quedan en toda la red de metro en la capital, cuatro en Aluche y uno en Plaza Castilla, y que Metro quiere desahuciar para publicar sus licitaciones. Francisco Ferrera es el presidente de la asociación Red Autónomos, que aglutina a los comerciantes que quedan en el suburbano, y tilda de "escándalo" las políticas llevadas a cabo por la empresa pública, la comunidad y el Ayuntamiento: "Nos han llevado a la pérdida de más de 125 pymes y más de 700 puestos de trabajo". En Aluche los locales dan empleo a 20 personas en total, afirma Marcelo.
Según la asociación y los comerciantes consultados, en los años 90 había en el metro de Madrid en torno a 150 locales comerciales. Pero, ¿por qué solo quedan cinco? Según Ferrera, con el tiempo se han implementado cambios en el reglamento que han ido obligando a realizar supuestas "mejoras técnicas" y de "seguridad". Estas implicaban que los comerciantes debían cerrar el negocio durante las obras y así adecuar los espacios.
Javier Zapata es otro de los comerciantes de Aluche, tiene una cafetería, y su desahucio está programado para el 4 de octubre. Expone que en muchos casos, las reformas que había que acometer en los espacios llegaban a dilatarse más tiempo del estipulado: "Hubo compañeros que estuvieron esperando dos años a que les llegara una obra que después hicieron en una semana".
Esos tiempos, comenta Zapata, son los que hacen que muchos opten por "coger la indemnización" por cierre definitivo y olvidarse, ya que después de la "crisis de 2008 y la pandemia" muy pocas personas no tenían un "colchón económico" para aguantar cerrados tanto tiempo. Por otra parte, Metro de Madrid se comprometía a "reubicar" a los autónomos y comerciantes afectados por la adecuación de los locales que se veían obligados a cerrar, pero Zapata sostiene que "te hacían el lío", volvían a dilatar tiempos y al final casi todos acababan optando por renunciar a todo.
La puntilla llegó en 2018, cuando la consejera delegada de Metro de Madrid de entonces, Silvia Roldán, cambió definitivamente el reglamento del suburbano y eliminó la posibilidad de que los locales que se encontraran en el subsuelo se usaran con fines comerciales. Algo que para los comerciantes es aún más "incongruente", ya que Metro, apenas unos años antes invirtió millones de euros en abrir nuevos locales, que nunca se han ocupado, y en reacondicionar los antiguos.
Denuncian incluso que la entidad ferroviaria "esconde sus vergüenzas" ocultando locales cerrados para evitar el impacto visual de tener todo cerrado. Esto ocurre en la estación de Ópera, donde en el mismo vestíbulo hay unos paneles con vinilos tras los cuales hay locales vacíos.
Los últimos cuatro de Aluche, al estar a pie de calle como 'El Pipón', son los únicos que no se ven afectados directamente por la normativa de 2018. Pero el Ayuntamiento de Madrid, la autoridad competente en sus casos, les ha negado definitivamente las licencias, en lo que los comerciantes tildan de "alianza" entre el consistorio y Metro de Madrid para echarles.
Comercios de proximidad
El goteo de clientela en 'El Pipón' es constante, chavales que hacen una parada antes de ir al instituto, taxistas, viajeros del suburbano... "Somos un servicio público, esenciales, este verano, con el calor, no paraba de venir gente a pedir agua", explica Marcelo mientras atiende a la clientela.
La zona de Aluche donde se encuentran estos comercios, denuncian los comerciantes, ya adolece de una cierta inseguridad pública. "Aquí pasa de todo, cuando no le roban el móvil a un chaval, hay alguien merodeando, nosotros evitamos muchas cosas, pero si eso pasa ahora con nosotros aquí, imagínate si no estuviéramos", cuenta el comerciante de 'El Pipón'.
Zapata también reivindica la seguridad que aportaban los pequeños comercios: "Nosotros poníamos nuestra luz y ahí estábamos iluminando esos pasillos, un poco tenebrosos según qué horas. Aportábamos seguridad y valor añadido al viajero y al final la sensación de que Metro ofrece un buen servicio global".
Una única licitación en tres años
¿Qué podría motivar a Metro de Madrid a no buscar una solución para que los locales de sus estaciones pudieran abrir?. Desde la empresa pública afirman a El HuffPost que "con la normativa actual los únicos locales de los que se puede disponer para usar comercialmente son los que están sobre rasante", es decir, los de Aluche. Se escudan en que los contratos ya caducaron y que deben cerrar para poder convocar la licitación para que se presente "quien quiera en igualdad de condiciones".
Los comerciantes llevan años pidiendo licitaciones para los locales, incluidas para los de Aluche, con el fin de poder presentarse a las mismas y continuar con sus negocios como hasta ahora. Metro de Madrid, sin embargo, defiende que sí han salido licitaciones públicas y que llevan "cinco años buscando una solución".
