Javier Ruiz da la cifra ruinosa que puede dejar el Mundial de España
La noticia de la semana no termina de serlo si se mira el balance económica de cada país tras acoger esta gran cita.
Ha sido una de las grande noticias de la semana en nuestro país. La candidatura elegida por la FIFA para acoger el Mundial de fútbol de 2030, será la de España, que lo hará en conjunto con Portugal y Marruecos y también con la presencial, aunque algo más testimonial de Argentina, Uruguay y Paraguay, países que acogerán un partido cada uno.
Evidentemente y en un país con una tradición futbolera tan potente como es España, esta noticia ha supuesto un auténtico tsunami de felicidad en los altos estamentos del fútbol español -seriamente preocupados por la imagen del fútbol español tras lo ocurrido con el expresidente de la RFEF, Luis Rubiales-, aunque también en la población, que podrá disfrutar -a siete años vista- del mejor fútbol de selecciones del planeta en nuestro territorio.
Pese a que un Mundial de fútbol lo es todo para una nación con tanto aficionado a este deporte, también hay algunos aspectos negativos, que se acentúan si se mira de reojo cómo les ha ido a los países organizadores en las últimas cuatro décadas.
Es indiscutible que supone una enorme exposición a nivel mundial en cuanto a promoción de país, siendo un escaparate solo igualado con la organización de unos Juegos Olímpicos, pero, al igual que ocurren con estos, los números no reflejan tal impacto positivo en las arcas de los países que organizan el mundial, sino más bien todo lo contrario.
Balance negativo en los últimos 40 años
Según informó el periodista experto en economía Javier Ruiz en su programa 'MoneyTalks', lo más lógico es que el mundial no salga rentable para España. De hecho, los datos indican que desde el Mundial de México 86, -cuando el país centroamericano logró 90 millones de beneficio- no se ha vuelto a sacar rentabilidad a la organización de un Mundial.
Si miramos los últimos dos mundiales, en Rusia, el país anfitrión invirtió 6.000 millones de dólares, retornando muchísimo menos, mientras que el último mundial celebrado en Catar, la suma alcanzó los 220.000 millones de euros, una cifra totalmente astronómica e irreal en comparación al resto de mundiales.
Tal y como apunta Ruiz, el principal desembolso a la hora de organizar un mundial s destina en infraestructuras y seguridad. Sin estos dos condicionantes, no se podría llevar a cabo un evento de estas características, algo en lo que España cuenta con el punto a favor de que los estadios los tiene, por lo que 'solo' tendría centrar sus gastos en potenciar la seguridad.
Pero si miramos las tendencias, durante los últimos años, cada vez es más común ver candidaturas conjuntas para organizar este gran evento, como es el caso de Estados Unidos, cuya mala experiencia -en cuanto a rentabilidad- en el Mundial de 1994, le ha empujado a pedir 'apoyo' a Canadá y México, siendo esta candidatura la elegida para organizar el mundial de 2026.
Quien paga, manda
En este caso, España se apoya en Portugal, Marruecos y en menor medida en Argentina, Uruguay y Paraguay. Teniendo esto en cuenta se espera que nuestro país invierta unos 1.500 millones de euros de cara a la gran cita, con un retorno económico aproximado de 5.000 millones -no beneficios-.
La última y única experiencia de España en estos lares tuvo lugar en 1982 con el famoso Mundial de Naranjito, en el que nuestro país destinó 600 millones de pesetas, una cifra muy elevada para la época, pero cuya mayor parte de ese montante fue destina a la creación de infraestructuras y seguridad, como antes mencionamos.
Por último y pese a que creamos que España es quien 'tiene la sartén por el mango' respecto a la elección de partidos, la celebración de la final y ser el país que más sede tendrá, la realidad es muy distinta, ya que ese peso recaerá en el país que más dinero ponga sobre la mesa, sea Portugal, Marruecos o España.