El futuro de la isla de postal de Benidorm corre peligro
El futuro de la ciudad, su identidad y su relación con su entorno están en juego.
La isla de Benidorm, la que para muchos es la última isla pirata de España, se ha convertido con los años en la postal que muchos de los turistas que visitan la ciudad alicantina de los rascacielos se llevan como postal. Sin embargo, el futuro de esta pequeña masa de tierra de 7 hectáreas y 400 metros de longitud corre peligro.
El islote desde el que se disfruta de una de las vistas más espectaculares de la costa de Benidorm, punto geográfico de gran interés ecológico y lugar de peregrinación para los amantes del buceo, está pendiente de lo que pase en los despachos del Ayuntamiento con el plan que proteja la isla. Porque cuando se cumplen 33 años desde la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad, la isla sigue sin tener uno que regule la gestión de su territorio.
El principal problema para que no se apruebe este plan especial radica en la adaptación del documento a las exigencias de la Generalitat Valenciana, que busca una mayor protección del suelo respecto a la del PGOU original: exige más del 50% de los 2,4 millones de metros cuadrados que se consideraron urbanizables inicialmente. Este proceso implica recopilar una gran cantidad de informes sectoriales para cumplir con las nuevas regulaciones, antes de presentar planes parciales que permitan el desarrollo de la isla.
Aunque se han logrado avances desde la suspensión inicial, la burocracia y la complejidad del proceso han retrasado significativamente la aprobación de una modificación puntual del PGOU de Benidorm. La Generalitat tardó más de dos décadas en emitir la Declaración de Impacto Ambiental, y desde entonces, el Ayuntamiento ha trabajado incansablemente en la elaboración de documentos estratégicos y borradores del plan, cumpliendo con los rigurosos procedimientos de Evaluación Ambiental y Territorial.
Respecto a la isla de Benidorm, el gobierno autonómico sugiere que, debido a sus valiosos valores ecológicos, se clasifique como suelo no urbanizable protegido y plantea el desarrollo de un Plan Especial de Protección con normativas restrictivas que limiten su uso en el área de la isla. A pesar de que una familia ocupó ilegalmente la isla de Benidorm desde 1968, hoy nadie vive de forma permanente en ella. Sí está abierta al público, pero solo se puede acceder en barco y algunos pescadores la utilizan como base de pesca.
La historia es compleja y será larga. Están a punto de cumplirse los máximos legales para tramitar la documentación y el Ayuntamiento de Benidorm se prepara para pedir una prórroga que les permita aprobar una versión inicial de la Modificación Puntual del Plan General para la isla. Según Alicante Plaza, porque el consistorio alicantino depende de la recepción de informes desde otras instituciones que no dependen de su gestión.
El futuro de la ciudad, su identidad y su relación con su entorno ecológico están en juego, y la comunidad espera que las decisiones tomadas aseguren un futuro sostenible y próspero para esta joya de la costa mediterránea.