Y la empresa pública tiene razón, el pasado 26 de enero sacó a licitación pública tres locales cerrados en Aluche. "Se han sacado los 3 locales que están, que son los que se pueden sacar", afirman desde Metro. Los comerciantes se enteraron de esto el mismo día del desahucio. Zapata enmarca esas licitaciones en una "construcción del relato" por parte de Metro para lavarse las manos y poder decir que sí que salen licitaciones: "Nos dicen que es que 'tenemos que leer el BOCAM' todos los días para estar enterado, pero mire usted no podemos estar haciendo eso todos los días".
Sea por falta de publicidad o falta de interés, algo poco probable en el segundo supuesto según los comerciantes, absolutamente nadie se presentó a la licitación, que quedó desierta, como puede comprobarse en el portal de contratación del suburbano. "Cómo habrán licitado y publicitado esos concursos, que se han quedado desiertos", asevera Zapata, que afirma que además son espacios que llevaban años cerrados y que ha habido gente preguntando e interesándose por ellos "desde hace 15 años".
La falta de licitaciones que denuncian los comerciantes cuadran con los datos que Metro hace públicos en su web. Desde 2020, año desde el que hay disponibilidad de consulta, la de enero es la única que se ha publicado. Desde Metro afirman que "los tres locales se han licitado cuando se ha podido", después de comprobar todas sus características y adecuaciones con respecto al "reglamento". Preguntados por las cuestiones concretas que habían tenido que comprobarse, la empresa no las ha especificado.
Ferrera aventura que el objetivo final de Metro es, "cuando todos los locales estén cerrados", otorgarle a una multinacional una concesión "millonaria" por la gestión integral de todos los espacios al mismo tiempo. Zapata coincide y además indica que ya era así en los años noventa.
Zapata se refiere a los orígenes del conflicto. Hasta 2005 los locales de Metro estaban cedidos a la empresa Metromatic, "que realizaba la gestión de subarriendo de los contratos en su mayoría de corta duración y con precios no lineales, si no adaptados a cada comerciante y no a cada comercio, por situación del local y metros", según puede leerse en la memoria histórica de Red Autónomos.
A finales de aquel año, cuando acabó el contrato, el 24 de diciembre se comunicó a los locales que para el 31 debían cerrar, los comerciantes se negaron y se agruparon en torno a la Asociación de Comerciantes de Metro de Madrid. Todo derivó en un convenio marco que regulaba la actividad entre la empresa y la asociación. Los comerciantes sospechan que cuando todos los espacios estén sin uso, se cambiará la normativa para volver al sistema de concesión general para la gestión integral de todos los locales.
Incongruencias: tiendas de Metro y seguridad
Una de las razones por las que Metro de Madrid obligó a muchos comerciantes a cerrar, ofreciéndoles la ya mencionada reubicación, era porque suponían un "riesgo" para los viajeros, afirma Ferrera. Por contra, el presidente de Red Autónomos asegura que nunca se dieron problemas de seguridad: "Ni un esguince, ni un incendio ni nada por el estilo, nada. Lo único que ha podido haber en algún momento es algún robo que se solucionaba con la actuación del personal de seguridad de las estaciones".
Por otra parte, Ferrera señala y se pregunta cómo puede ser que no se permita que ningún local de Metro se use para fines comerciales mientras que la propia empresa pública tiene dos oficinas con tienda, dentro de las estaciones de Sol y de Plaza Castilla, en las que vende merchandising.
Desde Metro confirman la existencia de dichas oficinas y también que en ellas se venden materiales comerciales relacionados con el suburbano. Sin embargo, afirma que "no es lo mismo que poner un bar", por ejemplo. Pero, ¿y si no fuera un bar y fuera una tienda de bisutería o de ropa o libros? Algo más parecido al merchandising. Metro admite que puede ser similar, pero que "seguramente" existe algún "matiz" legal o en el reglamento, que no han concretado, que sí lo permite.
Zapata que todo el conflicto trae de cabeza a todos. "Todo lo que hemos conseguido los pequeños empresarios lo hemos hecho con muchas dificultades, imagínate si no las hubiéramos tenido", indica el comerciante. Al mismo tiempo, aunque deja claro que son "peleones", afirma que lo que les gusta no es eso: "Lo que nos gusta es estar vendiendo y creando actividad y empleo".
Marcelo, como cada día desde las 5:30 a 22:00, sigue vendiendo botellas de agua, refrescos, patatas fritas y cafés de una máquina que tiene junto a la entrada de su local. Afirma que toda la situación le "duele", tanto a él como a su familia y a las dos personas que tiene empleadas: "Vives con un estrés constante, te van minando y al final te acabas echando culpas y te contagia el ánimo". Su desahucio se ha reprogramado para dentro de dos meses, pero mientras tanto entra otro chaval en su local y le pide unos chicles de menta y una botella de agua: "Claro que sí, campeón, venga ¡a cuidarse!".